La pretensión del nacionalismo separatista catalán de apropiarse de la soberanía del pueblo español obtendrá del
Congreso de los Diputados, sede asímismo de la soberanía nacional, la
misma respuesta que se le dio en su momento al 'Plan Ibarretxe':
un no rotundo. Esperemos que ahí el PSOE, la otra gran pata sobre la
que se debería asentar la estabilidad institucional y la unidad
nacional, sí sea capaz de mostrarse sin disidencias. En cualquier caso,
el rechazo del Parlamento nacional a la consulta secesionista dará paso
previsiblemente a un adelanto de las elecciones autónomicas catalanas,
que el nacionalismo planteará como plebiscitarias. Y ante tal coyuntura,
los partidos políticos constitucionalistas (PP, PSC -o lo que quede de él- y Ciudadanos)
tendrán que batirse el cobre y hacer frente común en defensa de la
unidad de España.
Pero contra el separatismo catalán no solo se ha de
actuar limitándose a aplicar la ley y la Constitución, que también y tal y como se ha hecho hasta ahora,
sino construyendo y exponiendo un discurso firme en defensa de la unidad nacional; aderazado, por qué no, de actos simbólicos
y desacomplejados que incidan en la necesaria labor pedagógica. Y no
solo en 'Madrit', sino sobre todo donde más falta hace: en la propia
Cataluña. Así por ejemplo, el PP de Barcelona se ha atrevido a 'mancillar' un centro cultural que el nacionalismo catalán ha convertido
en auténtico templo de su versión delirante de la historia, más
concretamente de su episodio favorito: el asedio borbónico de Barcelona
en 1714. Pues bien, además de plantar un plafón con la bandera de
España, en una de sus salas se dictará una conferencia titulada 'Otra
historia de Cataluña', que servirá para contrarrestar mínimamente la
propaganda y manipulación histórica del pensamiento único nacionalista.
Será, por cierto, en la misma ciudad en la que se prohibió el rodaje de uno de los capítulos de 'Isabel', exitosa serie pero 'facha' y
españolista según los sagrados cánones del secesionismo catalán.
Bravo por la iniciativa. Así se combate ideológicamente al separatismo
catalán; y por qué no, en su propio terreno y dentro de sus mismísimos
santuarios.
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