domingo, 28 de febrero de 2010

CRÓNICA DEL OPROBIO DE UNA IZQUIERDA MISERABLE Y RUIN


El muy 'progresista' Gobierno de Zapatero inauguraba una nueva era en unas relaciones, las de España con Cuba, que el derechista Aznar, con su inconcebible y radical postura contraria al glorioso régimen revolucionario, se había empeñado en deteriorar. Había que dispensar un trato de especial consideración a uno de los escasos supervivientes del derrumbe del Muro de Berlín, como tal, y pese a su naturaleza despótica y criminal, indiscutible punto de referencia de una izquierda que todavía anda quitándose los cascotes que inopinadamente le cayeron encima en noviembre de 1989. Qué mejor manera de escenificar el acontecimiento que viajar a La Habana, abrazar cordialmente al siniestro heredero y continuador de la tiranía y declarar solemnemente la profunda amistad del Gobierno de España con el régimen comunista cubano. Y, por supuesto, sin dedicar un solo minuto a escuchar las demandas de la disidencia democrática, a la que se desprecia y veja de manera consciente. Y es que siempre hay que tratar de evitar enfadar a tu amigo del alma.



Poco después de su ignominiosa visita a Cuba, un Moratinos en estado puro defiende en el Congreso de los Diputados la postura genuflexa del Gobierno de Zapatero ante el régimen totalitario de los hermanos Castro y presume de los beneficios obtenidos incluso en materia de derechos humanos: Tan sólo... doscientos presos políticos en las cárceles cubanas. Toda una heroicidad de estos campeones de la democracia, que pretenden promover en Cuba transigiendo con la dictadura.



Pero, en efecto, no tardarían en llegar frutos tangibles de una miserable y ruin política de amparo y legitimación de una tiranía abyecta: Orlando Zapata Tamayo, un modesto albañil de raza negra al que le movía la esperanza de una Cuba en libertad, moría tras ser aprisionado y torturado y someterse a 86 días de huelga de hambre. Por desgracia, que el preso de conciencia Zapata corriera serio riesgo de fallecer por inanición no había despertado en nuestro Gobierno el mismo interés que en el caso del sanguinario asesino De Juana, cuya vida había que salvar por encima de todo y en aras de aquel malhadado 'proceso de paz'. Ni tan siquiera fue objeto de la atención prestada a Aminatu Haidar, que incluso consiguió despertar de su largo letargo a los Bardem y demás artisteo 'zejatero'; de quienes no cabe esperar que salgan a la calle ahora, si no es para avalar el último crimen de la dictadura de su venerado Fidel Castro, claro. En este sentido, no ha tardado en saltar a la palestra el típico tonto útil que, con tal de ejercer de vocero y propagandista del totalitarismo caribeño, no ha tenido mejor idea que difamar a su última víctima. Si esta es la conciencia crítica de nuestra sociedad, aviados vamos.



El descarnado y conmovedor testimonio de una desconsolada madre que, corajuda y valiente, saca fuerzas de flaqueza para denunciar alto y claro la muerte de su hijo a manos de un régimen asesino, contrasta con la desvergüenza, vileza y crueldad de un sujeto despreciable que se atreve a frivolizar con el crimen y tratarlo como si fuera ajeno al régimen que transitoriamente encabeza: Es más, en realidad fueron los Estados Unidos y sus esbirros los torturadores de Guantánamo quienes asesinaron a Orlando Zapata. Ridícula, trillada y embustera consigna que todavía causa furor en la progresía de todo el mundo, siempre presta a justificar los atropellos y fechorías de su dictadura favorita. Buena prueba de ello es la sonrisa complaciente de quien le acompañaba durante su perorata, nada menos que un prócer de la izquierda supuestamente moderada, Lula da Silva, que después se apresuraba a hacerse la foto con su líder espiritual. En estas situaciones dramáticas es cuando se tiene la oportunidad de mostrar la verdadera categoría moral y humana que albergamos, tan inmensa en unos pero tan menguada, si no completamente inexistente, en otros.



Ni en una ocasión tan propicia como en un foro de Naciones Unidas contra la pena de muerte (que no sólo está implantada en los Estados Unidos, sino en muchos rincones del mundo donde no existen garantías jurídicas, lo cual debería preocupar más) tuvo a bien Zapatero referirse a Orlando Zapata. Lo haría un día después para limitarse a 'lamentar' su muerte, algo que, por cierto, ya hizo antes incluso el propio Raúl Castro como quien siente pena ante una víctima de un accidente de tráfico. También sabemos que Otegui y demás alimañas batasunas nunca se han privado de manifestar sus lamentaciones por los asesinatos de la ETA, aunque no hayan llegado a reprobarlos ni a condenar a la banda terrorista, puesto que apoyan y secundan a ésta y sus crímenes. Si el PSOE y Zapatero hacen pública mención de su aflicción pero sin dar el paso de rechazar a la dictadura castrista, es simple y llanamente porque le siguen prestando su respaldo. Mientras sea así, algo que además su Gobierno demuestra con su propio y vergonzoso proceder en el panoramana internacional, sus apelaciones a la liberación de los presos políticos cubanos no dejarán de constituir más que una absurda pose, un flagrante alarde de hipocresía.



Y es que, en efecto, la tortura y el asesinato de Orlando Zapata por el castrismo no ha alterado lo más mínimo la oprobiosa posición de la diplomacia que dirige Moratinos, que, con el cadáver aún caliente del disidente, se encargó de dejar claro que continuará ejerciendo de comparsa de la dictadura cubana ante las instituciones de la Unión Europea. Su argumentación no podía ser otra que aquella consabida coartada, manoseada hasta la náusea por los secuaces del régimen comunista caribeño: La gran mentira del 'bloqueo' que sufre la isla, cuando el único y verdadero cerco es el que somete la tiranía de los hermanos Castro al oprimido y asfixiado pueblo cubano.



En suma, nos situamos ante un nuevo y significativo ejemplo de la auténtica defensa de los derechos humanos que distingue a la izquierda, cuyas ideas quieren continuar encontrando inspiración e iluminación en el faro de su santificada revolución cubana. No es de extrañar que sus sueños más recónditos acaben convirtiéndose irremisiblemente en las peores pesadillas de la humanidad.

Descanse en paz Orlando Zapata Tamayo, héroe de la lucha por las libertades en Cuba.

miércoles, 24 de febrero de 2010

UN GOBIERNO QUE NACIÓ A 'DECRETAZO' LIMPIO


Finalmente, esa surrealista pantomima en la que el PSOE y sus aparatos estatales se manifestaban contra sí mismos no llegó a contar con la presencia del presidente Zapatero. Ni tan siquiera se animaron a acudir sus fieles acompañantes en sus otrora lides 'pancarteras', sus amigos los cineastas 'zejateros'. Lástima, porque sin duda ello le restó 'glamour' a unas marchas en las que no faltaron las correspondientes palabras de condena a la verdadera culpable de la crisis económica, que, pese a los más de seis años del socialismo en el poder, no es otra que la infame derecha; tan malvada ella, que no ha tenido empacho alguno en dejarle al magnánimo Zapatero una herencia envenenada, a buen seguro que de forma aviesa e intencionada. La misma derecha que, además, acaba de empujar al presidente a proponer el retraso de la edad de jubilación. Y es que, gobierne o no, y por muchos 'cordones sanitarios' que se le impongan, esta derecha que lo abarca todo, desde el alma de los buenos progresistas hasta los Gobiernos socialistas con sólidas mayorías parlamentarias, es incansable.

Sí ha tenido ocasión el presidente para, además de reiterar su más sincero agradecimiento a sus sindicatos verticales por comportarse como tales, marcar una vez más distancias con anteriores Gobiernos (de la derecha, por supuesto) al resaltar que el suyo 'no es de decretazos'. Pero bien sabemos, especialmente murcianos, valencianos y almerienses, que este nuevo canto de alabanza a las virtudes de su propio Ejecutivo dista mucho de ser verdad. Así, cabe recordar que, nada más pisar el Palacio de La Moncloa, y entre tan frecuentes como hipócritas apelaciones al 'talante', Zapatero impuso por Real Decreto la inmediata derogación de un trasvase como el del Ebro, que había obtenido la aprobación del Parlamento en la legislatura precedente y la adhesión nada menos que del 80 por ciento del Consejo Nacional del Agua, incluidas autonomías socialistas como las de Andalucía y Castilla-La Mancha. Y es que había que dar rápido cumplimiento a un compromiso adquirido con los separatistas de la Esquerra Republicana de Catalunya liderada por Carod Rovira, que no hubiesen votado a favor de la investidura de Zapatero si éste no les hubiera prometido antes acabar de un plumazo con el Plan Hidrológico Nacional entonces en vigor.

Por tanto, no sólo es mentira que el Gobierno de Zapatero sea incompatible con la práctica de los 'decretazos', proceder que por abominable que sea, y muy a pesar de su aversión como buen 'rojo' hacia los poderosos y los pudientes, repetiría para transferir grandes cantidades de dinero público, es decir, de los impuestos de todos, a la banca. En realidad, nació a 'decretazo' limpio.

jueves, 18 de febrero de 2010

¿UN PACTO? ¿PERO QUÉ PACTO?


En estos tiempos de absoluto predominio del pensamiento débil, a la mera pronunciación de palabras como 'acuerdo', 'consenso' o 'pacto', concebidas como necesarios estadios finales de un idolatrado 'diálogo', se le confiere propiedades extraordinarias, casi taumatúrgicas. Las mismas derivan del convencimiento prácticamente generalizado de que gracias a los consensos, sean cuales sean, no sólo evitamos las desavenencias y las disputas, que, aunque normales y hasta saludables en democracia, parecen resultar más bien incómodas; sino que además y sobre todo se llega a un justo punto medio, que es donde supuestamente reside la virtud. De ahí que distintas voces, empezando por la del mismísimo Monarca, y continuando increíblemente con la de un Gobierno caracterizado por su sectarismo, se hayan alzado ahora para pedir un pacto de Estado como paso imprescindible para afrontar la actual y persistente crisis económica.

En ese mismo sentido, los Pactos de La Moncloa, suscritos en 1977 por la práctica totalidad de los partidos políticos con representación parlamentaria, son evocados como el perfecto ejemplo a seguir. Sin embargo, resulta harto discutible que consensos de ese tipo, no ya que sean aplicables a la actual coyuntura, sino que constituyan una especie de panacea. En primer lugar, situemos el hecho histórico en su contexto: En aquella época, pese a que España comenzaba a sufrir gravemente las consecuencias de la crisis del petróleo que se originara en 1973, la prioridad casi absoluta era la reforma política. Por tanto, puesto que la economía era considerada entonces, tanto por el Gobierno como por los partidos de la oposición, un asunto básicamente secundario, fue relativamente fácil alcanzar acuerdos en esa materia. Tampoco hay que desdeñar el espíritu de 'pactismo' que felizmente impregnaba el ambiente político, y que posibilitó que la transición democrática culminara con éxito.

Asimismo, las distintas fuerzas políticas de entonces, desde la Alianza Popular de Fraga hasta el Partido Comunista de Carrillo, no tuvieron dificultades en encontrar ese imprescindible punto medio: El keynesianismo, producto de ese bien llamado 'consenso socialdemócrata' cuyo reinado indiscutible continuaba aún en vigor, poco antes del triunfo de las políticas económicas liberales de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. De esta forma, aunque los Pactos de La Moncloa alejaron durante un tiempo a la economía del proceloso terreno de las disputas políticas, y sirvieron para imponer un necesario ajuste en el gasto público y modernizar un obsoleto sistema fiscal, constituyeron más bien una rémora para la recuperación de una economía española todavía lastrada por el corporativismo y el intervencionismo: Ni se abordaba la flexibilización de un sistema laboral rígido y excesivamente paternalista, que pese a su sello franquista siempre ha parecido contar con la adhesión de la izquierda, ni se plantearon unas imperiosas liberalizaciones que años después tendría que comenzar a emprender, siquiera tímidamente, un Ministro socialista, Miguel Boyer. Así, tras la firma de aquellos 'sacrosantos' Pactos, la inflación no llegaba a contenerse, nuestra economía se estancaba y surgía el problema del paro como mal endémico, que sólo se aliviaría durante los liberalizadores Gobiernos de Aznar.

En consecuencia, el pacto no tiene por qué ser virtuoso de por sí, por muchas y cualificadas voluntades que aglutine: Depende de las iniciativas y medidas que contenga el mismo y de la dirección que adopten. Y no siempre se hallan en el punto medio las soluciones que más convengan: Si así fuera, sería ocioso elegir cada cuatro años a un candidato que lleve a cabo su programa de Gobierno. Pero es ahí precisamente donde tenemos el inconveniente: En España no existe un Gobierno digno de tal nombre, capaz de agarrar el toro por los cuernos y tomar decisiones audaces. La última gran idea de su presidente para supuestamente propiciar ese pacto de Estado ha consistido en seguir la filosofía política de Napoleón Bonaparte: 'Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión'. Y es que, en realidad, Zapatero sólo está por la labor de ganar tiempo, que es exactamente el que perderemos los españoles.

En cualquier caso, no parece que vaya a haber una reedición de los Pactos de La Moncloa. Entre otras razones, porque no es posible acordar una política económica medianamente seria con este PSOE de Zapatero.

lunes, 15 de febrero de 2010

UN PRESIDENTE RENCOROSO, INDIGNO E INJUSTO CON LAS VÍCTIMAS


Las víctimas del terrorismo son indiscutible punto de referencia moral de una sociedad como la española, especialmente golpeada por el fanatismo criminal. Su sacrificio y su ejemplo han de estar continuamente presentes en la acción política y social de cualquier Gobierno, que debería obligarse, además de a prestarles ayuda, a dispensarles un trato de especial consideración y respeto. Aún así, hubo que esperar a la presidencia de Aznar, él mismo una víctima del terrorismo, para que por fin un Ejecutivo tuviera entre sus objetivos básicos dignificar la memoria de quienes dieron su vida por España y la libertad. Justo proceder que, por desgracia, fue cortado de raiz por su inesperado sucesor en La Moncloa, ocupado como estaba en unas componendas con la ETA que implicaban tanto el lavado de imagen de los asesinos y quienes les apoyan, como el intento de anular y hacer olvidar a los damnificados por sus actos criminales.

Sin embargo, si Zapatero no consiguió llevar a buen puerto su soñada pretensión de pasar a la historia contemporánea como 'el Príncipe de la Paz' (por inmoral que ésta sea) fue fundamentalmente por la extraordinaria movilización social liderada por las propias víctimas, que nunca han permitido que los terroristas acabaran sacando el más mínimo provecho político de su sufrimiento. Es algo que el mismo presidente del Gobierno tiene muy claro y que parece no estar dispuesto a perdonarles jamás. De ahí su inadmisible gesto de desprecio de no asistir a la clausura del último Congreso Internacional de las Víctimas del Terrorismo que tuvo lugar en Salamanca, donde en cambio su detestado Aznar fue aclamado y vitoreado. Al final cada uno acaba recogiendo lo que siembra.



Pero Zapatero no se ha conformado con desairar a las víctimas, sino que incluso ha decidido pasar a la afrenta pura y dura. Y es que su cargadísima agenda no le ha impedido recibir a sus 'héroes' particulares, a esos cineastas entre los que destacan sus amigos 'zejateros', a los que tanto debe. ¿Con quiénes iba a estar más cómodo que con los mismos que en otras épocas presumían de una desinteresada 'conciencia social' y salían a la calle bajo el grito de 'no a la guerra', pero que ahora no le iban ni a mentar los cuatro millones de parados, y ni tan siquiera a reprochar que nuestras tropas permanezcan en Afganistán pese a toda la sangre derramada? ¿Con quién mejor que con Álex de la Iglesia, que ha aprovechado para felicitar al Gobierno por su 'lucha contra la piratería', manera eufemística de aplaudir la censura que su insigne colega Ángeles González-Sinde, ahora Ministra por casualidades de la vida, pretende imponer en Internet? Pero además el presidente, ni corto ni perezoso, se ha atrevido a pedir 'memoria, dignidad y justicia', precisamente las tres demandas más significadas por las víctimas, no para aquellos que han sacrificado sus vidas por la España constitucional, sino para quienes cometen la 'hazaña' de bailarle el agua al poder establecido para seguir pastando en el pesebre de la subvención.

A tales extremos de ignominia e infamia ha llegado el rencor, combinado con el sectarismo más atroz, de José Luis Rodríguez Zapatero. Un presidente del Gobierno indigno y tremendamente injusto con las víctimas del terrorismo.

viernes, 12 de febrero de 2010

NO NOS MOVERÁN EL CRISTO DE MONTEAGUDO


El origen del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, más conocido entre los murcianos como Cristo de Monteagudo, se remonta a un proyecto que en 1921 elaboraría una comisión presidida por Isidoro de la Cierva. José Planes se encargaría de llevar a cabo el boceto, que sería presentado dos años después y expuesto en el trascoro de la Catedral de Murcia. Tal y como ha destacado el periodista Pedro Soler (por cierto, no precisamente de derechas) en un reciente artículo en 'La Verdad', sin la plena implicación de la sociedad murciana, que se volcaría en realizar donaciones económicas y aportaciones voluntarias, difícilmente se hubiera hecho realidad una idea que las crónicas de la época llegaron a calificar de ‘utópica’. Por fin, el 31 de octubre de 1929 sería inaugurado el monumento, obra del escultor murciano Antonio Nicolás. Sin embargo, en 1936, ya iniciada la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Murcia, entonces del Frente Popular, ordenaría la destrucción de la estatua. En el marco de una fiesta multitudinaria protagonizada por los vecinos de la huerta de Murcia, en 1951 fue restaurada en su actual versión, obra de Nicolás Martínez Ramón.

La historia evidencia que el Cristo de Monteagudo, lejos de representar un postizo impuesto por las autoridades eclesiásticas, es una iniciativa surgida de la sociedad murciana, producto del empeño de nuestros antecesores. Con el paso de los años se ha ido convirtiendo en una de las señas de identidad de Murcia y en símbolo indispensable del patrimonio histórico, cultural y artístico de la ciudad, y como tal muy querido por los murcianos de toda condición. Sencillamente, Murcia no podría concebirse sin su Cristo de Monteagudo, sin esa gigantesca escultura que, majestuosa, se cierne sobre la zona norte de la ciudad.

Pero tenía que entrar en escena José Luis Mazón, un picapleitos en toda la extensión de la palabra; alguien cuya ambición diaria consiste en leer su propio nombre en los titulares de los periódicos, algo que por desgracia consigue frecuentemente presentándose, ante unos medios regionales que le prestan mucha (demasiada) cobertura, como el defensor de las causas perdidas 'progres', una especie de Garzón de la abogacía. Así, una asociación de 'juristas' encabezada por el interfecto, queriendo imponer sus prejuicios y sus fobias a toda la sociedad murciana, y haciendo uso de argumentos basados en el más rancio anticlericalismo, en una interpretación muy sesgada de nuestra historia e incluso en unas consideraciones estéticas personales de muy dudoso gusto, ha solicitado al Gobierno de la nación, titular de los terrenos en los que se asienta el monumento, la retirada del Cristo de Monteagudo de su actual emplazamiento.

Pero el señor Mazón, que debe de salir poco de su despacho y apenas pisar la calle, ya que ha demostrado desconocer cuáles son las verdaderas inquietudes y la idiosincrasia de los murcianos de a pie, ha pinchado en hueso: La sociedad murciana, una vez más a la altura de las circunstancias, ha reaccionado con prontitud y de forma masiva pero serena contra este inadmisible ataque a uno de sus más importantes iconos. Hasta el punto de que en escaso tiempo se ha constituido una Plataforma Ciudadana en Defensa del Cristo de Monteagudo, por iniciativa de las Juntas Municipales de los barrios y las pedanías de Murcia (entre ellas Monteagudo, la directamente afectada) y de otras instituciones del municipio, como asociaciones de vecinos, peñas huertanas y organizaciones juveniles.

Ante la indignación general que ha provocado tal pretensión, los socialistas murcianos, empezando por el Delegado del Gobierno, se han apresurado a desmarcarse de la misma; sobre todo, por la cuenta (electoral) que les trae, ya de por sí muy menguada en la capital del Segura. En rigor, la última 'mazonada' sólo ha obtenido el apoyo de la única concejal de IU en el Ayuntamiento de Murcia, entusiasmada como buena comunista ante semejante alarde de persecución religiosa. Aunque seamos claros: El Cristo de Monteagudo ha acabado siendo una nueva víctima de esa intolerante ola, más que 'laicista', anticristiana, que, promovida irresponsablemente por el PSOE de Zapatero, pretende hacer tabla rasa de nuestros orígenes y de la tradición en que se cimenta la evolución histórica de nuestra sociedad y, poniendo en solfa la libertad religiosa y de culto consagrada por el artículo 16 de nuestra Constitución, borrar de la vida pública cualquier símbolo o vestigio relacionado con el cristianismo. De aquellos polvos vienen estos lodos.

Aún así, y a pesar de abogados 'progre-garzonitas' con incontenible afán de notoriedad, no nos moverán el Cristo de Monteagudo.

martes, 9 de febrero de 2010

SOBRE CONSPIRACIONES Y CONTUBERNIOS


Culpar de todos los males a una oscura y taimada conjunción de poderosísimas fuerzas políticas, sociales y económicas que en secreto mueven los hilos del mundo ha sido un recurso muy manido a lo largo de la historia. En teorías conspiranoicas cimentaron su origen y supervivencia imperios y regímenes totalitarios como el nacionalsocialista, que atribuía la decadencia y humillación de Alemania al complot judío internacional que reflejaban los Protocolos de los Sabios de Sión, aquel panfleto antisemita que promoviera la Rusia zarista para argumentar los progromos.


En España, el primer franquismo, aunque no era de carácter antisemita, hacía frecuentes referencias a una supuesta conspiración judeomasónica, más concretamente judeo-masónico-marxista-internacional (nada menos), siempre que las cosas venían mal dadas; en 1962, con motivo del IV Congreso del Movimiento Europeo en el que participaron políticos españoles que pedían la instauración de la democracia, y que el diario falangista 'Arriba' llamó 'Contubernio de Munich', el régimen franquista haría nuevamente uso de la tesis de la confabulación contra España; y en 1975, poco antes de que muriera en la cama (pese a los denodados esfuerzos de tantos 'demócratas' que al parecer pretendían horadar al régimen franquista desde dentro, es decir, viviendo, y muy bien, de él), Franco proclamaba, ante unos fieles que abarrotaban la Plaza de Oriente y alrededores, que volvía por sus fueros 'una conspiración masónico-izquierdista de la clase política, en contubernio con la subversión terrorista-comunista en lo social'. Casi nada.

Pero nuestra salida de la dictadura no nos ha librado precisamente de ridículas campañas emprendidas por determinados Gobiernos, que, apabullados e incapaces de afrontar una realidad esquiva, deciden inventarse potentes enemigos externos y ocultos defensores de intereses inconfesables con tal de eludir responsabilidades. Recordemos que en los estertores de un felipismo acorralado por el paro y la corrupción, desde el mismo Ejecutivo hicieron correr un bulo consistente en la existencia de una conjura que, pese a que incluían en ella a un monárquico 'pata negra' como Luis María Anson, se empeñaban en calificar de 'republicana'; encabezada por Antonio García Trevijano, Pedro J. Ramírez y el llorado Antonio Herrero, y compuesta por un 'totum revolutum' de políticos y periodistas de distintas y contrapuestas tendencias e ideologías, estos seres malignos tramaban, no ya acabar con el Gobierno socialista, sino incluso llevarse también a la Monarquía por delante.

El propio Felipe González se encargaría de denunciar a quienes llevaban esa labor de desestabilización institucional al mismísimo Congreso de los Diputados: Aznar y Anguita (la misma 'porquería' es, llegaría a aseverar el célebre estadista), el PP e IU (que entonces ejercía una oposición implacable, antes de degradarse y convertirse en lo que es hoy, el sector crítico del PSOE), 'la derecha (franquista, se sobrentendía) y los comunistas', con cuya 'pinza' atenazaban al injustamente asediado y 'estigmatizado' presidente del Gobierno. También nos alertaba del grave peligro de esa nueva 'Triple A' que desgastaba al sistema democrático: Aznar-Anguita-Anson. Así, convirtiendo sus obsesiones personales en problemas de Estado, y la legítima crítica a él mismo y a su Gobierno en una estrategia antidemocrática, el entonces presidente, amarrado desesperadamente al poder, daba pábulo a esa inverosímil maquinación que abarcaba a monárquicos y a republicanos, a la derecha conservadora y a la izquierda radical, a liberales y a comunistas... Un completo disparate que obviamente nadie con dos dedos de frente llegó a creerse, por mucho que su amplia difusión por parte de toda la prensa afín al felipismo intentara transformarlo en verdad.

Ahora bien, como en otros asuntos, el zapaterismo ha ido un paso más allá que el felipismo: Al igual que el franquismo, no se ha quedado en casa a la hora de encontrar enemigos, sino que se ha atrevido a buscarlos fuera de nuestras fronteras. De esta forma, el Ministro de Fomento y 'chico para todo' José Blanco, que lo mismo está para un roto que para un descosido, ha culpado de los actuales males de nuestra economía nada menos que a una conspiración internacional contra Zapatero: Además, con este ataque a España por parte de determinados intereses financieros, parece ser que plasmados en los últimos editoriales de aquella prensa de tendencia socialdemócrata que hasta ayer mismo se deshacía en elogios hacia nuestro presidente, se pretende también... ¡acabar con el euro!

Ya que el señor Blanco llega tan lejos, no debería conformarse con hacer alusiones generales a 'especuladores financieros' que hallan su correspondiente cobertura en cierta prensa que podríamos denominar, ya puestos en estas lides conspiranoicas, como 'judeo-capitalista'. ¿Quiénes mueven los hilos, quiénes se han conjurado realmente contra Zapatero, España y el euro? ¿Aznar, cómo no, con la colaboración del gran imperio multimedia de Rupert Murdoch? ¿La Pérfida Albión y su libra esterlina? ¿El mismo complejo 'militar-industrial' que en su momento ordenara el asesinato de Kennedy o el golpe de Estado contra Allende y que todavía, pese a Obama, gobierna 'de facto' los Estados Unidos, siempre presto a imponer los intereses económicos estadounidenses en todo el mundo?

Hay quien sostiene que la verdadera conspiración, no judía, pero sí eminentemente masónica, es la que hace tiempo lleva emprendiendo este Gobierno rabiosamente anticristiano contra los principios tradicionales de la sociedad española, con el objetivo de hacer realidad ese pronóstico de Alfonso Guerra en 1982: 'A este país no lo va a conocer ni la madre que lo parió'. Lo que sí parece claro es que, desde que tenemos a Zapatero en La Moncloa, España está siendo víctima al menos de una conjura: La de los necios.

viernes, 5 de febrero de 2010

¿Y LA FOTO CON OBAMA?


No parece que el magno acontecimiento 'planetario' que nos anunciara en su momento una fascinada Leire Pajín vaya a ser excesivamente fructífero; al menos a la hora de producir gloriosas instantáneas, que es al final lo que realmente importa a los políticos que, como Zapatero, basan su ejecutoria en la imagen y la propaganda. Ni tan siquiera una ocasión tan favorable como que a nuestro Gobierno le toque presidir la Unión Europea va a proporcionar la ansiada visita a España del mitificado Barack Obama, ocupado y preocupado por los delicados asuntos internos de unos Estados Unidos cuya economía, lastrada por esta torpe reedición del 'New Deal' impulsada por su propio presidente, no acaba de arrancar. Además, el tiempo ha demostrado que ese 'feeling' y esa afinidad personal e ideológica entre Zapatero y Obama que nos han querido vender nunca ha sido tal, ni mucho menos.

Aún así, nuestro presidente no estaba dispuesto a rendirse. Si Obama no va a Zapatero, que Zapatero vaya a Obama, ha debido de pensar. Y si es necesario que un orgulloso y confeso ateo y rabioso 'laico' como él tuviera que desplazarse a Washington para asistir a ¡un desayuno de oración!, auspiciado para más inri por un poderoso 'lobby' religioso afecto al ala más conservadora del Partido Republicano, pues se somete a semejante sacrificio, traga bilis y acude, faltaría más. Y si debía hacer referencia, aunque con las matizaciones pertinentes en un 'progre' que se precie, a las indiscutibles raíces cristianas de nuestro país, cuyos vestigios y símbolos pretende borrar de la vida pública, se hace y punto.



Es más: Qué mejor manera de disimular su completa, consabida y ridícula ignorancia del inglés apelando a la lengua 'en la que se rezó por primera vez al Dios del Evangelio en esta tierra'. ¿No sería también razón suficiente para que se garantizara su enseñanza en todo el territorio español? Y, desde luego, nadie posee más autoridad moral para citar aquel pasaje del Deuteronomio que condena la explotación del jornalero 'pobre y necesitado'; nadie más que él, cuya política propicia que millones de españoles no puedan cobrar su jornal sencillamente porque no encuentran un puesto de trabajo.

Y a la hora de la verdad, ¿para qué ha servido esta indecorosa exhibición de infinita hipocresía? ¿Y la foto con Obama? Porque del presidente norteamericano no ha obtenido más que un cordial pero brevísimo saludo y una fugaz charla de despedida. Vamos, como en la época de Bush.

martes, 2 de febrero de 2010

LOS COSMÉTICOS 'CORBACHO' YA NO SIRVEN


Enero de 2009. Según datos del INEM, España acababa de superar los tres millones de parados. Sin embargo, el titular de un Ministerio al que se empecinan en llamar 'de Trabajo', ante la dramática certeza de que en cuestión de tiempo rebasaríamos los cuatro millones, se atrevía a negar la mayor y aseguraba que 'de ninguna manera' alcanzaríamos tan vergonzante cifra. Pues bien, ni la meticulosa aplicación de grandes dosis de maquillaje ha sido capaz en esta ocasión de ocultar una realidad lacerante. Y es que hace tiempo que los célebres cosméticos 'Corbacho' han quedado inservibles.

Y ni mucho menos son aptos para encubrir una coyuntura aún peor y si cabe todavía más alarmante: La Seguridad Social continúa perdiendo afiliados de manera vertiginosa. Circunstancia especialmente significativa cuando este Gobierno de nuestras entretelas, acuciado por determinados foros e instancias internacionales que le afean abiertamente su incapacidad y su insolvencia, plantea ahora el retraso en dos años de la edad de jubilación como gran resolutivo para afrontar la crisis y el espantoso estado de las cuentas públicas. Nítida reforma del sistema de pensiones que, por cierto, y empezando por el presidente Zapatero, hace unos meses negaban tajantemente emprender tanto el Ejecutivo como el partido en que se sustenta. Aunque a estas alturas sabemos de sobra que pedir un mínimo de coherencia al PSOE es sencillamente un absurdo.



Ahora bien, nada resolvemos con alargar la vida laboral si sigue reduciéndose a este ritmo el número de cotizantes a la Seguridad Social. Porque el sistema público de pensiones que tenemos en España, cimentado en el reparto, dejará de ser viable mientras se continúe destruyendo puestos de trabajo. Así pues, la prioridad ahora no debería ser dilatar el acceso a las pensiones de jubilación, sino flexibilizar y liberalizar el mercado laboral para generar el empleo que precisamente permita y asegure el mantenimiento de las prestaciones.

¿Otro remedio para dejar nuestras pensiones a salvo de las turbulencias? Instituir un sistema basado en la capitalización, al estilo chileno. Pero, obviamente, nadie está dispuesto ni tan siquiera a sugerir la conveniencia de acometer reforma de tal calado, debido a las consecuencias, sobre todo de índole electoral, que ello puede acarrear. Aunque, dado el oscuro panorama que se nos presenta, quizá la solución la acabemos encontrando en los seguros privados de pensiones. Como siempre que gobierna el PSOE, por cierto.