domingo, 12 de febrero de 2017

YA FIRMARÍA LA "NUEVA POLÍTICA"

Este fin de semana hemos asistido a dos cónclaves políticos muy, pero que muy distintos, y no nos referimos precisamente a las claras y consabidas diferencias ideológicas entre los partidos concernidos. En el Congreso del Partido Popular -"vieja" política, que yo prefiero definir como clásica-, se debatieron básicamente propuestas, modelos de organización y democracia interna y el marco programático e ideológico en el que debe guiarse el partido. Cierto es que en los asuntos que más controversia producen entre una militancia tan plural, como la llamada maternidad subrogada y el aborto, se ha cubierto el expediente alcanzando meras fórmulas de compromiso para tratarlos "a posteriori", pero al menos se ha allanado el terreno para abordarlos con mayor profundidad. Pero, por ejemplo, y en cuanto a la concreta definición ideológica acordada, y sin abandonar la defensa de valores propios del liberalismo como la libertad individual y el libre mercado, se ha recuperado el humanismo cristiano "de tradición occidental" como principio básico de su ideario, lo que no deja de ser enormemente interesante y significativo.

En cambio, en la Asamblea de Podemos "Vistalegre II" -"nueva" política-, pese a que haya quienes lo presentaban como un enfrentamiento ideológico entre el radicalismo de Iglesias y un supuesto posibilismo de Errejón, se confrontaron egos, por otra parte muy acentuados, y se dirimieron luchas más o menos encarnizadas por conseguir o acaparar meras parcelas de poder interiores; lo que en el PP apenas afloró a propósito de una enmienda, la que abogaba por establecer una división tajante entre cargos del partido y de Gobierno, que fue derrotada no sin polémica, aunque rápidamente zanjada por la indiscutible y bien ganada autoridad de Rajoy. Que cada cual saque sus conclusiones, pero en principio parece más sano, fructífero, y además interesante, discutir sobre ideas y políticas en mayúsculas que acerca de choques de ambiciones o del "quítate tú que me pongo yo". Aunque también cabe comprender y reconocer que las controversias personalistas son más atractivas mediáticamente.

Finalmente, Iglesias se impuso con absoluta nitidez a Errejón, aunque, dado el apreciable porcentaje conseguido por este (casi un 40%) en la dirección del movimiento chavista, está por ver que la herida llegue a cerrarse, si los "errejonistas" se dedicarán a hacer oposición desde dentro, o incluso si Iglesias emula a su admirado Lenin y emprende una "purga" interna. Permaneceremos atentos. En cuanto al Congreso Nacional del PP, Mariano Rajoy fue reelegido presidente con el 95,65 por ciento de los votos de los compromisarios. Como estaba previsto, y dado que "lo que funciona no hay que cambiarlo" (Rajoy "dixit"), mantiene a María Dolores de Cospedal al frente de la secretaría general, nombra a Fernando Martínez Maíllo coordinador general y las vicesecretarías generales continúan en manos de Javier Maroto, Andrea Levy, Pablo Casado y el incombustible Javier Arenas. Ni más ni menos, este 18º cónclave nacional del PP ha sido el del valor de la estabilidad y la continuidad del trabajo bien hecho, que el propio Mariano Rajoy encarna mejor que nadie.

Desde luego, el centro-derecha de la llamada "vieja política" española, pese a los nubarrones que muchos llevaban tiempo anunciando, ha entrado en fase de calma chicha y absoluta previsibilidad. Pero cuántos firmarían, incluida cierta "nueva política" que, empero, se desgasta a ojos vista.

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