miércoles, 14 de marzo de 2012

SARKO REMONTA

Nada menos que diez puntos porcentuales le sacaba en noviembre el aspirante socialista a la presidencia de la República Francesa, François Hollande, al actual inquilino del Palacio del Elíseo, Nicolas Sarkozy, que repite como candidato del centro-derecha. Pues bien, ventaja tan apreciable se ha difuminado en apenas algo más de tres meses, hasta el punto de que Sarkozy ha llegado a colocarse en cabeza: así, según una última encuesta, se impondría en la primera vuelta de las presidenciales con un 28,5% de votos, punto y medio más que Hollande (27%). Por su parte, la ultraderechista Marine Le Pen se haría con un 16% (es decir, el porcentaje de voto que suele conseguir el Frente Nacional, que por cierto fue suficiente para que su mismísimo padre pudiera 'colarse' en la segunda vuelta de las presidenciales de 2002), mientras que el centrista François Bayrou se tendría que conformar con el 13%.

Aun así, y si nos seguimos ateniendo a los datos de esa misma encuesta, Hollande se alzaría victorioso en la segunda vuelta merced a una diferencia de entre uno y dos puntos. En cualquier caso, es muy pronto todavía para predecir cuál va a ser el comportamiento electoral de quienes opten en primera instancia por candidatos distintos al gaullista y al socialista: ese estudio demoscópico pronostica una abstención más alta entre el electorado más afín ideológicamente a la derecha, que no olvidemos que se encuentra en el Gobierno y que como tal ha sufrido un mayor desgaste por la crisis económica, que entre la izquierda, más animada ante sus posibilidades de protagonizar un cambio en el poder, y de cuyo voto útil se beneficiaría obviamente el candidato socialista.

Sin embargo, la estrategia de campaña emprendida por Sarkozy, basada en una constante presencia en los medios de comunicación, trata precisamente de movilizar a ese votante supuestamente más reacio a acudir a las urnas; y de momento parece reportarle excelentes resultados. Para ello, además de apelar a un chauvinismo especialmente arraigado en los electores que se sitúan más a la derecha (de ahí sus sorprendentes críticas al Tratado de Schengen de libre circulación y su defensa del proteccionismo económico), no está teniendo reparo alguno en poner al anterior Gobierno de España como ejemplo paradigmático de los perjuicios que provoca una gestión socialista: nosotros estamos mal, es cierto, pero mucho peor están nuestros vecinos tras su 'pasada' por el socialismo, viene aseverando Sarko. Y cabe reconocer que es un poderoso argumento.

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