lunes, 21 de mayo de 2012

UNA COPA QUE DEBERÍA SER DE TODOS



Una muy loable iniciativa de la Fundación DENAES en vísperas de la celebración en el estadio Vicente Calderón de la final de la Copa del Rey que, como hace dos años, disputarán el Barcelona y el Athletic de Bilbao. Sin embargo, mucho nos tememos que campaña tan oportuna no logrará impedir (aunque es de suponer que, desde luego, no aspirará a tanto) que volvamos a sentir la vergüenza de presenciar cómo una masa descerebrada y fanatizada pita, insulta y veja a nuestro himno y a nuestro Rey (en este caso, ante su ausencia, al Príncipe de Asturias), símbolos nacionales de su odiada España. Tantos años de inoculación del virus nacionalista, especialmente devastador en ámbitos abonados al maniqueísmo irracional como suelen ser las hinchadas futboleras, tienen tan deleznables consecuencias; por mucho que determinados y escandalosos ejercicios de manipulación hayan intentado siempre ocultarlas.



Eso sí, seguramente nadie, o casi nadie, de quienes manifiestan de manera tan maleducada e irrespetuosa su rechazo a España, ni de aquellos que promueven y aplauden esos silbidos, abogará por la renuncia de sus equipos a competir en la liga española, y ni tan siquiera en la Copa que lleva el nombre del Rey de España. Quizá porque limitarse a disputar los títulos 'nacionales' catalanes o vascos con el Mollerussa o el Arenas de Guecho (con todos los respetos), además de falto de emoción, despertaría muy escasa expectación deportiva y mediática y, en consecuencia, muy magros ingresos en todos los conceptos; de ahí que en estos casos las demandas secesionistas se guarden para mejor ocasión, aunque desde luego no deja de ser una incongruencia participar en la competición deportiva de un país del que pretendes independizarte.

Porque, para más inri, estaría por ver si al Español, único equipo que sería capaz de hacerle un poco de sombra al todopoderoso Barcelona, se le permitiría jugar en una liga 'nacional' catalana: sería difícil si mantuviera tan oprobiosa denominación, a no ser que la cambiara por algo así como 'Catalá'. Sin embargo, la Real Sociedad no tendría problema alguno, obviamente, en participar en una hipotética liga 'euskalduna' para continuar rivalizando con el Athletic; si bien muy posiblemente tendría que dejar de ser 'la Real' (título que le concedió el mismísimo Alfonso XIII un año después de su fundación) para volver a llamarse, como en la Segunda República, 'Donostia', o bien rescatar su primer y originario nombre: Club Ciclista de San Sebastián. Quién sabe: dentro del delirio nacionalista, todo es posible.

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