miércoles, 12 de julio de 2017

MIGUEL ÁNGEL, ICONO DE ESPAÑA Y LA LIBERTAD

Miguel Ángel Blanco simboliza el levantamiento histórico de toda una nación, unida como nunca, contra el terrorismo de la ETA y su entorno colaboracionista; y, lo que suponía la principal novedad, tal rebelión cívica tuvo lugar tanto fuera como dentro del País Vasco, donde gentes de bien se desembarazaron por primera vez del miedo que les imponía la mafia etarra. El que se denominó con acierto "espíritu de Ermua" significó un rearme moral de España y nuestra democracia y el inicio de un camino de firmeza contra la banda asesina y sus adláteres que llevaría a su derrota policial.

¿A quién le puede extrañar, por tanto, que la extrema izquierda antisistema y revisionista que representa Podemos se niegue a rendir tributo a quien se ha convertido en icono de España y la libertad, principios que no disimulan en aborrecer? Algunos a estas alturas se empeñan en confundir sus deseos con la realidad y en presentar a semejantes ultras como plenamente integrados en nuestro sistema constitucional surgido de la transición democrática, cuando ellos mismos son los primeros que, de palabra y de obra, lo rechazan: hemos de partir del hecho de que sus socios en Pamplona y Navarra son los proetarras de Bildu, y de que tengan como referente a Otegui, además de a sus propios "camaradas" los delincuentes Alfon, Bódalo o incluso Pablo Hássel. Y, por supuesto, en Venezuela continúan defendiendo los desmanes y atropellos de Maduro y el régimen chavista, e insultando a los líderes de la oposición democrática.

Así pues: ¿cómo se iba a identificar la ultraizquierda podemita con Miguel Ángel Blanco? Absolutamente en nada: representan y defienden justo lo contrario. Y en este aspecto siempre se ha establecido una clara distinción entre demócratas y quienes no lo son, por una razón tan poderosa como la de que no se puede ser equidistante entre las víctimas y sus verdugos. Y con Podemos no hay por qué hacer una excepción, por mucho que a algunos les escandalice. Por cierto, resulta especialmente lamentable que sectores del PSOE, de cuyos tantos militantes perdieron su vida a manos de la vesania etarra, se apunten a posición tan mezquina, cegados en este caso por un sectarismo atroz.

En cambio, quienes creemos y defendemos España y la libertad y situamos como referente moral de nuestra democracia a las víctimas del terrorismo etarra, siempre recordaremos con emoción esos días de julio de 1997 que despertaron, conmovieron y movilizaron a la nación española. Y tendremos siempre presente a Miguel Ángel Blanco.

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