martes, 6 de marzo de 2012

EL ENVALENTONAMIENTO DEL DÉSPOTA



Son realmente escalofriantes las imágenes captadas por el canal Channel 4: manifestantes heridos a los que se lleva al hospital, no para curarles, sino para torturarles cruelmente. Es la nueva y macabra vuelta de tuerca de un régimen oprobioso y despiadado, el que impone Bashar Al Asad en Siria. El déspota, envalentonado, no teme las consecuencias de un recrudecimiento de la represión, ya que, debido a la vergonzosa inacción de la comunidad internacional, sus desmanes y crímenes han quedado hasta ahora completamente impunes. Y así continuará mientras las potencias democráticas occidentales, cuyo papelón en este conflicto es notorio, prefieran mirar para otro lado.

Por mucho menos se intervino en Libia para ayudar al derrocamiento de Gadafi. No es en absoluto de recibo escudarse en el bloqueo en el Consejo de Seguridad de la ONU de Rusia y China, países cuyas credenciales en la defensa de la democracia y los derechos humanos brillan por su ausencia; para más inri en un sistema de relaciones internacionales heredado de la Guerra Fría y, por ello, desfasado. Si el veto de Rusia no supuso en su momento ningún impedimento para que, con el fin de derrotar al genocida Milosevic, la OTAN bombardeara a partir del 24 de marzo de 1999 objetivos militares serbios, tampoco debería haber ninguno para empezar a poner coto a las matanzas de Al Asad, a quien las 'sanciones' diplomáticas no parecen impresionarle mucho.

Es de nuevo aplicable la célebre sentencia de Edmund Burke: 'Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada'. Y deberíamos tener claro quiénes son los buenos en este caso.

No hay comentarios: