martes, 30 de junio de 2009

GOLPE A GOLPE


Hagamos un poco de política-ficción. Imaginemos por un momento que el presidente del Gobierno (y no tenemos por qué pensar en el actual) pretende convocar un referéndum para someter a la voluntad de los españoles, por ejemplo, un cambio en la forma del Estado: Que España deje de ser una monarquía parlamentaria para convertirse en República. Se trataría de una propuesta de revisión de la Constitución que, según el artículo 168 de nuestra Carta Magna, precisaría de los siguientes pasos: Aprobación por mayoría de dos tercios de cada Cámara, disolución inmediata de las Cortes Generales con la consiguiente celebración de elecciones, ratificación de la decisión por dos tercios de las nuevas Cámaras, y finalmente referéndum. Pues bien, pese a no contar con el apoyo requerido del Congreso y del Senado que dé paso, no al referéndum, sino a unas elecciones generales, el presidente, ilusionado con ser algún día un Jefe del Estado con poderes ejecutivos, se empecina en seguir adelante. Ni tan siquiera le arredra el hecho de que el Tribunal Constitucional haya declarado la plena inconstitucionalidad y, por tanto, la flagrante ilegalidad de la consulta.

Este intento de atropellar tanto la voluntad expresada por el poder legislativo como la mismísima Constitución y todo el ordenamiento jurídico no merecería otro calificativo que el de golpe de Estado, por mucho que se impulsara desde el mismo Gobierno. Porque un presidente en un Estado de Derecho ha de someterse al imperio de la ley como cualquier otro ciudadano. Incluido, aterrizando ya en la realidad, el señor Zelaya, el destituido presidente de Honduras, que tuvo a bien convocar un referéndum al modo típicamente chavista, saltándose todo el sistema constitucional y legal a la torera. Ahora bien, de la misma forma que en España haríamos uso de todos los mecanismos políticos e institucionales y sin llegar al extremo de apelar al papel del Ejército como defensor del ordenamiento constitucional (artículo 8, apartado 1 de nuestra Constitución), la solución en Honduras en absoluto ha de residir en el cuartelazo puro y duro. Sin ningún tipo de tutelas, inaceptables en un régimen democrático, se debería proceder a la inhabilitación del actual presidente y a un adelanto de las elecciones para que los hondureños puedan pronunciarse con libertad y, esta vez sí, con todas las garantías legales.

Pero el futuro de Honduras, que poco a poco estaba consiguiendo consolidar su democracia y estabilizar su maltrecha economía, no ha de pasar en ningún caso por convertirse en un nuevo satélite del chavismo. Esa y no otra es la verdadera intención de Zelaya, quien, con tal de perpetuarse en el poder, se ha prestado a ser otro títere de Hugo Chávez y su 'socialismo del siglo XXI'. De ahí que el dictador venezolano, junto a otros reconocidos pájaros liberticidas como Daniel Ortega, Francisco Correa o el hermanísimo Raúl Castro, se encargara de recibirle en Managua con todos los honores, a la vez que se permitiera denunciar al 'golpismo' que ha derrocado a su nuevo protegido. Él precisamente, que se ha significado por ser un golpista cruel y desalmado, tanto fuera como dentro del poder.

Así pues, el rechazo de las democracias a la intervención del Ejército en Honduras está plenamente justificado, pero conviene dejar claro quién golpeó primero. Y puesto que de lo que se trata es de defender la democracia y los derechos humanos en cualquier rincón del mundo, no estaría de más que nuestro presidente del Gobierno (el real, no el ficticio) no se conformara con unirse a esta repulsa, sino que además decidiera de una vez pronunciarse sobre los desmanes y atropellos cometidos por el régimen iraní de los ayatolás. Hugo Chávez, como no podía ser de otra manera, se apresuró en su momento a apoyar a su aliado Ahmadineyad; Barack Obama y Gordon Brown, en cambio, supieron estar en su sitio y condenaron la represión en Irán. Sin embargo, Zapatero continúa sin decir esta boca es mía. Parece ser que uno de los principios de su sacrosanta Alianza de Civilizaciones consiste en correr un tupido velo sobre cualquier tropelía procedente del mundo islamista. Ni a él ni a su incondicional tropel de feministas 'progres' parecen haberles alterado lo más mínimo el símbolo trágico de Neda, aquella estudiante de filosofía que murió tiroteada en una protesta en Teherán. Pero, claro, no se manifestaba contra Estados Unidos o Israel.

martes, 23 de junio de 2009

BURLA A LA SOBERANÍA NACIONAL


La última pantomima montada en el Congreso de los Diputados supera todos los límites de la decencia mínimamente exigible en un régimen democrático y de opinión pública. Porque Alberto Saiz, el todavía director del Centro Nacional de Inteligencia, no comparecía para dar cuenta de cuestiones sobre las que, por su relación directa con actividades propias del organismo, había obligación de guardar secreto. En concreto, debía explicarse tanto acerca de sus excursiones deportivas a países exóticos, pagadas con fondos públicos, como sobre su utilización de funcionarios para labores tan impropias del Servicio de Inteligencia como limpiar su piscina particular o recoger patatas. Materias, desde luego, que no es que comprometan demasiado a la seguridad del Estado.

Vamos, que se trata lisa y llanamente de aclarar si el director del CNI ha usado fondos y recursos públicos para fines estrictamente privados. Pues bien, el señor Saiz y el PSOE pretenden hacernos creer que han ventilado el asunto llevándolo a la Comisión de Secretos Oficiales, que por su carácter se celebra a puerta cerrada y ante un reducido número de diputados obligados por Ley a guardar silencio. Por tanto, y a falta de que se produzca alguna filtración a la prensa procedente de algún diputado más o menos lenguaraz, se nos condena a que no nos enteremos absolutamente de nada. ¿Qué tiene que esconder el señor Saiz? ¿Qué le impide dar la cara donde debería, que es en una Comisión, como la de Defensa, con luz y taquígrafos? ¿Por qué no hace públicas esas facturas sobre esas actividades objeto de controversia, si de verdad puede demostrar que las denuncias son falsas?

Pero faltaba la guinda del portavoz socialista en el Congreso de los Diputados, José Antonio Alonso, que tuvo la inmensa desfachatez de definir toda esta ridícula farsa como 'ejercicio de transparencia'. Esta nueva tomadura de pelo a la opinión pública adquiere tintes de mayor gravedad por haberse producido en la sede del órgano constitucional que representa al pueblo español: Ha sido además una burla en toda regla a la soberanía nacional.

viernes, 19 de junio de 2009

NO VAN A LOGRAR DESTRUIRNOS


Los asesinos etarras han vuelto a sembrar el dolor en España. Han matado a un vasco cuyo cometido era garantizar la seguridad y el ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos. Cobardemente, como siempre hacen estos valientes 'gudaris'. ¡Malditos sean! Pero, por mucho que lo intenten, no van a conseguir acabar con nuestra nación, nuestra democracia y nuestras libertades. No van a lograr su objetivo de destruir España. Haciendo uso de todos los instrumentos del Estado de Derecho, y siempre y cuando no se repitan fatales errores cometidos en el pasado reciente, derrotaremos a estos criminales. ¡Muera la ETA! ¡Viva España!

jueves, 18 de junio de 2009

DE LA MANO INVISIBLE A LAS MANOS TORPES


Adam Smith, el padre del liberalismo económico, utilizó en su excelsa obra 'La riqueza de las naciones' la metáfora de la 'mano invisible' para explicar el modo en que el mercado es capaz de asignar eficientemente los bienes y recursos. Guste o no, lo cierto es que la figura, pese a que el economista escocés hace referencia a ella tan sólo una vez a lo largo del tratado, ha hecho fortuna al simbolizar con acierto el principal mecanismo del libre mercado, y que precisamente le convierte en motor del desarrollo humano: La inclinación del hombre a establecer intercambios que puedan reportarle ganancias y beneficios.

Pues bien, por mucho que los antiliberales del más diverso pelaje quieran hacernos ver lo blanco negro, la culpable de la presente crisis económica no es esa mano que por su condición intangible escapa al control de los planificadores de turno. Bien al contrario: Las manos son claramente visibles y, para más inri, torpes. Ni más ni menos que las del injustamente venerado ex-presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, quien, siguiendo las recomendaciones de ese gurú de la progresía 'planetaria' llamado Paul Krugman, colocó en 2001 los tipos de interés a la altura del betún. El objetivo de estos insignes arquitectos de la economía mundial se cumplió, ciertamente: Crear una burbuja inmobiliaria que sustituyera al estallido de la conocida como 'burbuja.com'. Pero ese artificial expansionismo monetario, imitado por los demás Bancos Centrales, nos ha llevado al colapso del sistema financiero, primordial causa de la actual crisis que vivimos. Consecuencia que no fue capaz de prever toda la inmensa sabiduría de estos planificadores 'cuasi-divinos' que jugaron a enmendar al mercado.

Lo peor de todo es que, no sólo no aprendemos de la experiencia, sino que incluso nos empecinamos en el error. Así, la tan esperada reforma financiera del presidente Obama, que acentúa el intervencionismo del Estado y dota de aún más poderes a la Reserva Federal, precisamente a la principal causante de la crisis, no es sino arrojar más gasolina al fuego. Como bien nos alertaba otro gran liberal, Ludwig von Mises, el modo de proceder de los intervencionistas es el siguiente: Aplican sus políticas y éstas producen efectos contraproducentes, pero, so pretexto de que la culpa reside en el capitalismo, continúan profundizando en el intervencionismo, y así sucesivamente. Y es que siempre podrán echar mano de su chivo expiatorio.

martes, 16 de junio de 2009

SOBRE INVERSIONES, DISPENDIOS E IMPUESTOS


Han corrido auténticos ríos de tinta a propósito de los 94 millones de euros que el Real Madrid, de la mano de su nuevo y flamante presidente Florentino Pérez, ha pagado por la contratación del futbolista portugués Cristiano Ronaldo. El fichaje ha recibido calificativos tales como 'escandaloso', 'obsceno' e 'inmoral', aderezados de sesudas estimaciones sobre la extraordinaria cantidad de viviendas de protección oficial, colegios y hospitales que se podrían construir con tan exorbitante cifra, sin que falte por supuesto la inevitable referencia al número de bocas que podríamos alimentar. Resulta curioso que saquemos a relucir nuestra acendrada 'sensibilidad social' siempre y cuando se trate de acuerdos y negocios privados, en los que un particular invierte su propio dinero bajo su cuenta y riesgo. Sin embargo, no suele golpear nuestra conciencia el uso insensanto que los poderes públicos hacen de los impuestos, procedentes, como bien sabemos y sufrimos, del dinero que ganamos todos.

Por poner unos cuantos ejemplos, con presupuestos como los de Ministerios tan prescindibles como los de Igualdad y Vivienda tendríamos para alimentar y construir más del doble que con los millones empleados en el fichaje de Cristiano Ronaldo; y todavía nos sobraría para ahorrar y reducir el gasto público, que buena falta hace, e incluso para bajar los impuestos y procurar que más dinero se quede donde debería estar, que es en el bolsillo de los contribuyentes. Y cuánto se podría hacer con tan sólo disminuir a la mitad los más de seiscientos asesores que se encuentran al servicio del presidente del Gobierno. Y qué provecho podríamos obtener de los derroches de aquellas Comunidades Autónomas especialmente proclives al gasto excesivo e innecesario. Sin embargo, nos rasgamos las vestiduras ante una inversión, absolutamente privada dentro de una transacción libre, de 94 millones de euros, pero no nos mueven a escándalo los 25.000 millones de euros que Zapatero ha extraído de nuestros impuestos para destinarlos a una improductiva economía 'verde'. Y es que, de manera inexplicable, le concedemos más sabiduría al Estado, es decir, a los dirigentes políticos, en el manejo del erario que a los particulares en el uso de su propio dinero, por mucho que la experiencia demuestre una y otra vez lo contrario.

Esa prodigalidad con la que Zapatero ha procedido en el uso del dinero público desde que llegó a la Moncloa ha tenido ya su primera e inevitable consecuencia directa en nuestros bolsillos: La subida de los impuestos del tabaco y de la gasolina. Tributos que, por cierto, y debido a su carácter indirecto, afectan por igual a las rentas altas y bajas, lo que no está mal viniendo de un Ejecutivo que tanto presume de izquierdista. Pero qué mejor manera de empezar a pagar los dispendios de este Gobierno populista que por medio de un incremento de impuestos que aseguran unos ingresos fijos. Y, ojo, que, tal y como reconocen en el propio Ministerio de Economía y Hacienda, no van a ser los únicos. Una vez más, queda claramente de manifiesto que, al contrario de lo que afirmara Zapatero cuando se vendía como el 'Tony Blair' español, bajar los impuestos no es de izquierdas. Y es que una política de gasto público expansivo, propia de cualquier Gobierno socialista que se precie, lleva irremisiblemente al déficit, y tras él no tardan en llegar las subidas de impuestos.

Hay, desde luego, otro camino para reducir la deuda y el déficit, y de paso propiciar la reactivación económica: Combinar una drástica disminución del gasto público con bajadas de impuestos que faciliten una mayor actividad económica, lo que a su vez podrá hacer posible que la recaudación fiscal no se vea mermada. Pero el Gobierno de Zapatero sólo está por la labor de seguir esquilmando nuestros ya de por sí menguados ingresos para continuar gastando a espuertas, mientras espera a que la crisis económica se resuelva por sí sola. Afortunadamente, el Ejecutivo autónomo de Murcia, que en su momento tomó la iniciativa de disminuir el tamaño de su aparato de Gobierno, sí parece tener claro que la solución a la crisis ha de partir de la sociedad civil, y de ahí que el presidente Valcárcel haya anunciado reducciones de impuestos a jóvenes, familias y pymes. Sin duda, supondrán un soplo de aire fresco dentro de una situación económica deteriorada. Cuanto más dinero quede en poder de aquellos que crean riqueza y prosperidad, y de los contribuyentes en general, mucho mejor.

lunes, 8 de junio de 2009

EUROPA NO QUIERE SOCIALISMO


Las elecciones al Parlamento europeo se han significado una vez más por su escasa participación ciudadana: Apenas un 43 por ciento de los electores europeos han acudido a las urnas. Por deméritos propios, a esta Unión Europea excesivamente burocrática se le sigue considerando como un ente alejado de las inquietudes reales de los ciudadanos. En este sentido, debería mover especialmente a la reflexión el muy revelador dato de que en el Este del continente, donde hasta hace poco se acogía con entusiasmo su propia integración en la Europa de las libertades, haya votado un ridículo 25 por ciento de los electores, frente a un más digno 55 por ciento de la Europa occidental. Hace tiempo que está fallando el actual diseño de la construcción de la Europa unida, desde luego, y sería menester que se tomara cumplida nota de una vez.

En cualquier caso, que estos comicios europeos se celebraran en plena crisis económica le conferían un mayor interés. Sobre todo si tenemos en cuenta que la izquierda creía haber encontrado en la actual depresión su ansiada revancha por la caída del muro de Berlín. Así, aunque el origen de la crisis no se encuentra en el libre juego del mercado, sino en la expansión monetaria propiciada por los Bancos Centrales, socialistas y socialdemócratas no han cejado en su empeño de culpar de la misma a los 'excesos' del capitalismo. Es tiempo, proclamaban, de volver a las esencias del más puro intervencionismo (precisamente una de las peores enfermedades de las que adolece nuestra Europa) y enterrar las políticas 'neoliberales' de la derecha, definitivamente derrotadas por la experiencia de la historia. Pues bien, ese discurso no sólo no ha calado entre la ciudadanía europea, sino que ha cosechado un rotundo fracaso: Los partidos de corte socialista y socialdemócrata han visto nítidamente reducida su representación en la Eurocámara, con contundentes derrotas en el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Holanda. La sentencia ha sido inapelable: Europa no quiere socialismo.

El triunfo del PP en España también ha supuesto un considerable revés para un socialismo, el de Zapatero, especialmente eficaz a la hora de fabricar paro. La política española le debía este éxito a Jaime Mayor Oreja, cuya enorme categoría humana le ha llevado siempre a arriesgar su propia vida por una defensa a ultranza de las libertades. Ha demostrado que es perfectamente posible ganar unas elecciones apelando sin ambages a unos valores que tradicionalmente han distinguido al centro-derecha, por muy alejados que se encuentren de todas aquellas tesis que la progresía reputa como políticamente correctas. De esta forma, atreviéndose a plantear sin complejos un debate ideológico contra quienes todavía y pese a todo presumen de disfrutar de una superioridad moral y de monopolizar la virtud, ha sido capaz de movilizar a un importante sector del electorado que ha acabado dándole la victoria.

Quienes nos sentimos liberales y españoles no podíamos encontrar en las elecciones europeas mejor candidatura que la compuesta, además de por el propio Mayor Oreja, por Teresa Jiménez Becerril, Alejo Vidal-Quadras, Carlos Iturgaiz o Cristina Gutiérrez Cortines; hombres y mujeres de principios, de una ejecutoria caracterizada por un compromiso inquebrantable con la causa de la libertad y la defensa de los intereses de España. Porque es legítimo que desde conocidos ámbitos mediáticos se haya abogado por el voto a UPyD, y debemos felicitarnos por el hecho de que haya irrumpido una fuerza política de centro-izquierda con una visión nacional de España, pero resulta ciertamente ridículo intentar vendernos su carácter supuestamente liberal. Sin ir más lejos, su cabeza de lista, por mucho que tenga de intelectual, tiene bien poco de liberal (por no decir nada). Y cabe recordar que su fundadora se despidió del PSOE evocando con emoción la figura de Pablo Iglesias, a quien difícilmente se le puede considerar un epígono del liberalismo. Por tanto, una mayoría al menos de liberales nos hemos pronunciado en consecuencia, y, pese a todos los esfuerzos de tales apoyos mediáticos, el partido de Rosa Díez ni tan siquiera ha conseguido superar a una Izquierda Unida en avanzado estado de descomposición.

Pero si hay una Región dentro de España que lleva tiempo abjurando del socialismo, y cada vez con más contundencia, esa es Murcia, donde, por muy difícil que parezca, el PP continúa rompiendo techos y el PSOE tocando aún más fondo. Esta nueva debacle de los socialistas murcianos se hacía previsible, máxime cuando Zapatero, en el estreno de su campaña electoral precisamente en Murcia, no hiciera mención alguna a la escasez de agua en nuestra Región. Quizá crea el presidente que tal problema ha dejado de existir en virtud de la desalinización. Lo lamentable es que a nadie en el PSRM le haya parecido oportuno sacarle de su error. Así les va. En cambio, Rajoy defendió en su visita a Murcia el rescate del Plan Hidrológico Nacional (que, recordemos, incluía el trasvase del Ebro) y rechazó tajantemente la caducidad del Tajo-Segura. Es ni más ni menos que la justa y merecida cosecha recogida por unos y por otros.

miércoles, 3 de junio de 2009

EL BROTE


Las fanfarrias del PSOE y sus poderosas terminales mediáticas no han parado de sonar. El gran Zapatero, ese sabio omnisciente que venturosamente rige nuestros destinos, proclamó desde su atalaya: 'Hágase la economía verde'. Y he ahí la inmediata y benéfica consecuencia de su juiciosa prescripción: El dichoso surgimiento del primer brote; verde, por supuesto. Alabado sea. Gracias, presidente, has acabado con la crisis.

Glosar las especiales dotes del socialismo para la propaganda y la manipulación resulta ocioso a estas alturas. Pero no es en absoluto casualidad que las cifras del paro de mayo, tal y como han sido difundidas por el Ministerio de Trabajo, hayan acudido en socorro de un PSOE en horas bajas, y a seis días apenas de las elecciones europeas. Porque, más allá de datos coyunturales convenientemente maquillados, la cruda realidad del desempleo en España es la siguiente: Si eliminamos los efectos estacionales, tenemos 89.000 parados más respecto a abril. Además, se han destruido nada menos que 1,3 millones de puestos de trabajo en un solo año. Y esta información no procede de alguna empresa enemiga del socialismo, sino del propio INEM.

Desgraciadamente, nos cabe el dudoso honor de seguir siendo el país con mayor tasa de desempleo del mundo desarrollado, ya que el Gobierno de Zapatero continúa batiendo todos los récords de paro. Sin embargo, en el PSOE se muestran eufóricos: Creen haber obtenido un balón de oxígeno en una campaña electoral desfavorable. Y quizá el desastre se contenga durante la temporada de verano mientras nuestra principal industria, que continúa siendo el turismo, tire de nuestra economía. Pero después retornaremos indefectiblemente a la catástrofe, que ni el mejor de los cosméticos será capaz de ocultar.

Y es que la solución no reside en actuar a golpe de Decreto-ley. No se resolverá realmente el problema del paro hasta que no se generen condiciones adecuadas para que la creación de puestos de trabajo parta de la sociedad civil. En cualquier caso, no tardaremos en darnos cuenta de que el susodicho brote, aunque verde, es de plástico.