viernes, 26 de mayo de 2017

LO MÁS PREOCUPANTE DEL REGRESO DE SÁNCHEZ

La contundente, y ciertamente meritoria, victoria de Pedro Sánchez en las denominadas primarias del PSOE, frente a todo un "aparato", si bien venido a menos, en contra y basándose en un discurso tan simplista y sectario como la mera insistencia en el "no es no" a Rajoy y a la malvada derecha, cabía enmarcarla, aun con todas las peculiaridades que pudieran apuntarse, en la actual coyuntura política en Europa. Como en Francia, como en Gran Bretaña., los militantes socialistas españoles también han querido contribuir a ponerle la puntilla a una socialdemocracia europea que sufre sus horas más bajas. Al igual que socialistas franceses y laboristas británicos, han elegido a su líder cegados por un discurso extremista y de tendencia antisistema, tan en boga en estos tiempos de "posdigestión" de la crisis económica, que asimilan hasta el punto de llegar a desnaturalizar a la misma tradición socialdemócrata y, con ello, llevar al suicidio electoral a su propio partido.

Ha resultado muy significativo que las "bases" del PSOE hayan rechazado a la candidata apoyada por ese mismo "viejo testamento" que cosechaba amplísimas mayorías absolutas en las urnas, y que en cambio hayan respaldado de manera entusiasta a quien ha pasado, como decía un mediático político socialista madrileño, del peor resultado de la historia al peor resultado de la historia. Apenas 190.000 afiliados, o la mitad de ellos, pues, han decidido inmolarse, pero no deberían imponerse sobre millones de votantes y, ni mucho menos, llevarse por delante a España.

Porque lo más preocupante, con serlo, no es la "podemización" del PSOE tras la elección de Pedro Sánchez por una militancia escasa y radicalizada, sino su posición ante la nueva vuelta de tuerca del desafío golpista del separatismo catalán. Cabe preguntarse si va a actuar con la firmeza que cabría esperar de un partido hasta ahora garante del sistema constitucional y la unidad nacional, o si procederá con una ambigüedad tacticista con tal de ganarse, por si es preciso en algún momento, el respaldo independentista y, de paso, dejar solo a su odiado Rajoy con tal de intentar contribuir a su desgaste.

Tras llegar a definir en pleno debate de primarias la nación, no como concepto discutido y discutible como hiciera su más nefasto antecesor, sino como "un sentimiento", todo cabría esperar de semejante veleta político transmutado en extremista.

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