viernes, 13 de enero de 2012

LADY THATCHER, POR FIN, AL CINE

Nada menos que veintiún años. Es el tiempo que hemos tenido que esperar los cinéfilos especialmente amantes de las películas históricas y biográficas, y que además nos declaramos sin ambages admiradores de Margaret Thatcher y su obra política, para poder deleitarnos con un 'biopic' sobre la formidable líder británica: 'La Dama de Hierro'. Aunque quizá haya sido el tiempo necesario como para que alguien tratara de forma desapasionada la vida y carrera política de una figura que tantísimas y tan acentuadas filias y fobias despertaba: y se ha atrevido a hacerlo Phylilla Lloyd (directora de 'Mamma Mía'), con la perspectiva suficiente como para no presentar a Lady Thatcher como la reencarnación del diablo en mujer, que es como nos la pintaba la izquierda mediática y política de la época. En cualquier caso, pese a que la película intenta mostrarse políticamente aséptica (esfuerzo que ya es de agradecer), el hecho de que su empeño principal sea acercarnos a la Thatcher más íntima y humana, con su conocida fortaleza pero también con sus debilidades, propicia que el espectador simpatice con el personaje y, por tanto, también pueda hacerlo con las ideas y valores que enuncia, defiende y pone en práctica de manera tan inquebrantable.

Porque, haciendo en principio incluso abstracción de su condición de política conservadora, que la hija de un modesto tendero de un pequeño pueblo haya logrado llegar, paso a paso y tras no pocas frustraciones, nada menos que a Primera Ministra, y dentro de un partido en aquel entonces con ciertos aires clasistas y aristocráticos, podría entusiasmar a cualquier simpatizante de la izquierda que creyera de verdad en el ascenso social; y que además lo haya conseguido en un mundo de total hegemonía masculina, como tan gráficamente exhiben determinadas escenas de la película, debería constituir un edificante ejemplo para quien se adhiera a la causa feminista o de defensa de los derechos de la mujer. Pero si Margaret Thatcher es capaz de sortear tantos obstáculos y alcanzar sus metas es precisamente porque en su forma de conducirse por la vida aplica a rajatabla los principios que divulga como líder política, y que la progresía en general, partidaria de sustituir la iniciativa individual por la ingeniería social, rechaza. Así, el éxito por medio del esfuerzo y el mérito personal sería una premisa fundamental que, con el fin de rescatarla para una desmoralizada e indolente sociedad británica, llevaría a un Partido Conservador ideológicamente amorfo y contaminado de tantos años de laborismo, y que convertiría después en guía de su ejecutoria política.

Puesto que la película pretende centrarse en el carácter humano y personal de la protagonista, el hilo argumental se basa en el recorrido que sobre su vida, y a través de sus recuerdos y conversaciones figuradas con su difunto marido, Denis, realiza una Margaret Thatcher que empieza a sufrir de demencia senil. De tal forma que asistimos a una concatenación de 'flashbacks' que nos retrotraen a los momentos supuestamente más importantes del devenir personal y político de la Dama de Hierro: su juventud como ayudante del pequeño negocio de su padre, labor que compaginaba con sus estudios; sus comienzos en política (en los que conoció a su futuro esposo) como jovencísima candidata conservadora en su distrito; su primera entrada como diputada electa en una Cámara de los Comunes dominada absolutamente por hombres; su controvertida gestión como Secretaria de Estado de Educación en el Gobierno de Edward Heath; la conquista del liderazgo del Partido Conservador, empeño que no contaba al principio con la comprensión de su familia; su llegada a Downing Street tras su primera victoria electoral como candidata a Primera Ministra; sus duros enfrentamientos contra los adversarios externos (los sindicatos y el laborismo) e internos (aquellos de sus Ministros que flaqueaban ante la impopularidad de las medidas 'thatcherianas'; entre ellas, por cierto, aparte de privatizaciones, liberalizaciones y desregulaciones, una subida de impuestos, eso sí, indirectos); el atentado del IRA contra el Hotel Brighton, en el que se alojaban ella y su marido, y del que salieron milagrosamente ilesos; su postura firme y tajante en la Guerra de las Malvinas, punto de inflexión en su mandato (y en el que por ello se detiene especialmente la película); los tiempos felices derivados de su repentina popularidad y la recuperación económica; nuevo deterioro de su imagen tras su propuesta de implantar el 'poll tax', un impuesto municipal, y su postura contraria a la inclusión de Gran Bretaña en la unión monetaria europea, que coincide con la dimisión de su viceprimer Ministro, Geoffrey Howe, y el envite que le plantea Michael Heseltine para disputarle el liderazgo del Partido Conservador; traición final, dimisión y emocionante despedida de Downing Street.

Aún tratándose de un relato bastante completo de los hechos y acontecimientos que marcaron su vida personal y política, sí se echa de menos (máxime cuando el apelativo de 'Dama de Hierro' fue idea de la gerontocracia que dominaba la Unión Soviética) una especial referencia a su importante papel en la Guerra Fría y la subsiguiente caída del Muro de Berlín, que tan solo se menciona de pasada; y, en directa relación con ello, su alianza irrompible, plena identificación y relación de profunda amistad con Ronald Reagan, sin cuya presencia no puede entenderse la política exterior de Margaret Thatcher. Asimismo, debería haberse prestado siquiera un poco de atención a sus polémicas intervenciones en las cumbres europeas, donde, también rodeada de hombres (como en tantas secuencias de la película), casi siempre ejercía de molesto verso suelto en defensa de los intereses británicos; sobre todo teniendo en cuenta que fue su terminante rechazo a la unión monetaria lo que provocó la dimisión de su otrora fiel Geoffrey Howe (y no, como parece querer hacernos creer el mismo filme, una supuesta y humillante bronca que la propia Thatcher le propinara en una reunión del Gabinete) y la consiguiente revuelta dentro del Partido Conservador y de su propio Gobierno.

Los últimos días de Margaret Thatcher como Primera Ministra se nos aparece sola, aislada, de resultas de su cada vez mayor alejamiento de los miembros de su Gabinete, que acaban forzando su renuncia. Con ello se nos transmite la idea, sin duda exagerada y en una concesión al 'antithatcherismo', de que la firmeza en las convicciones que siempre le ha guiado se llega a convertir en obstinación, intransigencia, una posición inflexible que exaspera a la opinión pública británica; lo que genera una ocasión de oro para los 'trepas' del Partido Conservador, que logran por fin expulsarla del poder. Porque esa misma obcecación con la que se nos presenta no le impide dimitir de sus cargos pese a haber obtenido el apoyo de la mayoría del Partido. Pero sola acaba incluso al final de la película, una vez que su inseparable Denis decide abandonarla también de sus delirios: un símbolo del carácter indómito e individualista de la Dama de Hierro.

En suma, se trata de un muy apreciable 'biopic', aunque, debido entre otras razones a su ritmo irregular, no alcanza la excelsa calidad de recientes y magníficas producciones cinematográficas británicas como 'The Queen' o 'El Discurso del Rey'. Destaca por encima de todo una nueva interpretación magistral de Meryl Streep, la actriz que, por dotes artísticas e incluso rasgos físicos, mejor podía ponerse en la piel de la Dama de Hierro; en muchas escenas es literalmente clavada a Lady Thatcher. Por tanto, una película que no cabe perderse bajo ningún concepto.

No hay comentarios: