¿Y qué bandera en lugar de la rojigualda (que tampoco ideó el Caudillo, sino que también surgió durante el mandato del llamado Rey ilustrado)? ¿La tricolor, construida en su momento de manera tan artificial que hasta se basó en un error histórico (el supuesto color morado de la bandera de Castilla, que no era tal), o, puestos a evitar los equívocos, la roja comunista de toda la vida con su hoz y su martillo?
No estaría de más que concretara estos extremos, si bien sí ha dejado claro que le repugna tanto el 'nacionalismo español' (vamos, la misma existencia de España, su larga historia y su unidad política como nación de ciudadanos libres e iguales) como respeta y admira a otros nacionalismos que son de carácter etnicista, disgregador y, en suma, antiespañoles; en especial el catalán (sabido es que se adhiere al 'derecho a decidir' del separatismo) y, por supuesto, el vasco (qué decir de los elogios y piropos que le ha dedicado a 'la lucha' de los etarras y sus adláteres).
Parece ser que, para Iglesias Turrión, la nación española, no es que sea ya un 'concepto discutido y discutible' como sostenía su ínclito y recién descubierto contertulio, sino también casta. Y debemos saber a estas alturas lo que ello significa e implicaría.
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