Aunque ha pasado prácticamente desapercibido desde el punto de vista
mediático (porque las "imputaciones" se resaltan con titulares y, en
cambio, las absoluciones ocupan una pequeña referencia en página par),
una denuncia judicial más del PSOE de Murcia contra un miembro del
Partido Popular ha terminado archivada (y van...); en concreto, contra Juan Felipe Cano, alcalde de Ceutí, del que, por su condición de investigado, pedían los socialistas (sus mismos denunciantes) su dim
isión.
Vista la resolución de la Justicia, que de nuevo ha dado la razón al PP
de la Región de Murcia, qué injusto hubiese sido hacerles caso a
quienes pedían su cese o renuncia, ¿verdad? Como en otros 80 casos, por
cierto. Pues bien, que cada cual saque sus conclusiones acerca de la
actual campaña de "crucifixión" del presidente de la Región de Murcia,
que, recordemos, solo ha sido llamado a declarar y, además, terminó
exonerado en nada menos que 16 denuncias anteriores, todas ellas promovidas directa o indirectamente por el PSOE murciano, todavía liderado por Rafael González Tovar.
Ahora bien, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿qué hay de quienes
presentan tales denuncias cuando se demuestran falsas? ¿No asumen
ninguna responsabilidad? Dado que piden dimisiones por doquier, ¿no se
aplican a sí mismos esa vara de medir cuando fallan en su ruin
estrategia? ¿O, al menos, no piden perdón por haber sometido a personas
inocentes y sus familias a un escarnio público que nada ni nadie pueden
reparar? Nada de eso: no solo ni se les pasa por la cabeza retirarse de
una noble actividad política que manchan con su sola presencia, sino que
siguen intentando ganar en los Tribunales lo que los votantes les
niegan sistemáticamente mientras continúan dando lecciones de ética y
moral. Pese a que utilizar y hacer uso y abuso de las instituciones, entre ellas la de Justicia, con
fines partidistas y particulares también es corrupción. Y de la
auténtica.
Afortunadamente, la Justicia, el tiempo, e incluso las
urnas, terminan colocando a cada cual en su sitio. Porque el "todo vale", como en la vida, no
siempre se impone en política.
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