miércoles, 13 de noviembre de 2013

NUNCA MÁS PATRAÑAS

Se ha hecho esperar, porque la Justicia no suele pronunciarse ni mucho menos de manera tan rápida como últimamente lo está haciendo a propósito de la aplicación de la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot. Nada menos que once años después de que se produjera el desastre, por fin se ha dado carpetazo judicial al caso del Prestige, que dio origen a la primera gran campaña de 'agit-prop' izquierdista contra el Gobierno de Aznar; solo superada en intensidad meses después con motivo de la segunda guerra de Irak. Pues bien, el tribunal, además de absolver a los acusados en el proceso (si bien ha condenado al capitán del buque por un delito de desobediencia grave a la autoridad), ha eximido de cualquier responsabilidad a la Administración de entonces, ya que, lejos de provocar la catástrofe, intentó solucionarla y evitar daños materiales y humanos, si nos atenemos a la literalidad de la sentencia; el juez asimismo avala la decisión de alejar el petrolero de la costa.

Por tanto, ha quedado acreditado en sede judicial que aquella feroz estrategia de acoso y derribo que adoptó el lema (que hizo fortuna) de 'Nunca Máis', emprendida con el objetivo de presentar al PP como culpable del hundimiento del Prestige y sus consecuencias, se fundamentó en la tergiversación de los hechos y la propagación de mentiras y patrañas de la peor especie. Según la agitación y propaganda de la izquierda política y mediática, poco menos que fue el Gobierno de Aznar, por supuesto que con la aquiescencia del entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga (que además cometió el imperdonable pecado de estar de caza cuando tuvo lugar el accidente), el que fletó el petrolero, lo colocó en aguas gallegas y provocó el vertido; debía ser para castigar a unos gallegos tan molestos que siempre habían mantenido una fidelidad inquebrantable al PP en las urnas, porque así de malvada, desagradecida y sádica ha sido siempre la derecha. Además, se anunciaban desgracias sin precedentes que el chapapote iba a traer consigo, absolutamente irreparables para la economía y que empujarían a miles de gallegos a emigrar, como antaño; sin embargo, apenas un año después el sector pesquero recuperaría la normalidad, e incluso la actividad turística continuaría creciendo. No, no llegó el Apocalipsis a Galicia como pronosticaban los cenizos de turno, que ahora vuelven a ser legión; como cada vez que gobierna el PP.

No está de más recordar a propósito el verdadero momento culminante de semejante éxtasis de la manipulación mentirosa: tuvo lugar en el Parlamento de la nación con la tristemente célebre intervención del entonces diputado socialista (y futuro Ministro zapateril) Jesús Caldera (que a partir de ese instante se hizo acreedor al sobrenombre de 'Típex'), que no tuvo empacho alguno en adulterar burdamente un documento oficial con tal de tachar de mentiroso al Gobierno del PP y poner en un brete a quien en su nombre comparecía, el entonces vicepresidente, Mariano Rajoy; el cual no tardó en descubrir la trampa y exponerla ante el asombro de la concurrencia. Sin embargo, el señor Caldera ni alteró el gesto: porque, en efecto, todo valía contra una derecha que se había atrevido a ganar por segunda vez consecutiva unas elecciones generales ¡y por mayoría absoluta! Así de claro lo dejó otro diputado del PSOE y asiduo tertuliano televisivo, Antonio Miguel Carmona, en una conversación informal: 'si hacen falta más votos, hundimos otro Prestige'; eso sí, este señor al menos sí tuvo la vergüenza torera de dimitir cuando trascendió su comentario.

Y es que a los farsantes, tarde o temprano, se les acaba poniendo en evidencia. Aunque jamás tengan la decencia ni de pedir perdón por sus desmanes y felonías. Nunca más patrañas.

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