jueves, 10 de octubre de 2013

'DESCAMISAOS' Y CON PATENTE DE CORSO

La juez Alaya continúa desenredando la madeja de los EREs falsos, la mayor y más desvergonzada trama de corrupción por cuanto se organizó para birlar mil millones de euros de dinero público destinado a los parados: su último paso, el registro de sedes de centrales sindicales, empresas y organismos públicos como la Diputación de Sevilla, que además se saldó con la detención de personas relacionadas con los entes mencionados. Esta redada se produjo el mismo día en que la ex-Ministra socialista Magdalena Álvarez declarara por este caso ante el juzgado.

¿Cuál es la coartada favorita de ciertos progres a los que, pese a que van de honrados 'descamisaos', se les pilla con las manos en la masa y en consecuencia se actúa contra ellos? Agitar el espantajo del franquismo. Porque basta declararse 'de izquierdas' y 'antifranquista' (retrospectivo en la inmensa mayoría de los casos) para hacerse acreedor al derecho de disfrutar de una impunidad que se le niega al común de los mortales. Pues bien, les faltó tiempo a dirigentes sindicales de echar mano de tópicos referidos al pasado de la dictadura con tal de poner bajo sospecha las detenciones de sus conmilitones, como comparar a Alaya y la Guardia Civil con las brigadas de lo social. Ya se sabe: cuando gobierna la derecha, jueces, instituciones y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado se convierten en antidemocráticos, sobre todo si someten a investigación y medidas policiales y judiciales a partidos y sindicatos de la pura y santa izquierda.

Pero la infame campaña del sindicalismo vertical progre (y del socialismo político y mediático en general) contra la juez Alaya, que empezó desde el mismo momento en que se hizo cargo de la instrucción del caso hasta ir adquiriendo mayor crudeza conforme se iba descubriendo la extraordinaria magnitud del 'macrofraude', ha dado una nueva vuelta de tuerca: así, UGT y CCOO han llegado a convocar concentraciones a las puertas de su juzgado para dedicarle unas cuantas lindezas. Lo que, obviamente, equivale a intentar presionarla en el ejercicio de sus funciones. 

Aunque, claro, cómo se atreve una señora que, según una reputada escritora 'progresista' y 'feminista', no es de fiar por el hecho de que se muestre todos los días tan bella y espléndida desde muy temprano, a investigar a organizaciones que, dado su pedrigí izquierdista y de defensa de los trabajadores (pese al paro que propician), han disfrutado siempre de patente de corso para, por ejemplo, no hacer jamás públicas sus cuentas pese a sostenerse gracias a los impuestos de todos; e incluso a detener a algunos de sus miembros de los que, por muy poderosos que sean los indicios de enriquecimiento personal a través de burdas mangancias, su mera pertenencia al sindicato es plena garantía de su honradez sin tacha (y ay del facha que lo ponga en duda).

Pues eso: semejante atropello a la superioridad moral de la izquierda solo podía venir de una 'pepera', como la calificaban a grito pelado los sindicaleros apostados a la entrada del juzgado. Desprestigiemos, presionemos y acosemos, compañeras y compañeros, a la facha togada que pretende acabar con nuestra impunidad y nuestro privilegios. Que nadie ose tocarnos un pelo, que si a alguno de nosotros se nos pilla apropiándonos de lo ajeno seguro que será por una causa justa y en beneficio del trabajador (empezando por el nuestro propio, claro). Que somos los 'descamisaos', leñe.

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