miércoles, 16 de noviembre de 2016

POR SUS ACTOS LES CONOCERÉIS

El día que se supo que el senador de Podemos Ramón Espinar especuló en su momento, no con un piso "vacío" de su propiedad, sino con una vivienda de protección pública, esto es, con un inmueble promovido por iniciativa pública en el que no llegó a residir (con cuya inmediata venta obtuvo una ganancia de 30.000 euros brutos), se tiró de la "maldita" hemeroteca para terminar construyendo todo un listado de lecciones "tuiteras" de moral del interfecto. Aunque, claro, no es lo mismo, por ejemplo, que especule un banco o fondo "buitre" que él, que es "gente".

Obviamente, nadie ha acusado al señor Espinar de cometer ninguna ilegalidad (solo faltaba), pero sí de algo absolutamente rechazable desde el punto de vista ético, y máxime viniendo de quien durante tanto tiempo ha estado ejerciendo de implacable martillo de herejes, y especialmente sobre especulaciones inmobiliarias ajenas. Si Espinar Junior hubiese obtenido un beneficio de la venta de un piso adquirido en el mercado privado, nada habría que alegar (pese a que esas mismas prácticas merecen la descalificación más rotunda de la demagogia típicamente "podemita"); pero su ganancia fue como consecuencia de una maquinación con una vivienda de protección pública (con sus plazas de aparcamiento y garaje anexos, por cierto), esto es, promocionada con recursos del erario y dirigida a facilitar su acceso a quienes tienen dificultades económicas, y eso es lo reprobable. Mamma mía la que hubiesen montado estos hipócritas ultras de la llamada "nueva política", y la prensa en general, si, pongamos un Pablo Casado o algún joven del PP, hubiese realizado una operación especulativa parecida: no le pedirían tan solo su dimisión, sino su expulsión de España.

Poco después, salió el caso de Montse Galcerán, concejala "pro okupa" pero multipropietaria inmobiliaria. ¿Cómo íbamos a criticar los defensores de la propiedad privada y el libre mercado que alguien, sea cual sea su "estatus" social y/o profesional, invierta su dinero, ganado u obtenido de manera lícita, en lo que considere oportuno, como dos, tres, nueve o veinte inmuebles? Por supuesto que no. Lo que algunos denunciamos es el flagrante fariseísmo de aquellos que, amén de promover la "okupación" de viviendas particulares, incurren en exactamente aquellas mismas prácticas de lo que ellos condenan, criminalizan y califican como "especulación inmobiliaria" cuando son otros quienes los llevan a cabo, a los que en consecuencia tachan de seres socialmente insensibles, avaros, malvados y ruines. Porque con tales estrategias de agitación y propaganda, además de apelar irresponsablemente al rencor y los más bajos instintos (cuando no a cometer actos ilegales), en último término se engaña a esa misma "gente" a la que tanto evoca la izquierda antisistema.

A no ser, claro, que la señora Galcerán ponga a disposición de los "sin techo" y demás desheredados de la tierra los nueve inmuebles de su, sí, propiedad... Pero esos son hábitos más bien propios de, por ejemplo, Cáritas, ONG de la opresora y perversa Iglesia católica, que de cualquier "podemita" que se dedica todos los días a impartir lecciones de moral. Porque tres cuartos de lo mismo ocurre con el caso del "SinFuturo" Ramón Espinar y su ya célebre pelotazo con una vivienda de protección pública; que, por cierto, obtuvo el aplauso explícito del mismísimo Mesías Iglesias y el apoyo de una mayoría de militantes del chavismo que no dudaron en votarle como líder de la organización en Madrid. Y es que por sus actos les conoceréis.

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