sábado, 31 de diciembre de 2011

CONFIEMOS EN QUE SEA TEMPORAL

El déficit público no es del 6%, sino del 8; de tal forma que la reducción del gasto no se cifrará en 15.600 millones de euros, sino en nada menos que 40.000. Así pues, y como por otra parte era de esperar, el Gobierno de Zapatero se despidió mintiendo a los españoles sobre el estado de las cuentas públicas, de la misma manera que nos estuvo engañando acerca de la magnitud y gravedad de la crisis económica desde que ésta se inició. Al nuevo Ejecutivo salido abrumadoramente de las urnas le compete ahora, pues, afrontar la peor herencia económica de la democracia, y sin más remedio que adoptando medidas extraordinarias para una situación asimismo excepcional. Hasta el punto de que las previsibles, drásticas y saludables reducciones del gasto público (recorte de las administraciones y supresión de direcciones generales y otros órganos directivos, aumento de la jornada laboral a unos funcionarios a los que no se les aumenta el sueldo, tasa de reposición cero de las plazas de empleo público con algunas excepciones, congelación del Salario Mínimo Interprofesional, rebaja de subvenciones a partidos políticos, sindicatos, patronal y recortes a entes públicos como Renfe o RTVE), en las que obviamente habrá que seguir profundizando, se han visto completadas por unas subidas de impuestos, concretamente del IRPF y del IBI, que, por su carácter siempre contraproducente para la generación de riqueza, deberían evitarse casi a toda costa.

Aquí hemos criticado de manera harto frecuente los incrementos fiscales, y desde luego no vamos a cambiar ahora nuestra posición al respecto. Pero cabe confiar en que, tal y como se nos ha anunciado, se trate de una medida estrictamente temporal, de una duración limitada a dos años; y también en que, además, y con el fin de pese a todo reactivar la economía y propiciar la creación de empleo, se lleven a cabo de forma inmediata esas reformas estructurales y liberalizadoras tan necesarias y urgentes. Próxima parada: el mercado laboral, cuya flexibilización resulta imprescindible para aspirar a reducir las escandalosas cifras de desempleo que soporta nuestra economía. Y, por supuesto, esperemos que esas bonificaciones fiscales recogidas en el programa electoral del PP, y dirigidas a las pequeñas y medianas empresas, lleguen a aplicarse lo más pronto posible.

jueves, 22 de diciembre de 2011

ESPAÑA TIENE POR FIN GOBIERNO

La aparatosidad, las piruetas y los fuegos de artificio dejarán de caracterizar a la política nacional. Por fin España, tras soportar durante siete años y medio las ocurrencias e improvisaciones de una patulea de ineptos y tarambanas, tiene un Gobierno digno de tal nombre; como tal, y aunque acaben logrando mejores o peores resultados, que se ocupe de los asuntos puramente concernientes a la 'res publica', y no de tenernos entretenidos y revueltos. Independientemente de la opinión que particularmente nos merezca cada uno de ellos, todos los nuevos Ministros tienen sus carreras, por supuesto terminadas, e incluso varios de ellos sus oposiciones sacadas, empezando por el presidente del Ejecutivo; la práctica totalidad presenta una dilatada experiencia de gestión, ya sea política, ya sea en el ámbito privado; además, en la confección del recién nacido Gabinete no hay ninguna concesión a la imposición de cuotas de ningún tipo: sus miembros lo son por su valía y competencia y, obviamente, por contar con la confianza de quien los nombra, pero no atendiendo a un reparto en función del sexo o del lugar de origen. Como, además, ha sido siempre hasta el fatal advenimiento del socialismo zapaterista.

En efecto, se trata de un Gobierno a la medida de su presidente, como por otra parte era de prever. Y, por mucho que haya quien se haya apresurado a calificarlo de 'tecnócrata', como si Rajoy hubiese seguido la corriente procedente de Grecia e Italia (impuesta, eso sí, desde Bruselas), nada más lejos de la realidad: solo tres de los trece Ministros son independientes (De Guindos, Morenés y Wert), si bien claramente identificados ideológica y políticamente; el resto son políticos, y la mayor parte de un extenso currículum: ¿qué otra cosa son Montoro, Soria, Ana Pastor, Arias Cañete o incluso el mismo García Margallo? El hecho de que cuenten con amplios conocimientos técnicos no les impide ostentar la calidad de políticos, que es en realidad a lo que se han dedicado tantísimos años, y además en primera línea. Por tanto, el presidente Rajoy sí ha sido consecuente con esa defensa de la noble actividad política que expresara como respuesta a los cambios 'tecnocráticos' en los Gobiernos griego e italiano; que asimismo repitió en el debate de investidura.

En cualquier caso, ni de éste ni de ningún Gobierno podemos esperar que nos saque de la crisis: simplemente, ha de centrarse, nada más y nada menos, en generar las condiciones para que la sociedad civil, que es la que crea empleo y tiene verdadera capacidad para reparar los desperfectos de nuestra economía, lidere la tan ansiada recuperación. Para ello le queda por delante una labor renovadora ingente, que debería guiarse por la siguiente premisa: entrometerse lo menos posible en nuestras vidas; es decir, justo lo contrario del socialismo. Aunque, por supuesto, sus reformas no han de circunscribirse a la economía, ya que nuestra crisis no es tan solo económica: es también política, institucional, y de valores. En este sentido, sería fundamental convertir al nuestro en un auténtico Estado de Derecho, en el que prevalezca la división de poderes (es decir, resucitar de una vez a Montesquieu) y, por tanto, una Justicia verdaderamente independiente como garante de los derechos y libertades de los ciudadanos. Una asignatura pendiente de nuestra democracia que habrá que abordar inexcusablemente.

lunes, 19 de diciembre de 2011

EL ATRASO DE COREA DEL NORTE

Quizá para recordarnos lo mejor y lo peor de la condición humana, casi a la vez que lamentamos el fallecimiento de ese gigante de la libertad llamado Vaclav Havel, se nos informa de la muerte de Kim Jong Il, uno de los peores y más excéntricos tiranos de la historia contemporánea. Y comunista, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, no parece que en Corea del Norte se vislumbre la más mínima posibilidad de una transición democrática ni de reunificación con la capitalista y próspera Corea del Sur: el absolutismo hereditario en el que desemboca cualquier comunismo (véase Cuba) ha hecho posible que, allí sí, todo quede 'atado y bien atado'. Para desgracia de los norcoreanos.

Porque 63 años de comunismo puro y duro en Corea del Norte han traído atraso, miseria y desolación. Y como muestra, un botón: sendas fotos aéreas tomadas a los dos Coreas, publicadas por Peter Suderman, y tremendamente indicativas. Las diferencias entre un país en el que rige el libre mercado, y otro, precisamente su vecino, dominado por el llamado socialismo 'real' (y tan real), no pueden ser más evidentes. Aunque habrá quien todavía resalte la ausencia de contaminación lumínica que los norcoreanos disfrutan gracias a las políticas 'de progreso'.


domingo, 18 de diciembre de 2011

HAVEL: PASIÓN POR LA LIBERTAD

Sin la hercúlea labor en defensa de la libertad de un Presidente, un Papa y una Primera Ministra (tomando el título de un magnífico ensayo de John O' Sullivan), el mundo no hubiera asistido a la gozosa caída del Muro de Berlín. Pero sería injusto desmerecer la heroica actividad política de opositores internos en aquellos países subyugados por regímenes satélites de la URSS, quienes, aun sufriendo persecuciones, deportaciones, encarcelaciones y poniendo en riesgo sus propias vidas, empujaron, y mucho, hacia el final de un totalitarismo siniestro y criminal. Quizá junto a Lech Walesa en Polonia, el checo Vaclav Havel, fallecido hoy a los 75 años, pasará a la historia como uno de los líderes más destacados y tenaces de la épica y finalmente triunfante resistencia anticomunista en el Este de Europa.

Intelectual, célebre dramaturgo, Havel sufrió ya desde pequeño la abyección del comunismo, que, al tacharle oficialmente de 'demasiado burgués' (su padre fue un ingeniero de renombre y, gracias a su esfuerzo, rico), le condenó a no recibir educación secundaria; sin embargo, rebelde desde muy joven, se las ingenió para estudiar en una escuela nocturna mientras trabajaba en un laboratorio. Poco a poco fue abriéndose paso como autor de teatro, en cuyas obras (destacando especialmente 'La fiesta' y 'El memorándum') no se privaba de criticar y ridiculizar al estalinismo. Tras la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 (cruel respuesta a la esperanzadora Primavera de Praga), a la que se opuso sin ambages, sus libros pasaron a ser prohibidos, y él perseguido y frecuentemente encarcelado durante la década de los 70. Irreductible, colaboró en la fundación del movimiento para el cambio democrático 'Carta 77', que le valió la acusación de sedición y una condena de cinco años de prisión que cumplió en su integridad. Liberado, aunque bajo estricta vigilancia policial, en 1984, no abandonaría su actividad política contra el comunismo; su prestigio como inagotable defensor de los derechos del individuo le llevaría a desempeñar el papel de guía indiscutible de la Revolución de Terciopelo, que tras dos semanas de huelgas y manifestaciones pacíficas logró imponerse y derrotar al régimen comunista checoslovaco. En 1989, y después de sentarse a debatir con los mismos dirigentes que le perseguían y apresaban, fue nombrado Presidente de la República, cargo con el que poco antes ni soñaba y en el que, empero, fue confirmado un año después en unas elecciones democráticas. Así vivió Havel como protagonista una época de cambios vertiginosos e ilusionantes, a los que con tanto mérito y esfuerzo había contribuido.

Pero muy poco después sufrió su primera gran decepción como jefe del Estado: en mímesis con la desarticulación de la Unión Soviética, los movimientos independentistas surgían por doquier y triunfaban en la Europa del Este y, por mucho que él quiso impedirlo, Checoslovaquia, que acabó partiéndose en dos, no fue en absoluto ajena. De tal forma que dimitió en 1992; aunque meses más tarde, en enero de 1993, fue elegido Presidente de la recién nacida República Checa. Durante los diez años que se mantuvo al frente de su nación, cohabitó con Gobiernos tanto conservadores como socialdemócratas, con quienes manifestó sus discrepancias sobre la manera de llevar a cabo la transición del comunismo al libre mercado. En materia de política exterior, desde el principio abogó por el ingreso de Chequia en la OTAN y, en esa misma línea, convirtió a su país en un firme aliado de Estados Unidos, también en la lucha contra esa nueva gran amenaza para la libertad y Occidente: el fundamentalismo islámico. Y es que siempre tuvo claro que contra los enemigos de la libertad no valen subterfugios ni paños calientes, puesto que él los sufrió en primera persona.

Tras abandonar la política activa en 2003, volvió a escribir teatro (su obra 'A punto de partir'), además de apoyar las causas en defensa de los derechos humanos: así, fundó el Comité Internacional para la Democracia en Cuba, uno de los pocos países todavía esclavizados por ese comunismo al que combatió sin cuartel durante toda su vida. Porque si algo ha caracterizado el devenir de Vaclav Havel como intelectual y político es una inquebrantable e invariable pasión por la libertad, contra viento y marea. De ahí que merezca que su nombre quede grabado en letras de oro en la historia de Occidente.

jueves, 15 de diciembre de 2011

ROSA DÍEZ: PORQUE YO LO VALGO

No cabe restar méritos a los logros de Rosa Díez desde que salió del PSOE y decidió fundar un partido propio: ha sido capaz de articular en pocos años una sólida formación política nacional de centro-izquierda y obtener representación en ayuntamientos, Congreso de los Diputados (donde ha pasado de 1 a 5 escaños) y en los parlamentos autonómicos del País Vasco (1 diputado) y Madrid (8). Ahora bien, de momento su apoyo electoral se concentra básicamente en Madrid y determinadas capitales de provincia de mayor población (casos de Murcia y Valencia, donde el actor Toni Cantó consiguió su escaño); es decir, en aquellos ámbitos urbanos, dinámicos y más informados donde le ha resultado más fácil a este nuevo partido obtener eco mediático y, a su vez, implantación.

Pero el hecho de que, pese a todos los esfuerzos, todavía no se haya expandido social y electoralmente más allá de la Villa y Corte y ciertas grandes ciudades ha resultado un hándicap para obtener un mejor resultado en los últimos comicios generales: tan solo 5 diputados (4 por Madrid y 1 por Valencia), siendo aun así una cifra apreciable. Mucho se ha utilizado el argumento del perjuicio que le ha supuesto el actual sistema electoral de reparto de escaños por provincias (como todos, con sus virtudes y sus fallas); aunque, si bien si se implantara la circunscripción única hubiese, en efecto, logrado muchos más diputados que los partidos nacionalistas (lo que hubiera hecho justicia a los votos conseguidos por unos y otros a nivel nacional), su peso en el Parlamento seguiría siendo mínimo y secundario; en cualquier caso, también por debajo de Izquierda Unida, que sigue concitando más adhesiones electorales. De todas formas, cuando alguien se presenta a unas elecciones se somete a las reglas y normas en vigor, que son las que son hasta que cambien, y ha de saber a lo que se expone; eso sí, el día en que UPyD sea capaz de ganarse en las urnas los millones de votos de un PSOE o un PP, a buen seguro que alcanzaría exactamente el mismo número de escaños que los dos grandes partidos.

Así pues, la organización de Rosa Díez va a tener la oportunidad de plantear en la sede de la soberanía nacional las reformas legales y reglamentarias que considere oportunas. Sin embargo, no es de recibo intentar cambiar a su conveniencia las reglas de juego a mitad del partido y escenificar, como ha hecho la misma señora Díez, un berrinche con el PP como si Rajoy tuviera la culpa de que UPyD no haya conseguido ese 5 por ciento de votos que exige el reglamento del Congreso para tener grupo parlamentario. Argüir además que con ello el PP les equipara con Amaiur es sencillamente ridículo: ¿acaso aplicarle el reglamento a los proetarras implica eximir a la señora Díez? ¿Por qué, porque ella lo vale? Tan disparatado resulta como si alguien, por muy buen ciudadano que fuera, pidiera que se le librara de cumplir, por ejemplo, una norma de tráfico por el mero hecho de que se le aplicara a un delincuente. Y, desde luego, aprovechar para insinuar una supuesta tibieza del PP en la lucha contra el terrorismo y sus adláteres es sencillamente indigno; máxime viniendo de quien fue miembro de un Gobierno del PNV y llegó a llevar a los tribunales a Mingote por un chiste sobre una campaña turística que promocionaba su propia consejería ('País Vasco: ven y cuéntalo'), mientras los militantes del PP sufrían en sus propias carnes los crueles embates del terrorismo etarra.

Y todo pese a que al final UPyD contará con grupo político en el Congreso, gracias al ingreso del único diputado del Foro Asturias de Álvarez Cascos; argucia del que han hecho uso todos los partidos, y que por lo tanto no cabe reprocharle en este caso. Pero menos ínfulas e imposturas, señora Díez, que no hay ninguna razón para que exija derechos que no le corresponden. Menos lobos, Caperucita.

lunes, 12 de diciembre de 2011

EL 'HECHO DIFERENCIAL' BRITÁNICO

Paradójicamente, la primera fisura en la coalición liberal-conservadora que gobierna el Reino Unido no ha surgido como consecuencia de las duras e impopulares medidas de ajuste tomadas por David Cameron, sino del radical desmarque de éste en Bruselas. Nick Clegg, su socio de Gobierno y viceprimer Ministro, haciendo de nuevo profesión de fe de su europeísmo (que empero tuvo que matizar en campaña electoral), ha reconocido públicamente sus discrepancias con la postura defendida por su Primer Ministro, y ha llegado a advertir del peligro de que Gran Bretaña quede aislada de la Unión Europea. Sin embargo, la decepción del  líder liberal-demócrata no parece ser un sentimiento compartido por la mayoría de sus compatriotas: bien al contrario, una encuesta publicada por 'The Times' ha mostrado que un 57 por ciento de los británicos apoya el veto de su Gobierno a las propuestas debatidas en el Consejo Europeo, mientras que tan solo un 14 por ciento se manifiesta contrario. Ni más ni menos, Cameron ha sabido captar perfectamente la idiosincrasia del electorado británico, no solo del más conservador; y más concretamente sus particulares consideraciones y, por qué no reconocerlo, recelos hacia la Europa continental.

Mucho se ha escrito sobre las causas históricas, políticas, sociales y hasta geográficas (su condición insular) del tradicional desapego británico hacia el resto del viejo continente. Pero lo cierto es que los recientes proyectos de unidad económica, jurídica y política de Europa siempre han contado con los consabidos reparos procedentes de las Islas. Los argumentos que Margaret Thatcher, el entonces inevitable 'verso suelto' de las cumbres europeas, utilizaba para oponerse al Tratado de Maastricht, de donde nacería la actual Unión Europea, son aplicables al actual rechazo británico a la Europa en ciernes, la de la gobernanza económica: sí a una Europa de valores liberales y democráticos compartidos, que promueva un mercado libre, abierto y competitivo; pero no a una unión política y económica que, además de menoscabar la soberanía británica, introduzca el intervencionismo económico y la burocracia. Postura tan tajante y determinante, 'marca de la casa', provocaría la división en el Partido Conservador y, a la larga, su propia dimisión como Primera Ministro, pero el tiempo acabaría demostrando que era la que suscitaba la adhesión de la mayor parte de los británicos: de tal forma que ni Major, ni Blair, ni Brown, en teoría más abiertos al europeísmo, se atrevieron a dar el paso de integrar al Reino Unido en la unión económica y monetaria.

Por tanto, Cameron se ha limitado a recoger el testigo de su célebre y carismática antecesora, incansable defensora en los foros europeos del liberalismo económico y... de la soberanía y los intereses de los británicos, que tampoco permitirían ahora que la burocracia de Bruselas, que ciertamente además ha cometido bastantes estragos en los últimos años, les impusiera la política económica. Se trata, éste sí, de un auténtico 'hecho diferencial', con el que a estas alturas los europeos tendríamos que haber aprendido a convivir.

jueves, 8 de diciembre de 2011

COMO ANTES DEL 14-M

Nada menos que 25 de los 27 países de la Unión Europea tienen jefes de Estado o de Gobierno pertenecientes al Partido Popular Europeo. Así pues, la cumbre que ha convocado en Marsella a los dirigentes europeos de la formación política continental que engloba a los partidos liberal-conservadores ha adquirido una importancia capital, puesto que se ha convertido en realidad en una reunión preparatoria del Consejo Europeo de Bruselas. Allí, una vez que Nicolas Sarkozy advirtiera del momento extremadamente delicado que vivimos en Europa y de la imperiosa necesidad de alcanzar acuerdos para intentar salvar nuestra unión económica y monetaria, el último gran triunfador electoral de la familia popular europea, Mariano Rajoy, exponía las tres prioridades de su futuro Gobierno: lograr el equilibrio de las cuentas públicas, emprender una profunda reforma del mercado laboral y culminar la reestructuración del sistema financiero. Son, en efecto, las tres primeras grandes medidas de las muchas que habrá que acometer, y no solo en el terreno económico, durante el mismo comienzo de la legislatura.

A su vez, el presidente 'in pectore' ha aprovechado para ponerle tareas al jefe del Ejecutivo en funciones: que en el Consejo de Bruselas reclame que se eleve la mayoría cualificada al 90% (que Francia y Alemania quieren colocar en el 85%) para aprobar decisiones sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad (el anterior Fondo Europeo), con el fin de que España tenga capacidad de veto. Porque, en efecto, desterrar el zapaterismo ha de conllevar volver a la disciplina económica y presupuestaria, pero también a la capacidad de influencia. Como antes del 14 de marzo de 2004.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL COMISARIO DE LAS CLOACAS

No podía faltar. Es el perejil de todas las salsas... pestilentes. De las últimas informaciones publicadas sobre la bendita investigación periodística del 11-M ha vuelto a asomar su nombre: concretamente, la empresa de seguridad de un íntimo amigo suyo (por cierto, el mismo que pagó la tristemente célebre cacería de Bermejo y Garzón) contrató 'casualmente' a una testigo clave del 11-M, que se inventó unos hechos que sirvieron para apuntalar la versión oficial de los atentados. Se trata, cómo no, del comisario general de Policía Judicial, Juan Antonio González, hombre de confianza de Rubalcaba.

Juan Antonio González, para más señas natural de Cartagena, ha estado presente en varios de los asuntos más turbios que han jalonado la ejecutoria del PSOE en Interior. Sus servicios se remontan a la detención de Roldán, cuyo concurso fue decisivo: bajo la dirección de Juan Alberto Belloch, entonces Ministro de Justicia e Interior, pactó su entrega con el espía Paesa (por cierto, de actualidad estos días), que a cambio quedó libre de antecedentes. Pero no tendríamos noticia de él hasta la pintoresca montería celebrada por Baltasar Garzón, entonces juez de la Audiencia Nacional, y Mariano Fernández Bermejo, en aquella época Ministro de Justicia: González participaría también en aquella chusca escenificación de la burla a la división de poderes, que no por casualidad daría paso a la efervescencia mediática del caso Gürtel; cuyas filtraciones a la prensa procedían a buen seguro del propio comisario. Práctica que repitió con fruición en la trastienda de las numerosas operaciones político-policiales llevadas a cabo supuestamente contra la corrupción, en realidad contra la oposición, ya como colaborador directo de Rubalcaba.

Desde luego, el comisario de las cloacas no se ha parado nunca en barras: en su momento llegó a firmar una circular en la que, a la vez que no se privaba de recordar a los jefes de la Policía su poder otorgado, exigía a sus subordinados que les remitiesen los posibles casos de corrupción en los que estuviesen implicados 'personas relevantes' y 'altos cargos públicos'. Por tanto, desde el principio quiso dejar absolutamente claro cuál era su cometido en Interior, y que para ello contaba con la plena confianza de 'las altas esferas'. Eso sí, el hecho de que actuara de martillo de herejes de la corrupción (siempre que pudiera afectar al PP, claro) no impidió que se sospechara de su participación en el caso Malaya, ya que las iniciales JAG aparecieron en las agendas del cerebro de la trama, su tocayo y paisano Juan Antonio Roca. De momento, y entre amenazas de querellas a la prensa por parte del propio comisario, las suspicacias han quedado ahí.

De todas formas, que la mentirosa testigo rumana, de tantísima utilidad para que la sentencia se ajustara a la versión oficial sobre el 11-M, obtuviera un trabajo en España para ella y su marido gracias a los oscuros oficios del ínclito Juan Antonio González, es una nueva y palpable demostración de hasta qué punto las cloacas de Interior han colaborado en la ocultación, manipulación y falsificación de pruebas. Y también evidencia la imperiosa necesidad de emprender una limpieza a fondo del Ministerio: tanto para buscar la verdad sobre la masacre, como para evitar que pueda repetirse un hecho criminal similar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

EL PARTO DE MONTI

Con suma expectación esperábamos el anuncio de las medidas 'anticrisis' por parte del nuevo Gobierno italiano de tecnócratas, finalmente presentadas bajo el rimbombante título de 'Salva Italia'. Pues bien, una vez más el parto de los montes (y de Monti en este caso) no ha sido capaz de producir más que un ridículo y diminuto ratón: más impuestos (sobre el patrimonio, la primera vivienda y los definidos como 'bienes de lujo'; incremento del IVA en dos puntos; tasas sobre productos financieros), que, como siempre, acabarán pagando las más esforzadas clases medias; y la prohibición de realizar pagos en efectivo superiores a los 1.000 euros, con el declarado objetivo de luchar contra la evasión fiscal. Sin embargo, ninguna iniciativa contempla el más mínimo adelgazamiento de las Administraciones, ni reajustes en el gasto público. ¿Y alguna reforma liberalizadora? Aparte de remover obstáculos para la apertura de nuevos negocios, o eliminar límites a los horarios comerciales, medidas que con toda seguridad acabará imponiendo la misma Unión Europea, nada de nada. Para semejante viaje, no eran menester tecnócratas.

No es momento precisamente ahora de imponer restricciones a la economía, cuando urge reactivarla. Las subidas de impuestos, por mucho que para justificarlas se vuelva a echar mano de la demagogia, junto a esa especie de 'corralito' a la italiana, no harán sino contribuir a la retracción de la economía. Aunque se trate de un debate ya muy manido, se ha demostrado en numerosas ocasiones que el Estado consigue más ingresos bajando los impuestos y liberalizando, y no creando más obstáculos a la generación de riqueza y a la circulación de dinero. Lo peor de todo es que las medidas anunciadas por el Gobierno tecnócrata de Italia son más de lo mismo: profundizan en las contraproducentes decisiones tomadas (más impuestos, más impedimentos a la economía), y en cambio poco o nada hay de contención del gasto público ni de liberalizaciones. Es ni más ni menos que emprender el sinuoso camino tomado por Grecia, con los nefastos resultados conocidos.

jueves, 1 de diciembre de 2011

OBAMA, UN 'BLUFF'

Según los propios norteamericanos, y muy al contrario de lo que machaconamente repiten por estos lares de la vieja Europa, el peor presidente de la historia moderna de Estados Unidos no ha sido el cenutrio de George W. Bush, sino quien en estos momentos continúa morando en la Casa Blanca. Sí, sí, se trata del mismísimo Barack Obama, aquella esperanza mulata que, bajo presupuestos de la progresía internacional, iba a ser capaz, no ya de superar el capitalismo salvaje que asola Estados Unidos, sino además de arreglar la economía mundial, vencer a la crisis y, por supuesto, llevar la paz y el sosiego a todos los rincones de la tierra. Pero, ay, resulta que al primer Premio Nobel de la Paz preventivo de la historia lo tienen ya muy calado los mismos ciudadanos norteamericanos, porque sufren directamente los resultados de su gestión: echar mano de Keynes (a lo que, por cierto, se apuntó también Bush al final de su mandato) y del intervencionismo no ha servido más que para alargar la crisis; una de sus medidas-estrella, la reforma sanitaria, ha obtenido el rechazo de un norteamericano medio partidario a ultranza de la libertad y responsabilidad individual; y el único éxito que quizá quepa atribuirle, la captura y muerte de Bin Laden, ha sido insuficiente para mejorar a la larga su deteriorada imagen.

Y es que los datos de la consultora Gallup son verdaderamente reveladores: tan solo un 43% de los encuestados aprueba la gestión de Obama a tan solo un año de las próximas elecciones presidenciales; muy por debajo incluso del 51% que logró en circunstancias análogas Jimmy Carter, éste sí, considerado hasta ahora, y casi sin discusión, el peor presidente norteamericano de la historia reciente. La mayoría de las comparaciones con otros presidentes ciertamente no se sostienen: así, Harry Truman consiguió un 54% de aprobación; Dwight Eisenhower, nada menos que un 78%; el controvertido y antipático Richard Nixon, el 50%; Ronald Reagan, en pleno auge de sus impopulares 'reaganomics', el 54%; Bush padre, poco después de la Guerra del Golfo, el 52%; Bill Clinton, quizá en su peor momento, el 51%; y Bush hijo, de lleno en la polémica por la Guerra de Irak, el 55%. El único porcentaje comparable es el 44% que obtuvo Lyndon B. Johnson, quien, desgastado por una Guerra del Vietnam que empezaba a alargarse más de la cuenta y cobrarse demasiadas vidas de norteamericanos, decidió no volver a concurrir a las elecciones presidenciales.

Así pues, teniendo en cuenta esas cifras, y el hecho de que los analistas sitúen en el 47% de aprobación el mínimo a partir del cual poder ganar las siguientes elecciones, le va a resultar complicado a Obama repetir mandato. En la historia moderna, tan solo Carter y Bush padre (digan lo que digan, bastante peor presidente que su hijo) fueron incapaces de conseguirlo. Y es que el gran y extraordinario fenómeno que iba a propiciar una transformación política y social de dimensiones 'planetarias' va camino de convertirse en un auténtico 'bluff'.