miércoles, 2 de mayo de 2012

ASÍ NOS VA CON EL POPULISMO BANANERO

Y del peronismo al indigenismo. Al fin y al cabo, variantes del populismo ruinoso y ladrón, el cáncer que asola buena parte de Hispanoamérica. Hete aquí que ahora aparece en escena el ínclito Evo Morales, otrora recibido en su primera visita a la España de Zapatero como nuevo gran Mesías de la izquierda; quien, tras criticar hipócritamente el expolio de YPF perpretado por la presidenta patotera (una mera concesión a la tradicional aversión del boliviano medio por Argentina), decide imitarla y, ¡zas!, manda a su Ejército (institución que la izquierda totalitaria denosta en la oposición, pero de la que se vuelve entusiasta nada más alcanza al poder) tomar por la fuerza las instalaciones de la filial de Red Eléctrica Española en Cochabamba.

Ocupación que no tardó en contar con la presencia del mismísimo gran líder indigenista, aclamado por sus partidarios, para dotarle al latrocinio de toda la pompa, parafernalia y retórica propias del populismo bananero, siempre presto a proclamar su defensa del oprimido mientras birla. Porque siglos de marginación, discriminación y explotación a la comunidad indígena se ven por fin compensados por este tipo de asaltos por decreto al imperialismo de las multinacionales, 'marca de la casa' desde que Morales preside el Gobierno de Bolivia. Eso sí, sin que los indios ni el pueblo boliviano en general hayan notado mejoría alguna en sus condiciones económicas ni en su calidad de vida, bien al contrario; pero lo importante es ajustar cuentas con la historia, qué carajo.

La propia compañía se ha apresurado a quitarle importancia a la repentina expoliación de la que ha sido objeto, ya que el país andino no es relevante en su volumen de negocios. Y, por su parte, nuestro Gobierno ha desvinculado esta nacionalización de la llevada a cabo por el Ejecutivo argentino, y confía en que Bolivia, tal y como se ha comprometido, pagará un justo precio y compensará a la empresa española por las inversiones realizadas. Sea como fuere, este nuevo acto arbitrario contra los derechos de propiedad de una compañía española, y que además no hace sino incidir en una inseguridad jurídica que perjudica en primer lugar a los mismos bolivianos, merece el rechazo más contundente; y, ciertamente, resulta preocupante la posibilidad de que el ejemplo 'expropiador' cunda más de la cuenta en el viejo continente, especialmente en gobernantes en apuros que acaben sucumbiendo a la tentación de utilizar el populismo nacionalista como cortina de humo. Por tanto, no cabe dar un paso atrás.

En cualquier caso, años de compadreo con lo más granado del populismo bananero han traído estas consecuencias: porque cuando a un déspota le das palmaditas en la espalda y hasta le ríes las gracias, lo normal es que te tome por el pito del sereno. Justo lo contrario de la política de relaciones internacionales emprendida por Aznar, que quiso hacer de España un aliado inquebrantable de los Estados Unidos; no precisamente por capricho, sino para que nuestro país fuera respetado en el panorama internacional, y muy especialmente en América Latina. Pero, por desgracia, los españoles no le seguimos en ese empeño; es más, la inmensa mayoría le echaría la culpa del 11-M directamente a él y su política de alianzas con EEUU y Gran Bretaña, y de ahí un cambio de Gobierno que conllevaría precisamente un giro copernicano en la política exterior de España. Así nos va ahora.

No hay comentarios: