sábado, 30 de noviembre de 2013

¿MATA LA LIBERTAD DE MERCADO?

La llegada al Vaticano de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, ha sido como un soplo de aire fresco para la Iglesia católica. Son dignos de alabanza sus gestos de humildad, su cercanía, su compromiso con los más desfavorecidos y sus pasos encaminados a renovar y modernizar las más altas jerarquías eclesiásticas. Pero en la parte económica de su Exhortación Apostólica 'Evangelii Gaudium', no solo va más allá del camino señalado tanto por la Encíclica de León XIII, 'Rerum Novarum', como la 'Mater et magistra' de Juan XXIII, algunas de cuyas tesis, empero, deberían haber quedado superadas hace décadas ante el peso de los acontecimientos históricos acaecidos desde entonces (entre ellos, el colapso del socialismo 'real' escenificado en la caída del Muro de Berlín); incluso deja absolutamente corta aquella afirmación del tradicionalista Sardá y Sardany en forma de panfleto decimonónico, 'El liberalismo es pecado', al aseverar que el sistema económico derivado de las ideas liberales, la libertad de mercado, ni más ni menos que 'mata'. En este aspecto, no se le puede reprochar al Papa el empleo excesivo del matiz.

Independientemente de que, al tratarse de una Exhortación y no de una Encíclica, en este caso no sería aplicable el dogma católico de la infabilidad del Papa, Francisco se equivoca de medio a medio al criticar al libre mercado y al liberalismo en general de manera tan furibunda e injusta, para más inri sin privarse de utilizar los gastados tópicos propios del populismo latinoamericano que arruina y asola tantos rincones del Viejo Continente. No deja de ser un inmenso error poner en solfa, no solo principios basados en la moral y dignidad humanas y los derechos fundamentales del hombre, como son, además de la vida, la libertad y la propiedad (reafirmada esta última como 'derecho natural' en la citada Encíclica 'Mater et Magistra', por ejemplo); sino además el sistema económico que es precisamente fiel reflejo de esos valores basados en la libertad del hombre, el del libre mercado. Que, pese a lo que pregona de manera tan insistente, y cabe reconocer que eficaz, la propaganda antiliberal, ahí donde rige siempre produce más riqueza, más prosperidad, más progreso y, por tanto, menos pobreza, entre otras razones porque es capaz de producir más medios para luchar contra ella. Y solo cabe remitirse a las pruebas.

El que suscribe, como católico que se sigue considerando, nunca se ha identificado con los discursos que, al modo por ejemplo de un Donoso Cortés, presentan al liberalismo como adversario o incluso enconado enemigo del catolicismo; cuando precisamente el liberalismo tanto le debe en sus orígenes al sustrato occidental y cristiano, que basa sus principios en el respeto a la dignidad humana, y cuando el catolicismo no debería entenderse sin la defensa de, junto a la vida, el derecho fundamental del que Dios ha dotado al hombre al concederle el libre albedrío: la libertad. 

Por supuesto que la libertad no es un valor absoluto, como en realidad ningún derecho lo es: la ausencia de coacción, en feliz definición de Hayek, termina, como resaltó Stuart Mill recogiendo un lema popular, donde empieza la libertad de otro. El libre mercado es simplemente la realización y plasmación en las relaciones económicas y sociales de ese valor no absoluto, lo que conlleva la libertad de cada uno para disponer de lo que es suyo o ha ganado gracias a su mérito y esfuerzo y, por tanto, comerciar o intercambiar sus posesiones como buenamente quiera; aunque, por supuesto, con unos límites marcados por unas reglas de juego claras (ausencia de trampas y delitos, cumplimiento de los contratos y compromisos pactados, etc.), terreno en el que debe entrar el Estado. Porque, en puridad, el libre mercado, al contrario de como lo pintan los antiliberales de todos los colores ('anarquía', 'capitalismo salvaje'...), es absolutamente inconcebible sin la presencia de un Estado de Derecho; lo contrario es la ley de la selva, como la de las mafias que siguen dominando en países del Este de Europa como Rusia, o las de tribus que se imponen por la violencia en África. Que, pese a que también se les ponga la etiqueta, no son ejemplos ni de capitalismo ni de liberalismo económico.

Sobre el grado de intervencionismo de ese Estado regulador ya hay para todos los gustos: hay quienes piensan que ha de inmiscuirse en prácticamente todos los órdenes de la vida económica para desempeñar una labor 'redistribuidora' (lo que acaba siendo contraproducente, puesto que desincentiva precisamente la creación de esa riqueza que se pretende repartir); otros creemos que su labor fundamental ha de ser cumplir y hacer cumplir las leyes, garantizar la seguridad jurídica y propiciar un marco favorable para la generación de prosperidad y la reducción de la pobreza. Lo que 'mata' es precisamente el intervencionismo y dirigismo atroz y asfixiante (y liberticida) y la ausencia de esa garantía del derecho a la propiedad, la transparencia y el cumplimiento de los acuerdos y contratos que caracteriza al sistema de libre mercado. Porque sus 'alternativas', esas sí verdaderamente 'salvajes' (y contra las que con tanto denuedo combatió uno de los antecesores de Francisco, Juan Pablo II), son sobradamente conocidas; y sus consecuencias trágicas e inhumanas también.

Pero no solo cabe aprender de la pasada y cruda experiencia de los regímenes comunistas de la Europa del Este: ahora basta asomarse por Cuba, que antes de convertirse en paraíso anticapitalista era uno de los países con mayor renta per cápita del mundo; Corea del Norte, cuya tremenda pobreza y retraso contrasta abrumadoramente con la riqueza y el crecimiento económico de sus 'capitalistas' vecinos del Sur; o ese faro antiliberal del 'socialismo del siglo XXI' llamado chavismo, cuyos últimos decretazos son la puntilla a la libertad de comercio y el paso necesario hacia la muy socialista escasez de bienes básicos que ya está sufriendo Venezuela. Incluso a un nivel más suave, pero no menos ruinoso, el Papa Francisco no tendría ni que salir de su país de origen, Argentina, para comprobar en qué han convertido décadas de populismo 'descamisao' peronista a una de las naciones más desarrolladas, ricas y prósperas y otrora tierra de promisión.

Porque, en efecto, hay demasiados pobres en el mundo (aunque cada vez menos pese a que se afirme lo contrario), lo que resulta indicativo de que algo se está haciendo mal: precisamente no extender el sistema económico que, amén de plasmar el bien más preciado del hombre como es la libertad, se ha mostrado más eficaz en la generación de riqueza y prosperidad, en la asignación de recursos y, por tanto, en la reducción de la pobreza (como queda demostrado allí donde tiene lugar); y que, cabe insistir, es inconcebible sin un Estado de Derecho que garantice dentro del mercado el cumplimiento de unas normas. La libertad de mercado, lejos de matar, favorece que el hombre disponga de más y mejores instrumentos para progresar, mejorar su calidad de vida y, en consecuencia, alejarse de una miseria que, antes del triunfo (más o menos relativo) del liberalismo económico, le acompañaba indefectiblemente a lo largo de su vida. Sin duda, un logro más de la civilización occidental que los católicos, y los cristianos en general, deberíamos resaltar y defender.

lunes, 25 de noviembre de 2013

JFK: CINCO DÉCADAS SIN RESPUESTAS

'El tiempo es ese juez insobornable que da y quita razones'. Esta conocida sentencia encierra mucha sabiduría, pero no siempre obtiene su correspondiente aplicación a la realidad. Un caso paradigmático es el del asesinato nada menos que hace 50 años de todo un mito, el que fuera presidente de los Estados Unidos desde 1960 hasta su muerte tres años después, John Fitzgerald Kennedy. Cinco décadas de investigaciones, artículos, reportajes sobre el particular y nos hacemos las mismas preguntas: ¿quién ha sido? ¿La mafia (norteamericana)? ¿El comunismo, vía Castro, vía KGB, o ambas de consuno? ¿La CIA, incluso formando parte de una magna conspiración a tres bandas con el 'complejo militar-industrial' (que denunciara su antecesor, un ya senil Eisenhower, al final de su mandato) y la mafia, esta vez cubana (que es como suele definir el régimen castrista y sus propagandistas a su oposición); contando para más inri con la aquiescencia de quien le sustituiría en la presidencia, Lyndon B. Johnson? Desde luego, y sin necesidad de caer en teorías conspirativas, lo que sí parece difícilmente concebible, y por tanto descartable, es que el supuesto ejecutor del crimen, Lee Harvey Oswald, actuara única y exclusivamente por su cuenta, fuesen cuales fuesen sus verdaderas motivaciones. 

Personalmente creo que las dos primeras posibilidades planteadas son las más factibles: bien la mafia, dadas las peligrosas relaciones de su familia con Sam Giancana (que provocó auténticos 'pucherazos' en distritos que favorecieron a Kennedy, en unas elecciones presidenciales muy igualadas), quien es muy posible que se sintiera traicionado sobre todo tras la batalla sin cuartel contra el hampa declarada desde la Fiscalía General por su hermano Bobby (que también acabaría asesinado años después en extrañas circunstancias); bien el comunismo, sea Fidel Castro tras el apoyo de JFK a la fracasada invasión de Bahía de Cochinos y su actitud en general beligerante con el castrismo, sea la misma URSS, que en plena guerra fría pudiera sentirse especialmente inquieta ante el irresistible auge de un presidente estadounidense joven, carismático y que por donde iba (como ante el Muro de Berlín entonces recientemente erigido) dejaba clara su posición radicalmente anticomunista (aspecto que, por cierto, no se suele resaltar en él).

La tercera opción, que es la que por ejemplo expone Oliver Stone en su película 'JFK', me parece mucho más inverosímil por lo complicado que resultaría unir a instancias distintas con tan diferentes objetivos: ¿la CIA por su supuesta pérdida de control, influencia y autonomía bajo Kennedy?; ¿el complejo 'militar-industrial' por el temor fundado de que el presidente retirara las tropas de Vietnam, es decir, de acabar de un plumazo con una guerra que él mismo había iniciado poco antes?; ¿la 'mafia cubana' por la escasa implicación de JFK en Bahía de Cochinos, pese a que había dado su visto bueno a la operación?; ¿y quién tuvo el enorme mérito de poner a todos de acuerdo para organizar el atentado, quizá el mismo Johnson? Muy propio de la concepción conspiranoica de la historia, pero escasamente creíble; por mucho que la interpreten en esta escena clave dos excelentes actores como Kevin Costner (en su papel del fiscal Garrison) y Donald Sutherland (como el 'señor X', en realidad Fletcher Prouty, jefe de Servicios Especiales y enlace entre la CIA y el Pentágono).
 
JFK. Caso Abierto: Mister X por Chockys

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL APLOMO DE SOLBES

El azar tiene sus caprichos, en ocasiones no exentos de justicia poética; hasta el extremo, por ejemplo, de hacer coincidir el segundo aniversario de la victoria del PP en las últimas elecciones generales, que dio paso a un Gobierno que debía afrontar una situación económica calamitosa, con la presentación de las memorias de Pedro Solbes, vicepresidente y Ministro de Economía y Hacienda de Zapatero que, tras convertirse en activo y estrella electoral del PSOE merced a un debate televisado en el que se impuso mediáticamente negando con rotundidad cualquier atisbo de crisis económica, actuó después en consecuencia: gestionando su departamento como si no hubiera tal, pese a los muchos indicadores que empezaban a señalarla. Sin embargo, ahora el señor Solbes reconoce que tenía absoluta constancia de la inevitabilidad de las turbulencias económicas, pero que no quiso contrariar en público a su presidente, poco dispuesto a hacer política sin el colchón que le proporcionaba el hasta entonces abundante dinero público; de ahí que, según su versión, no lograra convencerle. Es más, ha llegado a declarar que se arrepiente de haberse presentado a aquellas elecciones en cuya campaña brilló con luz propia.

Más bien, y a toro pasado, Zapatero y Solbes se dedican a pasarse la patata caliente de quién ocultó de manera consciente a los españoles la inminencia de la crisis que todavía sufrimos: que si el Ministro no informó a su presidente a tiempo; que si sí le avisó, pero no le hizo caso. Da la impresión de que, el uno por el otro, dejaron la casa sin barrer. Lo que sí resulta indiscutible es el aplomo con que el señor Solbes mintió en su célebre cara a cara televisivo con Manolo Pizarro, hasta el punto de que, como se puede comprobar en el vídeo publicado más abajo, la audiencia le concedió una clara victoria: fundamentalmente porque el entonces vicepresidente del Gobierno se limitó a decir lo que la gente quería oír, que todo seguiría fenomenal y no habría que pedir sacrificio alguno, mientras que el representante del PP hizo de molesto Pepito Grillo al advertir de los desequilibrios de nuestra economía y alertar de la necesidad de empezar a reformar y tomar medidas de ajuste. Pero ni el PSOE ni, cabe reconocerlo, un electorado que mayoritariamente volvió a votar a Zapatero (y Solbes) quisieron saber absolutamente nada.

Por desgracia, no tardarían en venir los 'madres mías', aunque el Ejecutivo socialista de la época necesitaría todavía dos años más para asumir una realidad incómoda: tuvieron que mediar unas llamadas procedentes de Bruselas, Washington y hasta Pekín (manda narices que un régimen comunista pida rigor económico a un Gobierno de la Unión Europa) para que un descolocado Zapatero comenzara a reaccionar, tarde y mal, y ya con Elena Salgado de Ministra de Economía. Y las consecuencias todavía las soportamos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

MITAD DE LEGISLATURA: EL PP SE DESGASTA, PERO RESISTE

A casi un mes de alcanzar la mitad de la legislatura (porque cabe recordar que el PP ganó las elecciones generales el 20 de noviembre de 2011, pero no empezaría a gobernar hasta más de un mes después), las encuestas continúan señalando el gran desgaste experimentado por el partido del Gobierno, derivado fundamentalmente de las medidas impopulares que se ha visto obligado a adoptar tras la ruina zapaterina. Aun así, y según el diario 'El Mundo' (no precisamente proclive a Rajoy, bien al contrario), el PP supera en 3,5 puntos (ventaja bastante menor a la mostrada fechas atrás por el CIS) a un PSOE que, lejos de comenzar a remontar, sigue descendiendo en intención de voto, por extraño que resulte en un partido que en la oposición debería verse alguna vez mínimamente beneficiado por la pérdida de imagen del Ejecutivo; por su parte, 'La Razón' (medio, éste sí, mucho más favorable al presidente del Gobierno) publica un estudio demoscópico sobre elecciones autonómicas, del que muy significativamente se desprende que el PP ganaría en 9 de 13 Comunidades Autónomas: revalidaría sus mayorías absolutas en Castilla-La Mancha, La Rioja, Murcia y Castilla y León y su mayoría simple en Aragón (tendría que repetir su acuerdo con el PAR), si bien en Madrid, Comunidad Valenciana, Baleares y Cantabria pasaría a necesitar del concurso de otros partidos para gobernar (con el consiguiente riesgo del surgimiento generalizado de pactos de 'todos contra el PP', panorama político nada improbable); en Extremadura perdería por apenas ocho décimas, desventaja que se antoja absolutamente remontable.

Obviamente, del 'voto del descontento' se beneficiarían fundamentalmente los 'partidos protesta', IU como la rancia izquierda radical de siempre y UPyD como centro-izquierda que se presenta como 'transversal' y desideologizado; ambos experimentan una sensible subida electoral. Ahora bien, la principal causa del considerable descenso en intención de voto del PP, consecuencia del desencanto con un Gobierno que ha tomado medidas complicadas en un escenario de grave crisis económica, además de con la política en general, la seguimos encontrando en la abstención; y es ahí donde el partido de Rajoy tendría que centrar sus esfuerzos y aspiraciones de crecimiento electoral, intentando recuperar la confianza de aquellos que tampoco estarían dispuestos a transferir su voto a ningún otro partido. Algo perfectamente factible, sobre todo a partir de que el ciudadano medio empiece a notar con cierta nitidez la recuperación económica, situación a la que todavía no se ha llegado.


Eso sí, el PP no debería limitarse a esperar a que la mejoría de la economía cale por sí misma, sino además explicar con claridad las reformas llevadas a cabo (que han de continuar), en qué medida han contribuido a la recuperación y, por supuesto, no dejar de recordar de dónde partimos. Tampoco estaría de más empezar a buscar la reconciliación con amplios espectros de su electorado más tradicional, para más inri especialmente sensibilizado los últimos días por la suelta de etarras y demás criminales en aplicación e interpretación de la sentencia de Estrasburgo: urge convertir por fin en iniciativas de Gobierno y parlamentarias importantes apartados de su programa electoral, no solo en materia antiterrorista, sino, por ejemplo, también relativos a bajadas de impuestos y la prometida derogación de la actual y zapaterina ley del aborto. 

Sea como fuere, demos tiempo al tiempo, actitud que suele resultar conveniente; sobre todo en política. Todavía tenemos media legislatura por delante.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

NUNCA MÁS PATRAÑAS

Se ha hecho esperar, porque la Justicia no suele pronunciarse ni mucho menos de manera tan rápida como últimamente lo está haciendo a propósito de la aplicación de la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot. Nada menos que once años después de que se produjera el desastre, por fin se ha dado carpetazo judicial al caso del Prestige, que dio origen a la primera gran campaña de 'agit-prop' izquierdista contra el Gobierno de Aznar; solo superada en intensidad meses después con motivo de la segunda guerra de Irak. Pues bien, el tribunal, además de absolver a los acusados en el proceso (si bien ha condenado al capitán del buque por un delito de desobediencia grave a la autoridad), ha eximido de cualquier responsabilidad a la Administración de entonces, ya que, lejos de provocar la catástrofe, intentó solucionarla y evitar daños materiales y humanos, si nos atenemos a la literalidad de la sentencia; el juez asimismo avala la decisión de alejar el petrolero de la costa.

Por tanto, ha quedado acreditado en sede judicial que aquella feroz estrategia de acoso y derribo que adoptó el lema (que hizo fortuna) de 'Nunca Máis', emprendida con el objetivo de presentar al PP como culpable del hundimiento del Prestige y sus consecuencias, se fundamentó en la tergiversación de los hechos y la propagación de mentiras y patrañas de la peor especie. Según la agitación y propaganda de la izquierda política y mediática, poco menos que fue el Gobierno de Aznar, por supuesto que con la aquiescencia del entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga (que además cometió el imperdonable pecado de estar de caza cuando tuvo lugar el accidente), el que fletó el petrolero, lo colocó en aguas gallegas y provocó el vertido; debía ser para castigar a unos gallegos tan molestos que siempre habían mantenido una fidelidad inquebrantable al PP en las urnas, porque así de malvada, desagradecida y sádica ha sido siempre la derecha. Además, se anunciaban desgracias sin precedentes que el chapapote iba a traer consigo, absolutamente irreparables para la economía y que empujarían a miles de gallegos a emigrar, como antaño; sin embargo, apenas un año después el sector pesquero recuperaría la normalidad, e incluso la actividad turística continuaría creciendo. No, no llegó el Apocalipsis a Galicia como pronosticaban los cenizos de turno, que ahora vuelven a ser legión; como cada vez que gobierna el PP.

No está de más recordar a propósito el verdadero momento culminante de semejante éxtasis de la manipulación mentirosa: tuvo lugar en el Parlamento de la nación con la tristemente célebre intervención del entonces diputado socialista (y futuro Ministro zapateril) Jesús Caldera (que a partir de ese instante se hizo acreedor al sobrenombre de 'Típex'), que no tuvo empacho alguno en adulterar burdamente un documento oficial con tal de tachar de mentiroso al Gobierno del PP y poner en un brete a quien en su nombre comparecía, el entonces vicepresidente, Mariano Rajoy; el cual no tardó en descubrir la trampa y exponerla ante el asombro de la concurrencia. Sin embargo, el señor Caldera ni alteró el gesto: porque, en efecto, todo valía contra una derecha que se había atrevido a ganar por segunda vez consecutiva unas elecciones generales ¡y por mayoría absoluta! Así de claro lo dejó otro diputado del PSOE y asiduo tertuliano televisivo, Antonio Miguel Carmona, en una conversación informal: 'si hacen falta más votos, hundimos otro Prestige'; eso sí, este señor al menos sí tuvo la vergüenza torera de dimitir cuando trascendió su comentario.

Y es que a los farsantes, tarde o temprano, se les acaba poniendo en evidencia. Aunque jamás tengan la decencia ni de pedir perdón por sus desmanes y felonías. Nunca más patrañas.

lunes, 11 de noviembre de 2013

ESPAÑOLES, EL PSOE HA VUELTO

El de las rancias proclamas anticlericales, que denuncia los acuerdos con la Santa Sede... siempre que está en la oposición; el del republicanismo de boquilla, que sin embargo desde el Gobierno jamás ha tenido empacho alguno en utilizar la Monarquía para sus intereses partidistas; el de la política económica basada en el intervencionismo, el gasto público desbocado, disparar el déficit y, con todo ello, contribuir a generar paro y, en general, crisis que luego otros deban encargarse de afrontar y arreglar; el que es incapaz de mantener un mismo discurso en toda España sobre la nación y la Constitución, más preocupado de no molestar a unos nacionalismos separatistas ante los que no ha abandonado sus consabidos complejos y con los que aspira a pactar para 'echar a la derecha'; el que cierra sus congresos y conferencias alzando el puño y cantando 'La Internacional', antigualla que llegó a ser adoptada por Lenin como himno oficial de la Unión Soviética, ese histórico faro de la democracia y las libertades... En efecto, nada nuevo bajo el sol. Ha vuelto, si es que alguna vez se ha ido, el PSOE, el de siempre: el que desde la oposición no se para en barras y llega a amenazar la estabilidad institucional con tal de alcanzar el poder, y el que desde el Gobierno arruina la economía y empeora hasta extremos insospechados el panorama político y social.

Lo peor: una supuesta alternativa de Gobierno que, lejos de evolucionar hacia una socialdemocracia moderada y nacional como la alemana, apesta cada vez más a naftalina. Lo mejor: que los españoles, sobre todo los que tengan un mínimo de memoria, sabrán claramente a qué atenerse cuando acudan a las urnas.

jueves, 7 de noviembre de 2013

CIERRE DE CANAL 9: NI EL PRIMERO, NI EL ÚLTIMO

Quizá sea debido a la mayor notoriedad nacional que Canal 9 ha ido adquiriendo en sus 24 años de historia, sobre todo por medio de programas de éxito como 'Tómbola' (pionero de las 'teletertulias' de cotilleo tan en boga ahora); pero, en puridad, la valenciana no ha sido la primera televisión autonómica pública en cerrar: antes lo hizo 7 Región de Murcia, a instancias por supuesto del Gobierno autonómico murciano, que no pudo seguir pagando los más de 30 millones de euros que aportaba al año. De tal forma que rescindió el contrato con la empresa concesionaria (puesto que se trata de un modelo distinto al valenciano y al de la mayoría de los canales públicos: una televisión de titularidad pública, gestión privada y financiación mixta, pero en su mayor parte privada) y a partir de entonces se interrumpió la emisión en directo, aunque manteniendo la señal con programas 'enlatados'; ahora funciona a medio gas, básicamente a través de los informativos, a la espera de una nueva concesión que incidirá en un modelo similar aunque a un mucho menor coste para las arcas públicas regionales.

También hubo otra diferencia fundamental con respecto al caso de la televisión pública valenciana: el ERE que presentó 7 Región de Murcia fue aprobado sin impedimentos por los Tribunales, entre otras razones porque el personal afectado pertenecía a la empresa concesionaria, como tal privada. Y es que ha sido la declaración de nulidad del ERE de Canal 9 por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana la que ha empujado al presidente Fabra, que pretendía limitarse a introducir cambios en la gestión, a decretar el cierre de la Radio Televisión Valenciana. ¿Significará el principio del definitivo certificado de defunción de un modelo de 'televisión pública' que, so capa de ofrecer un 'servicio público' o promover determinadas peculiaridades regionales o 'hechos diferenciales', se ha dedicado más bien a competir en audiencia con canales privados tirando de pólvora del Rey hasta no dar más de sí?

Porque hay quien ha puesto ya sus barbas a remojar: es el caso de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, que ha anunciado que emulará a su correligionario Fabra si a Telemadrid lo hacen inviable los sindicatos izquierdistas que allí anidan. Por su parte, María Dolores de Cospedal ha insistido en su anuncio electoral de privatizar la televisión autonómica de Castilla-La Mancha, que lleva tiempo sometida a un proceso de saneamiento para hacer atractiva su gestión privada. En cuanto al resto de las autonomías, aunque resulta difícil imaginar que Gobiernos como los de Cataluña y Andalucía se desprendan de instrumento de propaganda tan poderoso, no cabe descartar nada: porque cuando las cuentas, esa imposición de la cruda y 'neoliberal' realidad, no salen y la deuda engorda hasta niveles insoportables, es preferible incluso desde el punto de vista electoral prescindir de un canal de televisión, por mucho que duela, que acabar tomando medidas de reducción del gasto más drásticas y mucho más impopulares.

Y es que, en efecto, y tal y como denuncian sus trabajadores, el cierre de la Radio Televisión Valenciana, como los que puedan venir, es culpa de los políticos: pero decisión exclusivamente política fue en su momento crearla, y su pervivencia y expansión se basaron siempre en objetivos y requisitos puramente políticos, no precisamente en demandas procedentes del mercado o la sociedad civil. No de otra manera se puede explicar que Canal 9 haya llegado a disponer de más plantilla que Antena 3 y Tele 5 juntas. Hasta que se ha demostrado que el Presupuesto no lo aguanta siempre todo por muy 'público' que sea, y que, una vez más, el concepto de 'Estado-empresario' no es garantía alguna de viabilidad; bien al contrario, ya que se rige por criterios burocráticos y políticos y no económicos y de mercado.

En suma, el cierre de Canal 9, que ni es el primero de una televisión autonómica pública ni muy posiblemente sea el último, es una de las muchas 'depuraciones' que ha traído consigo la crisis; aunque de manera algo tardía en este caso.

lunes, 4 de noviembre de 2013

GARZÓN: VUELVE EL HOMBRE

 
El señor Garzón, el perejil de todas las salsas, famoso en el mundo entero por su defensa de las causas perdidas progres mediante prevaricación y atropellos a los derechos individuales, ya figuró en las elecciones generales de 1993 como el número 2 en las listas del PSOE; justo detrás del mismísimo 'Míster X' de los GAL que como juez andaba investigando, y sin que ello al parecer le supusiera ningún impedimento moral. Años más tarde, fue descubierto 'in fraganti' compartiendo jornadas cinegéticas con el señor Bermejo, a la sazón Ministro de Justicia zapateril además de declarado cazador furtivo, en plena efervescencia mediática y judicial del caso Gürtel; porque para qué disimular, si Alfonso Guerra ya mató en su momento a Montesquieu. Ahora, junto a otras 'celebridades' de la izquierda radical que sin duda acercan todavía más al actual PSOE a la socialdemocracia más moderada, ofrece su colaboración a Rubalcaba, es de suponer que en las horas que le deje libres su brillante labor de asesoramiento a doña Cristina Fernández de Kirchner, otro prócer de las libertades; pero todo sea por luchar contra la malvada derecha, a la que increíblemente, y según todas las encuestas, una mayoría de españoles está todavía dispuesta a seguir votando. Pero a buen seguro que la sola presencia del Justiciero Mundial de la Santa Progresía, aunque de magistrado-juez de la Audiencia Nacional (tal y como rubricaba en sus misivas a su 'querido Emilio') se haya visto degradado a simple picapleitos, servirá para cambiar las tornas.

Quién sabe: de la misma forma que en su momento la no concesión por Felipe González de su deseo de ser 'Superministro' de Justicia e Interior (responsabilidad que acabó recayendo, qué injusticia, en Juan Alberto Belloch, otro juez progre aunque con menos ínfulas de estrella mediática) le llevó a abandonar (solo formalmente) la política, volver a enfundarse la toga y retomar la instrucción del caso GAL, lo que favoreció que se desenredaran muchas de las madejas del terrorismo de Estado puesto en práctica por el Gobierno socialista de entonces (sin que, por supuesto, alcanzaran a su 'no estigmatizable' presidente), la posibilidad de que Rubalcaba no se allanara a las demandas personales del rescatado 'fichaje galáctico' (aunque ahora venido a menos) podría desembocar en que se conozca por fin la verdad sobre el infame chivatazo a la ETA, caso que también instruía y cuyos secretos guardó a buen recaudo. 

Y es que nunca cabe abandonar la esperanza de que el conocido refrán de 'no hay mal que por bien no venga' acabe teniendo aplicación.