miércoles, 29 de septiembre de 2010

RÉQUIEM POR EL SINDICALISMO BUROCRÁTICO


Cinco millones de parados, una crisis que golpea con más fuerza que nunca, una política económica que dispara el déficit público y maltrata especialmente a las clases medias, generalizadas subidas de impuestos, incrementos continuos y desorbitados de tarifas fijadas por el Estado, los mayores recortes de sueldos y prestaciones públicas de la democracia... ¿Acaso pueden darse condiciones más idóneas para que cualquier movilización contraria al poder establecido, o si se quiere dirigida a manifestar un descontento por el actual estado de cosas, se salde con cierto éxito? Difícilmente. Pues bien, esa suerte de huelga general, la séptima y sin duda la más peculiar y surrealista (la única emplazada con meses de antelación, y que además no surge contra el Gobierno que toma esas mismas medidas que los sindicatos dicen rechazar), ha derivado en un total y absoluto fracaso. ¿Pero cómo se puede ser tan torpe e incompetente, se preguntará cualquiera que no conozca la realidad social y política de nuestra querida España?

Porque, en efecto, los principales responsables del fiasco son los mismos convocantes. La primera y auténtica huelga general de la España democrática, la que tuvo lugar en 1988, logró en cambio, y en una situación económica ni mucho menos tan negativa, una muy considerable adhesión; no sólo en el sector de la sociedad más afín a los postulados de la izquierda (parte de ella ciertamente reacia a manifestarse en contra de un Gobierno socialista, 'de los suyos'), sino también dentro del electorado que votaba a la derecha, deseoso de que un poder entonces hegemónico y prácticamente incontestable recibiera un serio toque de atención. Ahora bien, los promotores de aquella huelga fueron sindicalistas fetén como Nicolás Redondo Urbieta: Defendían ideas tan equivocadas como las que puedan tener ahora sus sucesores, pero desde luego acreditaban un historial de lucha por unos determinados derechos y una total independencia del poder político y gubernamental. Todo lo cual les confería al menos una autoridad moral de la que carece absolutamente el actual sindicalismo burocrático.

De ahí que estos sindicatos instalados en el pesebre, que para más inri han ejercido de colaboradores necesarios de los desmanes económicos que nos han llevado al desastre, se hayan visto incapaces de aglutinar y canalizar un descontento tan extendido en la sociedad española. Hasta el punto de que el sindicalismo todavía llamado 'de clase' (a estas alturas de la película) ha pasado de ser considerado como una vía de solución a estimarse como parte del problema. Porque la realidad es que se ha convertido en una casta parasitaria que vive a expensas de los impuestos de todos, y que como tal se encuentra muy alejada de las verdaderas demandas y necesidades de los trabajadores a los que se jacta en defender.

Ni la ayuda prestada por un Ejecutivo dispuesto a devolverle años de 'cariño' (pactando los servicios mínimos y no publicando datos globales sobre el seguimiento de la huelga), y ni tan siquiera la utilización del chantaje y la coacción de la que, en su impotencia, hace cada vez más insolente ostentación (y ante la que la sociedad libre e independiente, la que sólo aspira a vivir de su propio trabajo, ha respondido con toda dignidad), han conseguido tapar un fracaso sin paliativos. Este tipo de sindicalismo, anclado en los modos y maneras del siglo XIX aunque socialburocrático y apesebrado, puede haber hallado en experiencia tan grotesca el principio de su fin; paradójicamente, bajo un Gobierno amigo y protector. Y es que, por el bien de la verdadera defensa de los intereses de los asalariados, debería abrirse paso un sindicalismo independiente del poder político y adaptado a los tiempos, receptivo a un mercado dinámico y cada vez más flexible como es el actual, abierto a los acuerdos contractuales libres entre empresario y empleado y situado a pie de obra para conocer perfectamente las características y peculiaridades de cada empresa y centro de trabajo.

Si, pese a todo, al sindicalismo todavía en vigor se le continuara proporcionando respiración asistida vía erario y de esta forma lograra sobrevivir unos cuantos años, ya no serviría ni como ariete del PSOE contra un próximo y previsible Gobierno del PP.

lunes, 27 de septiembre de 2010

LA LUCHA EN VENEZUELA NO HA TERMINADO


Cuántos desmanes y trampas no habrán intentado e incluso perpetrado los esbirros y tahúres del Gorila ¡durante las ocho horas! que tardaron en hacer públicos los resultados de las elecciones legislativas en Venezuela. Aún así, y dando por descontada la consumación de algún que otro pucherazo, el régimen autocalificado de bolivariano no ha tenido más remedio que rendirse a la evidencia: Un 52% de los votos para la oposición democrática y la pérdida por parte del chavismo de su dominio absoluto en la Asamblea, que no de la mayoría simple; y es que el peculiar sistema electoral venezolano permite que quien ha logrado una adhesión tan nítida en las urnas, en cambio no obtenga ni de lejos el mayor número de escaños en la Cámara.

Se trata en cualquier caso de un éxito indiscutible de la oposición al chavismo, especialmente meritorio si tenemos en cuenta que se ha visto obligada a afrontar un sinfin de impedimentos y trabas, impropios de una democracia digna de tal nombre y característicos de la dictadura de opereta que es en realidad. Sin embargo, una admirable y dinámica sociedad civil venezolana, que ha sido capaz de resistir heroicamente a los duros embates de un régimen empeñado en controlarla y asfixiar sus iniciativas, ha vuelto a exhibir su impresionante fortaleza. Haber conseguido en condiciones tan sumamente difíciles más de la mitad de los sufragios, en unos comicios que además han destacado por una alta participación, significa contar con un magnífico punto de partida para, llegado el día, ganar las próximas presidenciales y acabar definitivamente con la tiranía.

Porque, no nos engañemos, no va a ser nada fácil echar del Palacio de Miraflores a un Chávez que, aunque presume, al igual que sus partidarios de la izquierda 'civilizada', del origen y carácter supuestamente democrático del poder que detenta, siempre que ha podido se ha pasado la voluntad popular por el forro de sus caprichos. Como buen dictador. Cabe recordar que no es el primer revés electoral que sufre: Pese a que en su momento los venezolanos rechazaron mayoritariamente su delirante y aterrador proyecto de instaurar constitucionalmente el comunismo y construir con la Cuba de los hermanos Castro una especie de confederación del mal, él ha continuado imponiendo sus propósitos liberticidas por la vía del Decreto y de los hechos consumados. De tal manera que la estatalización de empresas privadas, incluidas cadenas de supermecados, la fijación de precios y la virtual desaparición de la propiedad han dado lugar a la escasez de bienes y productos y la consiguiente implantación de cartillas de racionamiento. Nada que no se haya inventado ya bajo todo comunismo que se precie.

No es, por tanto, de extrañar que ahora el tirano Chávez se haya permitido cantar victoria, 'suficiente' según él para 'continuar profundizando en el socialismo bolivariano'. Puesto que le vuelve a importar un bledo cómo se han pronunciado los electores en las urnas, va a continuar utilizando los muchos y poderosos resortes de los que todavía dispone para intentar llevar adelante su 'socialismo del siglo XXI', que como es notorio no es sino la misma calamidad siniestra, ruinosa y totalitaria que asolaría tantos rincones de la tierra durante la centuria pasada. Para evitarlo, se hace imprescindible que la oposición, ahora que se ha ganado esa posibilidad, bloquee en la Asamblea Leyes Orgánicas que persigan ese mismo objetivo; y además, de cara a las elecciones presidenciales de 2012, debe mantener esa unidad inquebrantable que tanto se echaba en falta y que precisamente se ha mostrado como el mejor activo para su triunfo. La lucha por la democracia y la libertad en Venezuela no ha terminado, ni mucho menos. Y seguirá siendo muy dura.

domingo, 26 de septiembre de 2010

CINCUENTA AÑOS DE TELEGENIA POLÍTICA


'In the election of 1860, Abraham Lincoln said the question was whether this Nation could exist half slave or half free.
In the election of 1960, and with the world around us, the question is whether the world will exist half slave or half free, whether it will move in the direction of freedom, in the direction of the road that we are taking, or whether it will move in the direction of slavery'.

Estas agudas y bellas palabras, pronunciadas en plena Guerra Fría entre el mundo libre y el totalitarismo comunista, inauguraban toda una era de predominio de la imagen y la telegenia en el ámbito político y electoral de las democracias occidentales. Su autor, el senador y candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, el joven John Fitzgerald Kennedy, se enfrentaba al vicepresidente y aspirante republicano Richard Milhaus Nixon en el primer debate electoral televisado de la historia. Tuvo lugar concretamente el 26 de septiembre de 1960, hace precisamente cincuenta años.

A partir de ese histórico momento, se hizo obligatorio que los postulantes a ser presidentes de la nación más poderosa de la tierra presentaran sus propuestas y se enfrentaran dialécticamente ante las cámaras de la televisión, que empezaba a ejercer su indiscutible liderazgo como medio de comunicación de masas. En los Estados Unidos, como en tantos otros fenómenos sociológicos y políticos los más adelantados, es desde entonces sencillamente inconcebible que lleguen a celebrarse elecciones a la presidencia sin los consiguientes debates televisados, que acabaron regulándose por ley. En otros países con arraigada tradición democrática, como en Francia o en Gran Bretaña, imitaron hace tiempo tan sana costumbre. No así en España, donde hasta 1993 no disfrutamos de dos debates en televisión, concretamente uno en Antena 3 y otro en Tele 5, entre los entonces candidatos a la presidencia del Gobierno, Felipe González y José María Aznar. Tendríamos que esperar a la campaña de las últimas elecciones generales de 2008, nada menos que quince años después, para acoger de nuevo en nuestros hogares sendas contiendas dialécticas entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

El cara a cara entre Kennedy y Nixon daba paso de manera irremisible a una nueva concepción de la propaganda y persuasión políticas, en la que el uso y la transmisión de la imagen comenzaba a desempeñar un papel fundamental: El continente pasaba a ser tanto o más importante que el contenido. De tal forma que, según los sondeos posteriores al debate televisado, Kennedy, que además de más atractivo y telegénico se había mostrado bastante más sereno en sus ademanes, se impuso a un Nixon pálido, mal afeitado, sudoroso y con el gesto crispado. Aún así, no está de más desmitificar un acontecimiento sin duda pionero: Ni Nixon estuvo tan desastroso como posteriormente se ha querido hacer ver (buena prueba de ello es el mismo hecho de que quienes escucharon el debate por la radio le concedieran la victoria), ni el éxito televisivo de JFK propició un terremoto electoral sin precedentes (la realidad es que el candidato demócrata obtuvo en voto popular el triunfo más ajustado en la historia de los comicios presidenciales estadounidenses).





viernes, 24 de septiembre de 2010

ZAPATERO Y SU AVATAR


Un decepcionado Cándido Méndez, a pesar de todo todavía esperanzado en recuperar su 'status' de consejero áulico de La Moncloa en política económica, reflexionaba hace poco en voz alta y destapaba una angustiosa e imperiosa petición: Que el presidente Zapatero 'dimita de su actual avatar', que escape de su 'reencarnación', supuestamente transitorio, en una especie de malvado y despiadado 'neocon'. Que vuelva pronto al redil keynesiano, a aquel socialismo feliz, glorioso, puro y cristalino que ha disparado el déficit en las cuentas públicas y ha generado casi cinco millones de parados; 'logros' y 'méritos' propios de la gestión de cualquier izquierda que se precie, que como es notorio se caracteriza por amar tanto a los pobres que los crea a mansalva.

Pero el mandamás socialburócrata de la UGT no debería albergar excesivos motivos de preocupación: El avatar de Zapatero siempre ha sido el mismo. Tranquilo, señor Méndez, que ZP sigue siendo ZP. Si ha emprendedido determinados recortes y reformas de inconfundible aroma 'neoliberal', aunque tarde y mal, es porque un francés, una alemana y hasta un norteamericano, casualmente las personas políticamente más poderosas de la tierra, así se lo han ordenado, como usted bien sabe. ¿Y cómo es posible que no se haya resistido, que ni siquiera haya protestado, que incluso no haya dimitido y convocado elecciones ante el trance de verse obligado a traicionar un código de conducta? Ni más ni menos, precisamente porque la guía ideológica del presidente es el marxismo; pero el de Groucho, que se resume en la siguiente frase: 'Estos son mis principios; si no le gustan, no importa, tengo otros'. Ética cínicamente pragmática que, por ejemplo, le permite afirmar ahora que tan de izquierdas es bajar los impuestos como subirlos. Y sin que se le mueva un solo pelo de la ceja.

Además, si algo lleva demostrando el presidente del Gobierno tras el fin de sus forzadas vacaciones monclovitas es que su característica forma de ser y proceder en política no ha variado un ápice. Para ejemplos, tres botones: Continúa asombrando al mundo económico y financiero cuando en sus viajes al exterior se pavonea de una recuperación que sólo existe en sus delirios, mientras se permite sentar cátedra sobre una materia, la economía, de la que no deja de ser un completo ignorante; rescata y vuelve a ponerse el disfraz de Robin Hood cuando anuncia una tan demagógica como contraproducente subida de impuestos para 'los más ricos' (en realidad, para los trabajadores más cualificados y aquellos que más declaran al fisco, que no son necesariamente los que más tienen), a la vez que su Gobierno decreta un nuevo y desproporcionado aumento de la tarifa de la luz que reducirá aún más si cabe el nivel de vida de las sufridas y maltratadas clases medias; y, con tal de asegurarse su permanencia en el poder hasta el final de la legislatura, pacta con los nacionalistas vascos unas transferencias de políticas activas de empleo que ponen en riesgo la caja única de la Seguridad Social (por cierto, 'casus belli' para los sindicatos, ahora no tan beligerantes, cuando Aznar negociaba su investidura con el PNV) y una unidad de mercado ya de por sí deteriorado, y para lo cual no ha tenido además empacho alguno en postergar al mismísmimo lehendaraki y conmilitón suyo Pachi López, al que ha dispensado similar trato alevoso que al defenestrado Maragall cuando acordó con Artur Mas el Estatuto de Cataluña.

Así pues, genio y figura. Cándido Méndez no debería perder la ilusión de volver a influir decisivamente en el diseño de la política económica zapateril, máxime cuando el PSOE acaba de presentar sus credenciales de protagonista para contribuir al éxito de la gran ceremonia teatral, vulgo huelga general, del 29-S. Y tampoco hay que perder de vista que, dado que se avecinan elecciones, Zapatero no tardará en mostrarnos su cara más populista y derrochadora.

lunes, 20 de septiembre de 2010

DE LA MECA AL TRIUNFO DE LA INTOLERANCIA


Cuando uno circula por la nueva y concurrida Avenida Miguel Indurain de Murcia, dirección norte, resulta difícil no reparar en un cartel propagandístico de una discoteca de la capital que, para promocionarse bajo el lema 'Pasión por los domingos', hace uso de una imagen tan sugerente como irreverente: Sin entrar en excesivos detalles, en ella se representa a una joven sin apenas ropa como una especie de Virgen en pleno éxtasis contemplativo. Sin embargo, y pese a que se ha convertido en lugar común tachar a los católicos en general como peligrosos ultramontanos, nadie del obispado, ningún párroco de la zona, o ni tan siquiera el último de los feligreses ha elevado en público la más mínima queja por tan llamativo diseño. Y eso que Murcia no es tierra que precisamente se caracterice por la irreligiosidad de sus gentes, bien al contrario.

Así pues, en este caso nadie ha osado poner en discusión la oportunidad o la pertinencia de publicar tal anuncio, que continúa incólume en su sitio tras muchos meses. Aunque si alguien hubiera creado la más mínima controversia sobre el particular, la reciente experiencia nos hace suponer que los 'laicos' de guardia junto con gran parte de los medios de comunicación, entre los que destacaría la mayoría de los canales de televisión, hubieran salido en tromba para apoyar a los promotores de la idea y alarmarnos acerca del riesgo de una reedición del nacionalcatolicismo franquista. Es más, si la discoteca hubiera sido un poco más ambiciosa y pasara a llamarse 'El Vaticano', sus instalaciones imitaran a la mismísima Iglesia de San Pedro de Roma, en consecuencia se llenaran de crucifijos e imágenes religiosas, y además sus camareros y demás personal se ataviaran con vestimentas propias de obispos, sacerdotes y monjas, aunque con el correspondiente toque 'sexy', a buen seguro que conocidos próceres de la política y la cultureta 'progre', con el fin de mostrar en público su solidaridad con las últimas víctimas de la sinrazón clerical, visitarían con harta frecuencia y las consabidas alharacas el local; que, de esta forma, incluso disfrutaría al menos de unas semanas de promoción gratis.

Pero la polémica suscitada a propósito de una conocida discoteca de Águilas, en la que los intransigentes islamistas han acabado saliéndose una vez más con la suya, demuestra que hay un solo supuesto en el que las creencias religiosas llegan a situarse por encima de la mismísima libertad de expresión: Cuando el que dice sentirse ofendido es un musulmán. Y es que la diferencia de trato con respecto a los sentimientos que pueda alegar un cristiano o un católico en particular, amén de que queda muy 'progre' meterse con todo lo que huela a cristianismo, radica en una realidad tan cruda como indiscutible: Unos amenazan con matar, y de hecho lo hacen, mientras que otros no. Porque la única Alianza de Civilizaciones que entiende el islamismo es la que desemboca en la plena imposición de sus preceptos fundamentalistas.

Obviamente, no cabe pedirle a un empresario, cuyo legítimo y loable objetivo es ganar dinero y conseguir beneficios, que se convierta en un héroe. En este sentido, si los dueños de 'La Meca' han sucumbido a las intimidaciones islamistas y han accedido a cambiarle el aspecto y el nombre a la discoteca, ha sido por puro cálculo económico; además, por supuesto, del mero afán de supervivencia. Ahora bien, se ha echado mucho de menos una defensa de los fundamentos y valores de nuestra civilización, basados en la libertad individual, por parte de quienes deberían ejercerla: Nuestros líderes políticos, especialmente un Gobierno que hace de un supuesto 'laicismo' su razón de ser, y unos medios de comunicación que en su mayoría se han limitado a levantar acta de unos hechos que han contemplado con una injusta y lamentable equidistancia. Es cierto que han salido ganando tanto los miembros de la comunidad islámica que pusieron el grito en el cielo (y que incluso se permitieron el lujo de visitar el local para ordenar a sus promotores qué símbolos y motivos de la decoración debían eliminar) como los mismos empresarios, que alguna ventaja sacarán de la repercusión mediática del asunto. Finalmente ha prevalecido la paz, en efecto; ni más ni menos que la que ha querido imponer el islamismo. Pero, en consecuencia, el buen y bello nombre de la libertad ha quedado mancillado. De nuevo. Una vez más, la intolerancia islamista puede apuntarse un triunfo incontestable.

Por desgracia, hace tiempo que en Occidente hemos renunciado a plantarle cara al integrismo islámico en el terreno de las ideas y los principios. Si persistimos en actitud tan pusilánime contribuiremos a hacer realidad algún día aquel deseo que expresara el déspota Gadafi ante su imponente ejército de huríes europeas: 'El Islam debería ser la religión de toda Europa'. Camino va de convertirse en la única, dado que no admite competencia.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA 'OMERTÁ' SINDICAL


Inquirir cuántos socios puede tener una organización privada, como por ejemplo una asociación de amigos de la pesca que se nutre única y exclusivamente de donaciones particulares, no sería de nuestra incumbencia siempre y cuando desarrolle sus actividades de manera lícita y con respeto a las leyes. Ahora bien, averiguar cuántos liberados sindicales conforman los distintos organismos y empresas del Estado sí es asunto de pleno interés para los ciudadanos, como tales contribuyentes. Fundamentalmente, porque en un régimen de opinión pública ésta tiene todo el derecho a saber en qué se emplea hasta el último céntimo que proceda de los impuestos de todos; y quien administra el erario, el Gobierno, adquiere la obligación de informar fehacientemente de ello.

Sin embargo, cada vez que se le ha preguntado sobre el número exacto de sindicalistas o similares que, gracias a donaciones forzosas en forma de impuestos, tienen el medieval privilegio de cobrar sin dar un palo al agua, el Ejecutivo ha dado la callada por respuesta, cuando no la pura y dura tomadura de pelo. Y es que este sindicalismo socialburocrático, vertical y apesebrado, pese a vivir de abundantes y cuantiosísimas subvenciones, se muestra totalmente incompatible con la transparencia y la publicidad exigibles en democracia: Desde las cifras de afiliados hasta la gestión de unos cursos de formación tan dispendiosos como inútiles (por mucho que esos parados, según el visionario de La Moncloa, 'trabajen por el país'), pasando por el coste de aquellos cutre-vídeos con los que se pretende animar a la participación en ese mal simulacro de huelga general, adolecen de secretismo y de un oscurantismo al que se presta y contribuye el Gobierno socialista. Vamos, que para no rendir cuentas del uso del dinero público basta con autoproclamarse 'defensores de los derechos de los trabajadores'; y quien no entienda cómo es posible erigirse en tal sin ni tan siquiera molestarse en pisar el lugar de trabajo es sin duda un neoliberal intransigente, un peligroso 'thatcherista'.

En cualquier caso, resulta harto significativo que el Gobierno insista en ocultar el registro de liberados sindicales, cuyos guarismos han de ser especialmente escandalosos en la presente y persistente crisis económica. Se pretende evitar a toda costa que recortes como los anunciados por Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid calen todavía más si cabe en la opinión pública, o que incluso ante una sangrante evidencia acaben considerándose hasta cortos. Pero el sindicalismo instalado, obviamente el que representa UGT y CCOO, parece encontrarse por encima del bien y del mal, hasta el punto de mantenerse ajeno a esos ajustes y sacrificios a los que todo bicho viviente ha de someterse ahora. Y es que, por desgracia, y en virtud de la ausencia de una Ley de Huelga que, por ejemplo, sancione como es debido la utilización de la coacción por medio de los eufemísticamente llamados 'piquetes informativos', dispone de un valiosísimo instrumento para lograr conservar sus prebendas: El chantaje. De ahí que la 'omertá' sindical, el silencio sobre el verdadero coste de sus actividades, se imponga por doquier.

Porque nada teme más el Gobierno de Zapatero que enemistarse definitivamente con quienes hace poco le distinguían con todo su 'cariño' y hasta colaboraban en el diseño de su gloriosa política económica; de ninguna manera quiere correr el riesgo de que la ópera bufa que tendrá lugar el 29-S se convierta en una huelga general con todas las letras. Eso sí que no.

jueves, 9 de septiembre de 2010

LA ARROGANCIA DEL SOCIALISMO

Hay quienes, para hacer pedagogía y didactismo político, no tienen mejor idea que echar mano del tristemente célebre Rodolfo 'Chiquilicuatre', de la caspa y de la chabacanería; parece ser que sus aspiraciones, pese a que cuentan con el dinero de todos los contribuyentes, se limitan a apelar a un determinado tipo de público, receptivo a los bodrios más ignominiosos. Aunque no debería de extrañarnos, ya que tal es el nivel intelectual que hace tiempo ha alcanzado la izquierda española en general, que obtiene entre los adictos al infecto submundo de la telebasura un cuantiosísimo caladero de votos.

Pues bien, otros en cambio consideramos que en tales casos es preferible acudir por ejemplo a series televisivas de cierta calidad y prestigio, como sin duda lo fue 'El Ala Oeste de la Casa Blanca'. Concretamente, una secuencia consistente en una de las muchas conversaciones de enjundia política y económica entre el Ayudante del Jefe de Gabinete del Presidente, Josh Lyman, y su secretaria Donna, ilustra de manera clara y sencilla esa 'fatal arrogancia' que muy acertadamente Hayek atribuía al socialismo: Los planificadores centrales de la economía, puesto que son tan soberbios que creen disponer de toda la información existente, están convencidos de que saben mejor que nosotros en qué emplear nuestro propio dinero. De ahí que decidan subirnos los impuestos, sobre todo cada vez que las cosas vienen mal dadas.

Para quien no esté familiarizado con el lenguaje político estadounidense, 'republicanos' debería entenderse en nuestro ámbito europeo como 'liberales', o mejor 'liberal-conservadores'; mientras que 'demócratas' podría identificarse, si bien con muchos matices en general aunque perfectamente aplicable al ejemplo concreto, con 'socialistas'.

lunes, 6 de septiembre de 2010

...Y COMIENZA LA SEGUNDA PARTE DEL PARTIDO


Ya la tenemos aquí. Aquella segunda parte que nos anunciara Mayor Oreja ante los rasgados de vestiduras de los profesionales del engaño y el fariseísmo, la del partido de la negociación entre el Gobierno de Zapatero y la ETA, ha comenzado. La escenificación, tan siniestra como esperada: Tres encapuchados, a la vez que proclaman puño en alto su fe en 'la lucha' por una Euskadi 'socialista' e 'independiente', prometen que nos perdonarán la vida, pero sólo de momento; todo depende, por supuesto, de que impongan su chantaje y vayan arrancando concesiones en pos de sus delirantes y sangrientas metas. Esa denigrante y tenebrosa foto, la de los etarras emboinados, encaperuzados y con ademanes amenazantes, ha ocupado las portadas de la práctica totalidad de los periódicos nacionales. Por tanto, la banda asesina ya puede apuntarse el primer tanto, puesto que ha conseguido un importante triunfo en un ámbito en el que cualquier terrorismo que se precie basa su razón de ser: En el de la propaganda. Ahora le toca al otro compareciente en el terreno de juego, al Gobierno, mover ficha.

Dado el estrepitroso fracaso con el que se saldó la primera parte del partido, conviene cambiar de táctica y hasta de estilo. Ahora cabe ser más 'conservador', menos ambicioso, favorecer un juego más controlado y lento y, sobre todo, no mostrar las cartas ante una concurrencia, la de la opinión pública española, que repulsó mayoritariamente los términos, abiertamiente marrulleros e indignos, en los que se estaba desarrollando el encuentro. En la reanudación del mismo, toca mostrarse escéptico, máxime cuando el comunicado etarra ha acabado siendo nada con sifón (para este viaje no eran menester alforjas, camarada Eguiguren), y hasta declarar solemnemente que 'el Gobierno no va a cambiar ni una sola coma su política antiterrorista'. Y, por supuesto, hacerse el despistado y jurar y perjurar que nada ha tenido que ver con una supuesta negociación previa, pese a los indicios que dan a entender lo contrario: La retirada de la escolta a personas amenazadas en el País Vasco y la aparición en TVE del Ministro Rubalcaba justo el día después son hechos que también habrá que atribuirlos a la mera casualidad.

Tanto subterfugio, tanta argucia nos lleva a un riesgo cierto: A que el partido termine resultando en un escandaloso tongo. Ni más ni menos, a que se cumpla aquel deseo que expresara la vicepresidenta De la Vega en la primera parte: Que no haya ni vencedores ni vencidos. Porque es cierto que la ETA persigue ahora su presencia en Ayuntamientos del País Vasco y la consiguiente financiación pública; pero a Zapatero puede que sólo le quede presentarse como el 'Príncipe de la paz' para albergar alguna esperanza electoral. Y, en este sentido, ambos 'contendientes' se necesitan para propiciar su propia supervivencia. Permanezcan, por tanto, atentos a la pantalla.

sábado, 4 de septiembre de 2010

UN PUNTO DE PARTIDA PARA SER UN BUEN ESPAÑOL

Juan Ignacio de Ibarra es toda una institución viviente en Murcia. Periodista deportivo (una vida entera dedicada al Real Murcia de sus amores, del que es socio de honor), actor y fundador y director durante años de la Escuela de Arte Dramático de la capital murciana, el deporte, la cultura y la historia reciente de Murcia no pueden entenderse sin la figura del 'Maestro' Ibarra, cuya huella es ya indeleble. Como cabía esperar, no sólo supo estar a la altura de las circunstancias en su muy merecido menester como pregonero de la murciana Feria de Septiembre, sino que deleitó y emocionó con un discurso magnífico, ameno, repleto de evocaciones y referencias culturales y declamado con un sentir y una pasión que sólo él es capaz de exteriorizar y transmitir.

En su 'confesión de amor a Murcia', que es como él mismo define a su pregón, describe de manera magistral la popular idiosincrasia del murciano, generoso y desprendido como la Matrona que da el pecho al hijo ajeno antes que al propio: 'Por eso seguimos con los brazos abiertos, y aprovechamos cualquier oportunidad, como esta ocasión de la Feria, para llamar a las gentes de otros pueblos, para compartir con ellas el fruto de nuestro huerto y nuestra higuera'. Un sentido del reparto, de la solidaridad para con los demás muy arraigado, 'porque ser murciano es al mismo tiempo, y en principio, un punto de partida para ser español, un buen español'. Frente a los aldeanismos tan en boga, que fomentan la escisión además de un egoísmo inapropiado, no puede identificarse de manera más atinada y profunda la esencia de lo murciano con lo español. Culmina su excelente pregón expresando emocionado y de forma inmejorable un sentimiento que tantos murcianos y españoles en general seguimos albergando: 'Porque amar a Murcia es amar a España; porque puedo amar a los dos al mismo tiempo; porque puedo sentirme murciano y español; porque me gozo en ese amor compartido'. Gran faena, Maestro.

viernes, 3 de septiembre de 2010

EL ÉXTASIS DE SUS SEÑORÍAS


Visita tan ignominiosa como la dispensada a Cuba por Sus Señorías Leire Pajín y Elena Valenciano, ambas además insignes cargos orgánicos del PSOE, no podía tener mejor colofón: No contentas con viajar allí a ejercer de valedores y propagandistas de un régimen abyecto y criminal, negándose a recibir a la disidencia democrática e incluso tratando de vendernos unas humillantes deportaciones como 'excarcelaciones', han tenido a bien culminar el periplo reuniéndose con el dictador en persona. No hay más que contemplar el embeleso con el que la senadora y la diputada le miran y saludan para colegir que difícilmente habrán cabido en sí del éxtasis que les habrá provocado la presencia ante ellas y en carne mortal del heredero del tiranosaurio, del hermanísimo que vela irreductible por el mantenimiento de las esencias del sanguinario comunismo caribeño. A buen seguro que ni disfrutando de ese tipo de turismo que lamentablemente caracteriza a la mancillada isla habrán vivido una experiencia tan gozosa.

Se trata en cualquier caso de un nuevo, deleznable y revelador ejemplo de la verdadera defensa que el socialismo español hace de los derechos humanos. En este aspecto, el PSOE no iba a ser menos que el Gobierno que sustenta, aliado de las peores dictaduras en el terreno internacional. Y es que la izquierda, incluso la que se tiene por 'moderada', no puede evitar sacar a relucir su querencia por aquellas tiranías que, por el mero hecho de que se apelliden 'de izquierdas', 'progresistas' o 'revolucionarias', obtienen su sacrosanta aprobación. Además de una rendida como vergonzante admiración.

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD

Reflexionemos sobre la esencia de la libertad. Qué mejor manera de inaugurar un nuevo ejercicio político, máxime en estos tiempos en los que, al albur del predominio del relativismo moral y de la dictadura de lo políticamente correcto, los principios del liberalismo y los valores que en general han hecho grande a Occidente se hallan arrinconados y desacreditados. Un magnífico vídeo expone y define con claridad, sencillez y didactismo esos mismos derechos que Locke, padre del liberalismo político y filosófico, definía como fundamentales y naturales del hombre: Vida, libertad y propiedad. Derechos individuales que el Estado ha de limitarse a proteger, y no requisar como con demasiada frecuencia ocurre en la actualidad.