martes, 15 de diciembre de 2015

PEDRO SÁNCHEZ, ¿COMO BORRELL?

Salvando las distancias, ya que el formato del debate 'a dos' televisivo es bien distinto del parlamentario, y además las circunstancias eran diferentes, el bronco 'cara a cara' entre Rajoy y Sánchez me ha recordado mucho al tenso enfrentamiento dialéctico que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados entre Aznar y Borrell, con motivo del Debate sobre el estado de la Nación de 1998. Un flamante nuevo líder del PSOE, que acababa de imponerse en primarias y contra todo pronóstico a Almunia, candidato 'oficialista', respondía al entonces presidente del Gobierno con un discurso ya desde el inicio duro y mordaz, pero cuya agresividad fue aumentando paulatinamente y de tal modo que la tensión generada en el ambiente de la Cámara alcanzaba niveles casi insoportables. Al tono cada vez más demagógico e incluso faltón del líder de la oposición se uniría su empecinamiento en intentar centrar el debate en demostrar supuestos artificios contables en la Seguridad Social, pretensión con el que más bien logró aburrir al personal. El presidente Aznar, en su réplica, basaría su intervención en la exposición de unas cifras de mejoría económica (también entonces) apabullantes. Tres días después, el CIS otorgaba a Aznar una clara victoria en el debate. En cuanto a Borrell, que hasta entonces presentaba incluso encuestas muy favorables, tendría los días contados como aspirante a presidir el Gobierno de España: el Grupo Prisa, declarado enemigo suyo, haría el resto y finalmente no tendría más remedio que dimitir, tras apenas un año como cabeza de cartel del PSOE.

Entonces dio la impresión de que Borrell entró como elefante en cacharrería en su debut como líder de la oposición en el Congreso y que su actitud excesivamente belicosa y radical terminó siendo letal para su imagen como 'presidenciable'; y muy a pesar de que no llegó a traspasar ciertas líneas rojas de mera cortesía parlamentaria, como las de insultar gratuitamente y faltar directamente al respeto y al honor de su contrincante dialéctico. Pues bien, a Pedro Sánchez, cuyas grandes dotes como tertuliano de esa telebasura ahora tan en boga (quizá su próxima y más apropiada salida profesional) han quedado más que acreditadas, es muy posible que también le queden dos telediarios. Porque se ha pasado de frenada y ha logrado, sí, su objetivo de enfangar el campo para que realmente no hubiera debate, pero con ello quizá haya logrado despertar a un león dormido: no solo al propio Rajoy en la segunda parte del 'cara a cara', a partir de que se permitiera tacharle de 'persona indecente'; sino, muy probablemente, a todo un electorado que pueda sentirse aborchonado, escandalizado y hasta ofendido por trato tan injusto y vejatorio a un líder político en el que no hace mucho depositó su confianza en las urnas.

Pese al trazo grueso y la ristra de golpes bajos del todavía secretario general del PSOE, el 'hasta aquí hemos llegado' del presidente del Gobierno y candidato del PP fue verdaderamente el momento más demoledor. 'Usted es joven y va a perder las elecciones, y yo como González y Aznar las perdí dos veces antes de llegar a la presidencia del Gobierno; pero de las descalificaciones lanzadas usted no se va a poder recuperar'. Y muy posiblemente así será, a no ser que los partidarios de extender a la política los modos cutres propios de las tertulias telebasurientas lleguen a ser tantos que hasta se impongan en las urnas. Pero no parece que la mayoría de la sociedad española adolezca de tamaña enfermedad; al menos, por ahora.

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