sábado, 21 de enero de 2017

COMIENZA LA "ERA TRUMP"

Solo en la noche de su victoria electoral optó por un discurso moderado, conciliador y verdaderamente presidencial. Pero, obviamente, no era él. A partir de entonces, Donald Trump decidió seguir siendo Donald Trump, en estado más o menos puro. Incluso en su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, en esa gran fiesta que, con solemnes rituales, une a todos los norteamericanos en torno a su ejemplar democracia, la más genuina de la historia, cuya Declaración de Derechos fundacional data de 1776, y cuya Constitución de 1787. Una celebración de exaltación democrática y unidad nacional que se vio empañada, no precisamente por Trump y sus seguidores, sino por quienes, desde posiciones supuestamente "progresistas", continúan sin aceptar las reglas de juego y el veredicto de las urnas cuando les son adversas.

Combatir los privilegios del "establishment" de Washington, contrapuesto a una América "real", tradicional y trabajadora, a la que, tras ser víctima de unas supuestas prácticas acaparadoras y hasta corruptas de la burocracia federal, se le ha "devuelto el poder"; y el "America First" como principio y coartada para revisar tanto los acuerdos internacionales de libre comercio como el liderazgo militar de los Estados Unidos en la defensa de la libertad y la democracia en el mundo, han sido los consabidos ejes de una alocución que no se ha desviado ni un milímetro de los argumentos primordiales que ha utilizado en campaña y con los que, cierto es, ha logrado llegar a la Casa Blanca. Quizá en su compromiso explícito de promover una coalición internacional para luchar decididamente contra el islamismo yihadista ("borrarlo de la faz de la tierra") podamos encontrar un motivo de cierto optimismo y esperanza en esta primera declaración de intenciones del, ahora sí, nuevo presidente de la nación más poderosa.

Si algo ha dejado claro, pues, el 45 presidente de los Estados Unidos es que no piensa abandonar la retórica que tan magníficos resultados electorales le ha reportado. Él bien sabe que se debe a su público, cuya fidelidad, obviamente, pretende conservar. El tiempo dirá si el sistema de equilibrios y contrapesos que caracteriza a la gran democracia norteamericana, el pragmatismo que impone el ejercicio del poder, e incluso una realidad tozuda que le impida alejarse del signo de los tiempos, le obligarán a, al menos, matizar sus posiciones aislacionistas y proteccionistas y, en general, mostrarse más cauto en el día a día de la gestión política tangible. Sea como fuere, asistimos a partir de ahora a la "era Trump", que se presenta llena de incertidumbres.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que Trump sera un buen presidente para EEUU y que no sera tan perjudicial para el mundo como alguno quieren hacernos creer.
Su discurso es coherente con lo que dijo durante la campaña electoral, evita lo politicamente correcto que hacen los politicos al uso, que muchas veces toman decisiones mirando mas las encuestas que a sus votantes. Que sera una administracion diferente hasta lo ahora conocido seguro, por ello desde Europa tendremos que tomar conciencia de unir fuerzas y acostumbrarnos a no ser siempre defendidos por el Tio Sam.