jueves, 15 de diciembre de 2011

ROSA DÍEZ: PORQUE YO LO VALGO

No cabe restar méritos a los logros de Rosa Díez desde que salió del PSOE y decidió fundar un partido propio: ha sido capaz de articular en pocos años una sólida formación política nacional de centro-izquierda y obtener representación en ayuntamientos, Congreso de los Diputados (donde ha pasado de 1 a 5 escaños) y en los parlamentos autonómicos del País Vasco (1 diputado) y Madrid (8). Ahora bien, de momento su apoyo electoral se concentra básicamente en Madrid y determinadas capitales de provincia de mayor población (casos de Murcia y Valencia, donde el actor Toni Cantó consiguió su escaño); es decir, en aquellos ámbitos urbanos, dinámicos y más informados donde le ha resultado más fácil a este nuevo partido obtener eco mediático y, a su vez, implantación.

Pero el hecho de que, pese a todos los esfuerzos, todavía no se haya expandido social y electoralmente más allá de la Villa y Corte y ciertas grandes ciudades ha resultado un hándicap para obtener un mejor resultado en los últimos comicios generales: tan solo 5 diputados (4 por Madrid y 1 por Valencia), siendo aun así una cifra apreciable. Mucho se ha utilizado el argumento del perjuicio que le ha supuesto el actual sistema electoral de reparto de escaños por provincias (como todos, con sus virtudes y sus fallas); aunque, si bien si se implantara la circunscripción única hubiese, en efecto, logrado muchos más diputados que los partidos nacionalistas (lo que hubiera hecho justicia a los votos conseguidos por unos y otros a nivel nacional), su peso en el Parlamento seguiría siendo mínimo y secundario; en cualquier caso, también por debajo de Izquierda Unida, que sigue concitando más adhesiones electorales. De todas formas, cuando alguien se presenta a unas elecciones se somete a las reglas y normas en vigor, que son las que son hasta que cambien, y ha de saber a lo que se expone; eso sí, el día en que UPyD sea capaz de ganarse en las urnas los millones de votos de un PSOE o un PP, a buen seguro que alcanzaría exactamente el mismo número de escaños que los dos grandes partidos.

Así pues, la organización de Rosa Díez va a tener la oportunidad de plantear en la sede de la soberanía nacional las reformas legales y reglamentarias que considere oportunas. Sin embargo, no es de recibo intentar cambiar a su conveniencia las reglas de juego a mitad del partido y escenificar, como ha hecho la misma señora Díez, un berrinche con el PP como si Rajoy tuviera la culpa de que UPyD no haya conseguido ese 5 por ciento de votos que exige el reglamento del Congreso para tener grupo parlamentario. Argüir además que con ello el PP les equipara con Amaiur es sencillamente ridículo: ¿acaso aplicarle el reglamento a los proetarras implica eximir a la señora Díez? ¿Por qué, porque ella lo vale? Tan disparatado resulta como si alguien, por muy buen ciudadano que fuera, pidiera que se le librara de cumplir, por ejemplo, una norma de tráfico por el mero hecho de que se le aplicara a un delincuente. Y, desde luego, aprovechar para insinuar una supuesta tibieza del PP en la lucha contra el terrorismo y sus adláteres es sencillamente indigno; máxime viniendo de quien fue miembro de un Gobierno del PNV y llegó a llevar a los tribunales a Mingote por un chiste sobre una campaña turística que promocionaba su propia consejería ('País Vasco: ven y cuéntalo'), mientras los militantes del PP sufrían en sus propias carnes los crueles embates del terrorismo etarra.

Y todo pese a que al final UPyD contará con grupo político en el Congreso, gracias al ingreso del único diputado del Foro Asturias de Álvarez Cascos; argucia del que han hecho uso todos los partidos, y que por lo tanto no cabe reprocharle en este caso. Pero menos ínfulas e imposturas, señora Díez, que no hay ninguna razón para que exija derechos que no le corresponden. Menos lobos, Caperucita.

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