miércoles, 10 de octubre de 2012

AY QUÉ WERT, QUÉ ESCÁNDALO



¿Que se enseñe historia de España e intentar siquiera impedir que se siga adoctrinando en el pensamiento único nacionalista, y por tanto en el odio a España y lo español, para que las aulas de los colegios públicos catalanes dejen de ser algún día puros semilleros de separatismo? Una vuelta al nacionalcatolicismo. ¿Que se garantice en Cataluña (y en otras Comunidades Autónomas, hay que decirlo) la enseñanza en español y, con ello, la libertad de elección de lengua vehicular? Neofranquista. ¿Que encima el Ministro se permita el lujo de, respondiendo a la Consejera catalana de Educación e incluso remedándola, utilizar la expresión 'españolizar' (¡vade retro!) refiriéndose a los contenidos que se les ha de impartir a los alumnos catalanes? Intolerable delito de lesa corrección política, ¡y a la hoguera con él! Ay qué Wert, qué escandalo...

Porque quien más estupor e indignación ha despertado, no en el nacionalismo, sino en la progresía política y mediática, no es quien amenaza con convocar ilegalmente un referéndum para separarse de España, sino quien recuerda la conveniencia de introducir la historia de España en el sistema educativo para que los niños catalanes dejen de estar imbuidos exclusivamente de mentirosa mitología nacionalista. Y ha sido él, quien como Ministro de Educación del Gobierno de la nación pretende cumplir con su obligación, el que ha echado leña al fuego, y no la exhibición totalitaria de simbología nacionalista, propia de la Alemania de los años 30 ('magnífico espectáculo' según el PSOE), que tuvo lugar en el Camp Nou con motivo del último Barcelona-Real Madrid.

Tras el rechazo del Congreso de los Diputados a la proposición secesionista de ERC (gracias a los votos en contra de PP, PSOE y UPyD), poco ha tardado el PSOE en volver donde siempre se ha encontrado más cómodo: alejado del PP y al lado de los nacionalistas. Es más, ha buscado, y creído encontrar, la coartada perfecta. Y es que, debido a sus complejos históricos, siempre tiende a concederle un plus de legitimidad democrática al nacionalismo y a considerar en el fondo que defender sin ambages la unidad de España no deja de ser un 'tic' franquista. Y ay de quien se atreva a poner en solfa los paradigmas del nacionalismo y, sobre todo, denunciar sus desmanes y atropellos.

No hay comentarios: