domingo, 25 de octubre de 2015

¿PARA QUÉ PUEDE SERVIR EL VOTO A CIUDADANOS?

Es momento de plantear sin ambages la pregunta, habida cuenta de que ya hay quien está pasando de las palabras, o de su calculada ambigüedad, a los hechos: ¿para qué puede servir el voto de cierto elector que se deje llevar por los cantos de sirena de la corriente mediática antimarianista, de esa supuesta derecha fetén que presenta a Ciudadanos y su líder como la prolongación del 'auténtico' PP de Aznar, cuando no, como hace últimamente, de la UCD de Suárez con tal de justificar y hasta aplaudir las apelaciones al 'centro' de Rivera (a él sí; al mismo Aznar en su momento, no, bien al contrario)? Pues, ni más ni menos, para que el PSOE, aún saliendo derrotado de las elecciones, regrese al poder solo cuatro años después del gran desaguisado dejado por su último Gobierno, y que tanto ha costado arreglar. Lo sabemos de boca del mismísimo Rivera, que no ha descartado apoyar al candidato del partido perdedor, y cuya figura, harto significativamente, disfruta de una oportuna promoción por parte también de los medios de Prisa, incluidas encuestas muy, pero que muy cocinadas y condimentadas. ¿Hay alguien que todavía se cree eso de 'la marca blanca del PP'?

La legislatura que recién termina será a buen seguro recordada como aquella en que una España en práctica quiebra económica y al borde del rescate de Bruselas había logrado remontar, hasta el punto de situarse como el país que mejor reduce el déficit, más crece y más empleo crea de toda la Unión Europea: unos cuatro años en los que habíamos pasado de ser el enfermo de Europa al mejor ejemplo a seguir, a la nación que más vigor muestra. Desde luego, el regreso de un oneroso y ruinoso socialismo al Gobierno de la nación, con sus recetas gastadas y típicamente intervencionistas (como las que todavía presenta Pedro Sánchez estos días), sería absolutamente contraproducente por cuanto supondría un verdadero retroceso, una vuelta a un pasado indeseable. 

Afortunadamente, las últimas encuestan vaticinan que el PSOE de Sánchez, cuyas expectativas son de batir marcas históricas negativas pese a no sufrir el desgaste del poder, se mantendrá en la oposición. De tal forma que solo un disparatado tripartito PSOE-Ciudadanos-Podemos (y necesitando el complemento de algún partido minoritario como podría ser IU) desplazaría al PP del Gobierno. En tal supuesto, la muerte política de Albert Rivera, que sabe muy bien de dónde proceden tantísimos de los votos que han hecho crecer exponencialmente a su partido, sería cuestión de poco tiempo, por lo que la misma aritmética parlamentaria le impediría en principio llevar a cabo su no declarada pero inferida preferencia, que es apoyar a un Ejecutivo socialista. Pero no sería de extrañar que ese gran líder nacional, ese providencial salvador de la España constitucional, ese Suárez redivivo acabe perpetrando semejante dislate político e ideológico, máxime teniendo en cuenta el actual proceder de su partido (que obviamente cuenta con el visto bueno de quien ostenta su hiperliderazgo): tan exigente con el PP en Madrid (donde vota sistemáticamente en contra del Gobierno de Cristina Cifuentes, paradójicamente tras respaldar su investidura) o Murcia (donde, sin ir más lejos, anda estos días repartiéndose con el PSOE las presidencias de aquellas 34 Juntas Municipales en las que el PP ha ganado sin mayoría absoluta, y contando para ello con la activa complicidad de la extrema izquierda), como condescendiente con el PSOE en Andalucía (cuya imputación de altos cargos -cinco en concreto- no son motivo de un veto que sí utilizan contra el PP, como no prestar su apoyo a un techo de gasto que ha impedido la aprobación de los presupuestos autonómicos en Murcia, y con ello las partidas dedicadas a la dependencia, a que los funcionarios recuperasen en enero su paga extra, y al normal funcionamiento de los servicios públicos en general).


El caso de Murcia, donde para más inri, y según el CIS, nada menos que el 67% de los electores que votaron a Ciudadanos prefieren un pacto de los 'naranja' con el PP, resulta especialmente significativo y lacerante. Así, en los barrios y pedanías de la capital murciana se ha constituido un cuatripartito PSOE-Ciudadanos-Ahora Murcia (Podemos)-Cambiemos Murcia (IU), que no es sino la plasmación de ese 'Tinell' a la murciana que fue el Pacto del Moneo. Para los promotores de semejante Frente 'antipopular' (en un doble sentido: contra el PP, y también contra la voluntad mayoritaria expresada en las urnas), las Juntas Municipales y de Distrito de Murcia no son un ámbito de gestión y participación ciudadana en el que se hace política a pie de obra, en el que se da cauce a las demandas más inmediatas y directas de los vecinos, sino un mero juego consistente en el pase de la pelota, en repartirse parcelitas de poder. Porque Ciudadanos, tras entregarle San Pío X, Guadalupe, Aljucer y Rincón de Beniscornia al PSOE sin tener reparo alguno en unir sus votos a los de la izquierda antisistema, y después de jurar y perjurar que no iba a ocupar ningún 'sillón', ya se ha sentado en uno: en el de la pedanía de Los Dolores, cuyo nuevo alcalde pedáneo es el único vocal que el partido 'naranja' ha conseguido allí... frente a los cuatro obtenidos por el Partido Popular. Y es solo el primero de otros que poseerá de esa forma (se habla de Santiago y Zaraíche, Espinardo o Santiago el Mayor), habiendo ocupado siempre el tercer lugar en las preferencias de los electores y a considerable distancia del más votado.

Encima, para justificar estas prácticas tan propias de la 'vieja política', Ciudadanos de Murcia se atreve a utilizar el pretexto de la 'regeneración democrática': no hay acuerdo con el PP en ningún barrio ni pedanía mientras presente como candidatos en otros lugares a alcaldes pedáneos que lleven más de ocho años en el cargo, incluidos los que hayan logrado mayoría absoluta. Regla que aplica rigurosamente, sí, pero solo en el caso del PP: así, además de apoyar en Javalí Viejo a un pedáneo socialista que lo es ya ¡28 años!, ha hecho presidente de la Junta Municipal de Guadalupe a quien lo fue durante justamente ocho años (de 1987 a 1995) con el PSOE, y tampoco ha tenido empacho alguno en conceder su voto a quien fue alcalde socialista de Rincón de Beniscornia hace 20 años.

Ni 'regeneración' ni zarandajas: se trata simplemente de apuntarse a un nuevo 'cordón sanitario' contra el partido que ha ganado las elecciones municipales en 60 de las 65 pedanías y distritos de Murcia: el PP. Y, de paso, y sobre todo, de tocar poder ya, no vayan a verse en otra. Para despejar cualquier duda, el inefable Miguel Sánchez, portavoz de Ciudadanos en la Asamblea Regional y que hace las veces de cabeza regional de la formación política, ha respaldado públicamente esos cuatripartitos con el PSOE y la ultraizquierda; y, evidentemente, tamaño proceder frentista no hubiera podido producirse sin la aquiescencia de un 'hiperlíder' nacional en cuyo partido ninguna hoja se mueve sin su expresa o tácita aprobación.

Y es que más de uno debería pensarse muy mucho su voto durante estos dos meses que restan para acudir a las urnas. Porque su papeleta puede adquirir una utilidad, sí, pero justo para lo contrario de lo que crea que sería lo mejor para España. Que el furibundo antimarianismo mediático, pese a todo, continúe presentando a Ciudadanos como la gran esperanza blanca que recuperará los valores supuestamente perdidos de la derecha eterna es harina de otro costal: su objetivo no es otro que cargarse a su denostado Mariano, y así caiga España.

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