miércoles, 3 de agosto de 2016

LA LARGA CAMINATA, VIA CRUCIS PARA ESPAÑA

En pleno desafío separatista del nacionalismo catalán, a Pedro Sánchez, más estadista que nunca, no se le ocurre mejor argumento para sostener su contumaz bloqueo al ganador de las elecciones que instar a "las derechas" a que se pongan de acuerdo, porque, según proclama, "la izquierda no va a apoyar a la derecha". Vamos, que el todavía líder formal del socialismo español contempla la situación política nacional actual con tales cánones de normalidad que no considera necesario superar, siquiera por una vez, esa tradicional división puramente ideológica entre "izquierda" y "derecha" e incluso se permite sugerir a Mariano Rajoy que pacte con esa misma "derecha" nacionalista que persigue la independencia de Cataluña y la ruptura de la unidad de España. E insiste en que el PSOE "no va a apoyar aquello que quiere cambiar": ¿quizá por ejemplo la su tan denostada reforma laboral, para más inri el mismo día en que el antiguo Inem hacía público que el paro, tras su mayor recorte en un mes de julio desde 1997, se sitúa nada menos que a su nivel más bajo desde agosto de 2009?

Difícilmente cabe mayor irresponsabilidad, frivolidad, sectarismo y, sobre todo, desconexión con la realidad. Desde luego, si el estadista Sánchez continúa procediendo con tamaña ausencia de generosidad, patriotismo y altura de miras, terminaremos desembocando en unas terceras elecciones que sí se merecerían ciertos adalides del veto y del bloqueo, pero no una sociedad española que, harta de tener que volver a pronunciarse en coyuntura tan impresentable políticamente, muy posiblemente emitiría un veredicto todavía más inapelable y concluyente contra quienes se empeñan en no asimilar unos resultados electorales que les han sido cada vez más adversos e impedir la formación de un nuevo Gobierno que necesita urgentemente España y demandan los españoles.

Por su parte, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pese a que asegura mantenerse en la llamada abstención "técnica" en la segunda votación de la investidura de Rajoy, ha acordado con el candidato a la presidencia del Gobierno propuesto por el Rey abrir una vía de comunicación permanente entre PP y C's para alcanzar pactos en materia económica, fundamentalmente sobre el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado, y para la defensa de la Constitución y la unidad de España: ciertamente, los retos más importantes y que cabe afrontar con la mayor urgencia, y en los que ambos partidos tienen amplias coincidencias. Y es que ya iba siendo hora de dejar atrás tacticismos cortoplacistas y vetos estériles y de ponerse a trabajar por el bien de España: parece ser que por fin se ha dado, en palabras del propio Rajoy, "el primer paso de una larga caminata", que habrá de conducir a que el voto en blanco de los "naranja" termine convirtiéndose en un "sí", y que con ello Rivera no desaproveche la ocasión para influir directamente o incluso formar parte de un Gobierno que implante esas reformas políticas, económicas e institucionales que propugna para España. Aunque a ese respecto cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿se atreverá a asumir el correspondiente desgaste?

Aun así, de llegar a buen puerto las negociaciones que se inician a partir de hoy, los 170 escaños que sumarían "las derechas" (Sánchez "dixit", que no "pixit") de PP, Ciudadanos y Coalición Canaria (que cabe esperar que se sumaría al pacto) se quedarían todavía a seis de la mayoría absoluta, por lo que seguiría siendo necesaria la abstención de la "izquierda" del PSOE para que la investidura de Rajoy saliera adelante, y en segunda votación. Pero, por desgracia, el estadista Sánchez se mantiene incólume en su "no" dogmático y mezquino, y de momento no hay visos de que cambie su posición de bloqueo a un Gobierno sostenido por el partido y candidato vencedores en las urnas por segunda vez consecutiva. De no dar su brazo a torcer, la única alternativa que impediría la convocatoria de unas terceras elecciones sería, no la que llaman vía 179, sino la 175: que el PNV, "derecha" nacionalista pero pragmática y, al menos de momento, sin pretensiones separatistas, se incorporara al acuerdo y aportara finalmente sus cinco diputados. Pero en tal caso tendríamos que esperar a después del 25 de septiembre, fecha de las elecciones autonómicas vascas, y a que los "jeltzales" precisen del concurso del PP para conservar Ajuria Enea... Y todavía sería también necesario contar al menos con una abstención, la del diputado de Nueva Canaria Pedro Quevedo (que se presentó bajo las listas del PSOE), para que Rajoy saliera investido como presidente del Gobierno con el siguiente y ajustadísimo "marcador" del Congreso de los Diputados en segunda votación: 175 votos a favor, 174 en contra y 1 en blanco.

"Larga caminata" se presentaría en tal caso, desde luego. Demasiado larga: un auténtico "via crucis", cuyo principal responsable tendría nombre y apellidos: Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Los intereses de España, sus compromisos con la Unión Europa y hasta su preservación como nación no podrían esperar tantísimo. En realidad, tras nada menos que seis meses de estancamiento, no pueden esperar todavía más, pese a la cortedad de miras de alguien que, ensimismado en su mirada al ombligo, está sometiendo a España a un "via crucis" que no se merece.

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