jueves, 28 de abril de 2011

ZAPATERO, HÉROE MUNDIAL


Lo de Zapatero es un caso clínico, digno de un tratado de psicología aplicada. Sus deméritos y estropicios en materia de política económica son tan evidentes que hasta los poderes orgánicos y regionales de su propio partido, conscientes de que su presencia representa un demoledor lastre electoral, le han puesto fecha de caducidad a su estancia en La Moncloa; aún así, parece estar plenamente convencido de que su presidencia ha sido providencial y gloriosa, no solo para España, sino incluso para toda la Unión Europea. No de otra manera puede concebirse su entusiasmada descripción de una cumbre de los líderes de la eurozona, celebrada en plena efervescencia de la crisis financiera internacional tras la emblemática caída de Leman Brothers: 'Doce de octubre de 2008, París, sede de la presidencia de la República Francesa, el Elíseo, todos los líderes europeos viendo cómo se hundía el sistema financiero y la economía mundial, sabiendo que en lo que hiciéramos en ese momento se iba a jugar la vida de los países, de las empresas, de las economías. Y tomar la decisión pocos días después de salir al rescate de los bancos, a apoyar, con todo lo que significa la riqueza de una nación, un sistema financiero. Es una vivencia de un gran sentido de la responsabilidad que nunca pensé tener. Corrimos todos un gravísimo riesgo, ha sido muy grave, es verdad, pero hemos podidos contener males mucho más graves. Esperemos que la crisis sea objeto de recuerdo de estudio pero no de nuestra vivencia'.

Vamos, que de no ser por la epopeya sin precedentes protagonizada por Zapatero y demás líderes europeos, se hubiera ido todo al garete. Menos mal que los héroes de nuestro viejo continente, con nuestro presidente a la cabeza, se estrujaron las meninges, contuvieron el aliento y dieron el arduo y hercúleo paso de tomar una decisión sumamente imaginativa, además de arriesgada: 'Rescatar' a los bancos echando mano del erario, esto es, financiarlos con el dinero procedente del bolsillo del contribuyente. Que esta medida, por cierto tomada antes por la 'neocon' Administración Bush, supusiera en muchos casos, particularmente en el español, tirar de déficit y en consecuencia endeudar a las próximas generaciones, no importaba en absoluto: se había salvado el sistema financiero internacional. Eso sí, al igual que la economía en general, lleva desde entonces sin levantar cabeza y sin encontrar soluciones a sus congénitos problemas, pero la historia colocará a tan excelsos estadistas en el mejor de sus pedestales. Además, según Zapatero, tal alarde de keynesiasmo, corregido y aumentado por la política económica de su Gobierno, ha servido también para descubrir el negocio del siglo: gracias al dinero público prestado al sistema financiero español, el Estado ha conseguido unos beneficios de 3.000 millones de euros. Por tanto, ya sabemos lo que hay que hacer cuando las cuentas públicas se encuentren en aprietos: 'inyectar' dinero de nuestros impuestos, y cuanto más mejor, a las entidades financieras, sea cual sea la situación de éstas. Un legado del zapaterismo a los futuros gobernantes.

Y es que cualquiera 'con muchas ganas y una idea básica de país' puede llegar a presidente del Gobierno. En efecto, y así nos ha ido.

martes, 19 de abril de 2011

AYAAN HIRSI ALI, UNA HEROÍNA DE LA LIBERTAD


Aseveraba el político norteamericano Barry Goldwater, tachado en su época de 'ultra' y 'radical', entre otras razones, por su anticomunismo sin ambages, que 'el extremismo en la defensa de la libertad no es ningún vicio; y dejadme que os recuerde que la moderación en la defensa de la libertad no es ninguna virtud.' En efecto, tal y como nos ha enseñado la historia en numerosas ocasiones, los enemigos de la libertad no claudican ante los paños calientes y las concesiones, que bien al contrario interpretan como muestras de debilidad, sino ante posturas firmes, terminantes y basadas en plenas convicciones.

Semejante actitud, por desgracia en desuso en estos tiempos en los que impera el relativismo moral, tiene en cambio en Ayaan Hirsi Ali a uno de sus escasos y más edificantes ejemplos: Somalí de nacimiento, y víctima en su niñez de la salvaje costumbre de la ablación del clítoris, huyó de su país para evitar una boda concertada por su padre. Asilada en Holanda, de donde adquiriría la nacionalidad, obtuvo un máster en Ciencias Políticas y, tras darse de baja del socialdemócrata Partido del Trabajo (PvdA), del que abjuraría fundamentalmente por sus ideas multiculturalistas sobre inmigración, llegaría a ser diputada por el liberal Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD). Implacable azote de la intolerancia y el fundamentalismo propios del Islam, cuyas prácticas liberticidas eran contempladas con cada vez mayor aquiescencia incluso en la tradicionalmente liberal sociedad holandesa, se vio obligada a abandonar Holanda ante las amenazas de muerte procedentes del islamismo, que se recrudecieron especialmente tras el asesinato del cineasta Theo Van Gogh, en cuyo cortometraje 'Submission', una crítica descarnada del trato denigrante hacia la mujer en las sociedades islámicas, contribuyó como guionista. Actualmente, vive en Estados Unidos, donde colabora en el American Enterprise Institute, un 'think tank' liberal-conservador, y preside una fundación para la defensa frente al islamismo de los derechos de las mujeres en... Occidente. Porque a ese extremo, impensable hace apenas una década, hemos llegado.

Así pues, nadie mejor para denunciar la vesania y la profunda intolerancia del islamismo que una mujer que, como Ayaan Hirsi Ali, lo sufre en sus propias carnes; y que, además, lejos de arredrarse, es tan admirable, constante, indómita y valiente como para dedicar toda una vida a exponer sin disimulo alguno, y haciendo uso de ejemplos y argumentos claros y contundentes, su carácter plenamente incompatible con los valores occidentales basados en la libertad del individuo. Y muy a pesar de que tal pretensión no case con los paradigmas de lo políticamente correcto y, para más inri, le obligue a ir acompañada por escoltas. Por desgracia, la defensa a ultranza de la libertad no suele estar exenta de riesgos.

Durante la presentación de su último libro, 'Nómada', y a propósito de la prohibición del uso en público del velo integral decretada recientemente en Francia, Hirsi Ali ha sido tajante: 'No basta con eliminar el burka de las calles europeas. Este es un gesto meramente simbólico. Los países occidentales tienen que ser menos ambiguos en la aplicación de sus políticas. La cultura de acogida debe exigir que los que llegan no solo aprendan el idioma y acaten las leyes sino que también acepten el sistema de valores'. Por tanto, no es suficiente con propiciar la supresión de esas cárceles ambulantes para mujeres (según la propia Hirsi Ali, 'el burka simboliza la tradición, es cierto, pero su significado es el del control de la sexualidad; indica a la mujer que se quede en casa y señala al hombre como incapaz de controlar sus instintos sexuales'), sino que además, y dado que 'la emigración es algo voluntario; te da derechos y libertades, pero también te reclama unas obligaciones', el inmigrante venido del ámbito del Islam debería comprometerse de alguna manera a respetar las normas de convivencia, fundamentadas en la libertad y la dignidad de la persona, que rigen en Occidente. De ahí la conveniencia del controvertido 'contrato de integración', propuesto en España por el PP (también en la misma Francia por Sarkozy) y tildado sin más de 'xenófobo' por el PSOE y demás progresía, meramente por la procedencia de la iniciativa.

También levanta acta Hirsi Ali del desprestigio alcanzado por aquel movimiento que incluso provocara en su momento su propia defección de la izquierda: El multiculturalismo, cuyo producto más acabado, la zapaterina 'Alianza de las Civilizaciones', hace tiempo que duerme el sueño de los justos. En efecto, 'el multiculturalismo tal como lo entendemos hoy es un fracaso', reflexión perfectamente corroborada en la actualidad por dirigentes como Merkel, Sarkozy o Cameron, dentro de una derecha europea que hasta hace poco asumía acríticamente unas ideas, las multiculturalistas, también incluidas en los prejuicios y parámetros de la corrección política. Y es que la puesta en práctica de colocar en pie de igualdad una cultura, la occidental, fundamentada en los derechos y libertades individuales, y a otras en mayor o menor medida opuestas a tales valores y principios, solo podía conducir a la más absoluta de las frustraciones. Como tantísimos anhelos de la izquierda.

Tras sus imprescindibles 'Yo acuso' y 'Mi vida, mi libertad', 'Nómada' se ha convertido en lectura obligada para quienes creemos en la defensa y preservación de una libertad siempre amenazada por los liberticidas y totalitarios de turno. Debemos seguir aprendiendo de la experiencia y las enseñanzas de Ayaan Hirsi Ali, una auténtica heroína de la libertad.

miércoles, 13 de abril de 2011

ALAYA, PESE A LA MUERTE DE MONTESQUIEU


En una democracia liberal consolidada, en la que como tal rige la división de poderes, los jueces no deberían convertirse en protagonistas mediáticos y mucho menos acaparar titulares en la prensa. Y no cabe referirse únicamente a quienes persiguen de manera consciente el estrellato, como es el caso de un ínclito 'Justiciero Universal' que, aunque actualmente caído en desgracia, se ha servido fundamentalmente de los telediarios para lograr su celebridad. También hay quien alcanza notoriedad muy a pesar suyo, y paradójicamente por cumplir un papel que habría de ser exigible en cualquier miembro del Poder Judicial en un Estado de Derecho: obrar con independencia y someter a los restantes poderes, especialmente al Ejecutivo, al ordenamiento jurídico. Sin embargo, tal manera de proceder se considera un inusitado acto de valentía en un país como el nuestro, en el que, no en balde, hace años un vicepresidente del Gobierno se encargó de decretar la muerte del mismísimo Montesquieu. Para que quedara meridianamente claro dónde pasaba a concentrarse el poder desde ese mismo instante, y punto.

A los nombres de Grande-Marlaska y Ruz como jueces estrictamente cumplidores de su deber a la hora de controlar y, en su caso, enfrentarse al Gobierno hay que añadir ahora el de una mujer: Mercedes Alaya. Instructora del caso de la trama de los ERE fraudulentos, tuvo los arrestos suficientes como para responder con firmes advertencias a las desafiantes tácticas dilatorias del Ejecutivo autonómico andaluz, que finalmente no ha tenido más remedio que allanarse y remitirle las actas de los Consejos de Gobierno celebrados desde 2001. Pero, quizá ante la imposibilidad de emprender una campaña de linchamiento personal como en la que en su momento se llevara a cabo contra Marino Barbero, juez instructor del caso Filesa, la Fiscalía General del Estado, que, como es bien sabido, Conde Pumpido pone siempre al servicio del PSOE, ha entrado en escena de la mano de Juan Enrique Egocheaga; el mismo fiscal que, a propósito del caso Mercasevilla, se situara al lado del PSOE y apoyara la recusación de la juez Alaya. Y es que el objetivo sigue siendo apartarla del caso, o cuando menos entorpecer el curso de la investigación judicial y ganar tiempo de cara a las elecciones autonómicas andaluzas de 2012.

De todas formas, no parece que la juez Alaya vaya a arredrarse ahora ante semejantes argucias, y a buen seguro que, pese a todos los impedimentos que le impongan desde un poder que se niega a ser controlado con tal de tapar sus muchas vergüenzas, intentará llegar al fondo de tan escandaloso asunto. Su extraordinario ejemplo de independencia e integridad, al que todo defensor del Estado de Derecho debería adherirse, tiene además la virtud de resucitar en cierta manera la malograda figura del Barón de Montesquieu.

viernes, 8 de abril de 2011

EL NUEVO 'MALO' OFICIAL


La crisis económica que con especial virulencia sufre España tiene su nuevo cabeza de turco: antes eran Bush y Aznar, cuyas políticas 'neoliberales' (o 'neocons', que tanto da) supuestamente propiciaron el estallido de la burbuja inmobiliaria, fenómeno que con inusitada perspicacia detectaron Zapatero y demás prebostes de la izquierda socialista, eso sí, a toro muy pasado y con la cornada puesta. Ahora el papel de 'malo' oficial ha pasado a desempeñarlo Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, que, con el propósito de contener el incremento de la inflación en la zona 'euro', ha decidido subir los tipos de interés. Pero, ay, no ha tenido en cuenta los daños que tal medida provocará en la ya de por sí estancada economía española, cuyo previsible mayor deterioro tiene a partir de ahora otro culpable con nombre y apellido. Porque encontrar el origen de nuestros males allende los Pirineos es una tradición tan nuestra, que la progresía hispana no tiene ningún inconveniente en seguirla a rajatabla. Actitud que, en este caso, le conviene adoptar con tal de eludir responsabilidades.

Sin embargo, si bien es cierto que a corto plazo los efectos serán en general negativos, puesto que supondrán la subida de las hipotecas y una mayor restricción del crédito, a la larga será beneficiosa para nuestra economía, ya que en cambio dispondrá de mejores medios para desprenderse de una de sus principales losas: la deuda. Además, sería contraproducente continuar con esa misma política monetaria expansiva en la que precisamente hallamos la raíz de la crisis que vivimos. En cualquier caso, otro gallo nos cantaría si en su momento se hubiesen llevado a cabo reformas liberalizadoras y medidas de flexibilización de nuestro rígido sistema laboral: de esa forma a buen seguro que estaríamos creciendo al menos al nivel de la media de la Unión Europea. Pero de tal falta de iniciativa no tiene la culpa Monsieur Trichet.

miércoles, 6 de abril de 2011

VAYA SI MIENTE, Y TANTO



No debería ponérsenos tan estupenda la señora Valenciano. Sobre todo porque, si bien la memoria puede ser frágil, es muy fácil tirar de hemeroteca (y videoteca) y pillar a algunos en un flagrante renuncio.

lunes, 4 de abril de 2011

LA ECONOMÍA HA ECHADO A ZAPATERO


Mientras la cuantiosa herencia económica del PP se mantenía por pura inercia, alguien que había alcanzado la presidencia del Gobierno mucho antes de lo previsto y a lomos de la conmoción derivada de unos atentados terroristas, podía permitirse el lujo de mostrarse tan sectario e irresponsable como para jugar al furibundo antiamericanismo, al cambio de régimen, al 'cordón sanitario' contra el PP, a la memoria histórica, a la ingenería social y, en suma, a cumplir los anhelos de la izquierda nihilista y posmoderna. De esta forma, se ganaba el favor del electorado más 'progre', al que le suele encantar estas batallitas contra su denostada 'derecha' (de donde la necesidad de 'crear tensión'), y a la vez parecía demostrar la compatibilidad de un Gobierno socialista con la generación de empleo, riqueza y prosperidad. Hasta que, ay, llegaron tiempos de zozobra, en los que el personaje, puesto ante la tesitura de una realidad esquiva, ha sido incapaz de disimular su ínfima categoría como gobernante.

Ni las urgencias electorales de los barones regionales socialistas, ni, con todos los respetos, los serios y desesperados ruegos de doña Sonsoles Espinosa; y, ni muchísimo menos, esa su supuesta intención, curiosamente no declarada hasta ahora, de permanecer en el poder al modo aznariano, esto es, tan solo dos legislaturas. Ha sido precisamente la que fuera su principal aliada para obtener su reelección, la economía, la que en cambio le ha forzado ahora a renunciar a presentar su candidatura en 2012.

La incompetencia y la falta de altura de miras de Zapatero como gestor de la economía nacional han sido verdaderamente proverbiales: En su primera legislatura, en lugar de continuar con la política de reformas liberalizadoras de Gobiernos anteriores, se limitó a vivir de las rentas e incluso a emprender medidas de gasto público expansivo, especialmente acentuadas en campañas electorales (lo que entonces se conocía como 'sacar conejos de la chistera', eso sí, pagados a precio de oro a cuenta del erario); cuando empezaba a ser evidente que se nos venía encima una crisis económica de envergadura, negaba con virulencia tal contingencia, primero por razones electorales y después con la sola intención de desmentir una realidad que le obligara a tomar iniciativas drásticas e impopulares; una vez que el español medio comenzaba a notar, y de qué manera, la crudeza de la crisis, optó por la fácil salida de tirar de déficit por medio de improductivos y contraproducentes planes keynesianos, mientras nos anunciaba una y otra vez el final de unas turbulencias que, lejos de aminorar, no cesaban de aumentar; y cuando la situación de nuestra economía se volvió insostenible, el eje Paris-Berlin y Washington le conminaron a tomar esas medidas de reducción del gasto que poco antes rechazaba tajantemente, y que tanto han contribuido a deteriorar su imagen, amén de unas reformas flexibilizadoras de la economía que, por su timidez e inconsistencia, no son sino meros parcheos para salir del paso.

La misma cortina que, otrora opaca y fulgurante, sirviera para tapar una fea desnudez, ha degenerado en tan mísera y transparente que ha acabado dejando al descubierto las peores vergüenzas. La economía, de cuyos resultados en cambio se apropiaba mientras marchaba viento en popa, ha terminado siendo la más evidente demostración de la ineptitud de Zapatero como gran dirigente político del que, precisamente en los momentos más complicados, se espera realismo, capacidad de liderazgo, firmeza e ideas claras. Su desprestigio ha alcanzado tan altas cotas que ha llegado a representar una auténtica rémora electoral, y de ahí que el PSOE haya decidido librarse de él ante la cercanía de los comicios autonómicos y municipales. Sin embargo, no se nos ha concedido al resto de los españoles la oportunidad de pronunciarnos al respecto: cabe preguntarse si nos merecemos el castigo de seguir soportando durante un año a un presidente del Gobierno que, a su natural torpeza política y económica, encima hay que unir su recién adquirida condición de 'pato cojo'. Doblemente renqueante, pues, para desgracia de la dañada España.